lunes, 3 de agosto de 2015

Alrededor de cualquier viaje largo



Hola a todos. Nos vamos en una semana. Son días tranquilos por aquí, sabiendo que lo mejor del verano está por llegar - bueno, si no nos quedamos pinchados en el transbordo ruso y acabamos vagando por la Terminal F del aeropuerto de Sheremetyevo durante tres semanas. Dicen que se necesitan 50 minutos y nuestro tránsito es de 80, así que tenemos cierto margen. Hay que subir a una galería superior, hacer check-in en unos mostradores de tránsito, pasar un control y entonces embarcar. Creedme, he estado varias veces en ese aeropuerto y puede llegar a ser muy engorroso. A la vuelta tenemos tres horas, todo será más fácil, teóricamente. Será fundamental coger un asiento cerca de la puerta, cuando más alante mejor.



Llegados a este punto, tras haber más o menos estudiado lo que vamos a hacer - dejando MUCHO margen para la improvisación - tocan aspectos logísticos. Por ejemplo, qué medicinas llevarnos. Hemos hecho una lista de 15 medicamentos básicos. No llega a los extremos de los viajes a USA, que confiábamos en comprar muchas cosas allí, pero tampoco al de Asia 2011, que parecíamos los presidentes de Ayuda en Acción. Llevábamos una especie de minicontenedor con todo tipo de medicamentos. Por supuesto, no usamos ni la mitad de la mitad. De hecho, el contenedor sigue por aquí y seguramente esté todo más caducado que el último yogur que se comió Hitler. En fin, uno viaja y aprende. Los dos medicamentos que menos usamos durante el año son la Dormidina y el Fortasec. Oh, el Fortasec, tan pequeño y tan grande. ¿De qué estará hecho? ¿Y qué pasa si te comes un Fortasec del tamaño de un Efferalgan? ¿No cagas en un mes?

En ese sentido, con tanto aparato que enchufar - y sabiendo que el tipo de corriente es distinto - es completamente fundamental llevarse un alargador y un adaptador de corriente ya desde España. Es muy sencillo - en nuestro caso tenemos un ordenador, un iPad y ya veremos si dos o tres móviles. Las habitaciones de hotel no suelen tener cinco enchufes disponibles y sin el alargador había que comprar cinco adaptadores. Igual con el cambio de corriente tenemos un cortocircuito y salimos churruscados, pero es un riesgo que estamos dispuestos a asumir, qué coño. No nos ha pasado nunca, no nos va a pasar ahora. Digo yo.



Otra cosa importante es intentar viajar ligero de equipaje, pero con todo lo que necesitas. Repito, el tránsito puede llegar a ser minimo... con lo que las posibilidades de que nos pierdan la maleta pueden ser bastante altas. Hay que llevar todo lo necesario - en mi caso, incluído una muda completa por si las moscas - pero que quepa en el equipaje de mano. Una cosa que nos llevamos seguro - y ahora vamos a parecer los más catetos del mundo, pero igual no tanto cuando lo explique - es jamón. Y no cualquier jamón - al lado de casa hay una tienda gourmet que la lleva un portugués. El cabrón sabe mucho de jamones y viaja personalmente a Jabugo y alrededores para catar y comprar lo que necesita. Es caro, pero su producto es imbatible. Nos consta que la comida de Aeroflot roza lo esperpéntico y vomitivo, así que un buen bocata de jamón nos sentará como Dios en algún punto entre Moscú y Tokyo. Además, venden en paquetitos envasados al vacío y te hacen descuento si compras un kilo, así que del tirón. Desayunaremos jamón del bueno hasta que se nos acabe, claro. Será un milagro que llegue a Kyoto el día 10.

Claro, está la posibilidad de que nos abran la maleta y nos confisquen el jamón. Si eso pasa, me encargaré personalmente de que haya un conflicto diplomático entre ambos países. No se puede ser tan hijo de puta, hombre.

Otra cosa que es básica para nosotros es el dossier. He preparado tres copias de un dossier que incluye la confirmación de los vuelos, todos los bonos de hotel, cómo llegar de la estación de tren que toca hasta el hotel de esa ciudad, alguna reserva que hemos hecho - el Palacio Imperial, el Robot Restaurant - y las direcciones de todos los sitios de interés en inglés y japonés. La idea es utilizar uno e ir descartando todo lo que usas, guardar otro de recuerdo - aunque si me preguntas, no tengo ni puta idea de dónde están los de viajes anteriores - y el otro está por si acaso.



Finalmente, está el tema del jet lag. Es difícil de combatir pero algo se puede hacer. Llegamos a las 12 de la mañana a Tokyo así que hay que hacer dos cosas fundamentales. Una, dormir más o menos bien durante el camino y dos, aguantar despiertos todo el día hasta caer rendidos. En el primer caso entra en acción la dormidina. Bueno, eso y forzarte a dormir mal la noche anterior para que caigamos rendidos cuando entremos en el segundo avión. Llevamos el típico cacharro ese que se pone alrededor del cuello para dormir, antifaz, tapones... y estoy dispuesto a pagarle unos rublos al personal de vuelo para que nos canten una nana en ruso si hace falta. Cuando lleguemos, se trata de estar activo - vamos a subir a algunos rascacielos y tenemos una lista de cosas que hacer. Si paras en el hotel, te duermes y si te duermes la has cagado. Hay que estar física y mentalmente activo.

En nada estaremos allí. Tengo convencida a Belén para que escriba el siguiente. Me acaba de decir "no se confirma" cuando le he dicho que lo escribe ella. LA TENGO EN EL BOTE, JODER.

¡En nada estaremos en Japón o imitando a Tom Hanks vagando por una terminal! Creemos que será lo primero, vaya.

Javi

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