lunes, 13 de agosto de 2018

Día 27: Hong Kong - acabando el viaje en todo lo alto



Hola a todos desde Hong Kong - nos vamos en 12 horas. No tengo mucho tiempo, solo una media hora, porque tenemos que hacer checkout del hotel a las 12:00 y aún no me he duchado. Hemos hecho las maletas y nos llevaos la mayoría de la ropa limpia gracias al eficiente trabajo de una lavandería que hay a la vuelta de la esquina. Belén hasta se ha hecho amigo del dueño, un hongkongés con un pluma importante pero que lava rápido y bien - bueno, él no, sus máquinas. Ayer hicimos un montón de cosas que intentaré resumir en tiempo récord. Cuando llegue a Barcelona cerraremos la temporada del blog con una última entrada hablando de las última 12 horas en Hong Kong y el siempre jugoso viaje de vuelta.



Ayer, para variar, salimos más temprano de nuestro hotel, el OZO Wesley Hong Kong, pero dirigirnos al punto más alto de la ciudad, The Peak. La mañana estaba despejada y era el momento adecuada para ver las vistas impresionantes de la ciudad... de las que no pudimos disfrutar en 2011 porque estaba nubladísimo. Fuimos directamente a The Peak Tram, que es la forma que recomiendan para subir ahí arriba. Había una hora y media de cola solo para comprar los tickets. Estuvimos tres minutos, nos miramos y ¿qué hicimos? Efectivamente. Coger un taxi.





Belén tardó 10 segundos en convencer a dos chicas alemanas que también esperaban a un taxi para ir a The Peak en compartirlo y subir juntos. El Peak Tram vale 64 HKD ida y vuelta (por persona) y el taxi costó 57 HKD, asi que a no ser que seas un lobo solitario que está lejos de su hogar, coger el tranvía ese no vale para nada, porque encima te tragas hora y pico de cola para subir. Es más, no sale en Google Maps - suponemos que es intencionado por parte de la ciudad - pero hay un autobús, el 15, que te lleva desde la terminal de Star Ferry a The Peak por 10 HKD, incluyendo paradas por toda la ciudad. No hay color - el autobús es la meor forma de subir, y aunque al final nos engañaron, encontramos la forma de minimizar gastos.











Una vez arriba hay dos centros comerciales: el Peak Galleria, con vistas a la Bahía y sin ver ni un solo rascacielos, y el otro, The Peak Tower, que es onde está la famosa vista con los rascacieos a tus pies. Subiendo a la cuarta planta hay un mirador un poco caro, pero nosotros fuimos a una cafetería en la segunda planta con una cristalera espectacular donde se veía todo igual de bien que arriba. Disfrutamos de las vistas un buen rato con un café que achicharraba como si fuese lava - coño, algo malo tenía que tener el sitio.

Bajamos en el autobús 15 hasta nuestro hotel, tiene cojones la cosa, maldito Google Maps. A unos 500 metros nos llamó la atención un resturante de Noodles y allí que nos fuimos a comer, magníficamente, por cierto, compartiendo mesa con un señor local muy amable, con una clase espectacular, este tipo de persona que te imaginas bebiendo whiskey con un pijama amarllo delante de una chimenea impresionante y con un mayordomo con la botella al lado. Seguramente no era el caso, porque claro, si no, no estaría comiendo en un garito de noodles de menú a siete euros.









Pasamos por el hotel y me dormí la última siesta del viaje, según Belén, algo apocalíptico, profundo y espectacular por mi parte. Habíamos quedado con Juan Pablo a las 20:45 en el puerto, así que teníamos tiempo para ir a un mercadillo, el de Temple Market. Sorprende mucho que el género que hay en Temple es bastante distinto que en el Ladies Market, como si cada uno tuviese su tipo de producto. Compramos los últimos regalos y en media hora larga ventilamos el asunto, volviendo al hotel para coger las cervezas, vino y patatas que habíamos comprado para el viaje.





No voy a mentir, fue emocionante ver a Juan Pablo en Hong Kong, hacía mucho tiempo que no lo veía. Jen, su mujer, no pudo venir porque tenía una contracción cervical nivel chungo, pero tuvo la gentileza de reservar el barco privado de su empresa para nosotros. Allí nos fuimos, los tres, dando un paseo en barco de dos horas por la bahía de Hong Kong y con tiempo para ponernos al día de todo un poco. Para nosotros fue una experiencia inolvidable. Después fuimos a casa de Juan Pablo y Jen a saludar. Sus dos hijos, Juanfran y Davina, han crecido mucho y están más guapos que nunca. No es nuestra política poner fotos de niños en el blog, pero Juanfran es con toda seguridad el niño más guapo que conocemos. Un auténtico crack, y Davina es puro amor, y está aprendiendo en inglés y chino. Van a ser unos fenómenos.














Ahora tengo pisa, así que dejaré las despedidas emotivas para el próximo blog, ya en Barcelona. Voy a montar todos los vídeos, fotos, a la ducha y a la puta calle, doce horas más en esta urbe impresionante. Gran final de viaje, todo hay que decirlo.



PS: Hubo Reto de Bebidas Asiáticas a última hora de la noche con resultado favorable para Belén...



PS": Esta vez la Toma Falsa es intencionada, pero no me pude resistir...

domingo, 12 de agosto de 2018

Día 26: ¡Un gran día en Hong Kong!



Hola a todos desde Hong Kong, donde hemos pasado un día espectacular, inolvidable. Ha llovido, ha lucido el sol y no hemos parado de caminar por esta impresionante ciudad, una urbe que puede tragarse a cualquier turista poco experimentado. Afortunadamente ya habíamos estado aquí y nos movemos bien en ciudades así - el hecho de tener Google Maps gracias a la SIM que compramos por 6 EUR y que Belén y yo nos ponemos de acuerdo para ciertas decisiones simplifica las cosas, es así. Hemos empezado el día volviendo al Ladies Market. Teníamos una cuenta pendiente con el lugar después de que ayer llegásemos con todo cerrado. Hemos comprado bastantes cosas, cerrando el apartado regalos y mierdas varias. A mí lo único que me faltaría es una camiseta de Nike Hong Kong o Adidas Hong Kong, pero dudo mucho que la encuentre en mi talla.










Eso sí, llovía intensamente cuando fuimos al Ladies Market, así que hicimos tiempo en tiendas más convencionales. En una tienda Adidas Originals, un empleado de unos 20 años me llamó "Zhūtóu" al preguntar dónde estaba el ascensor. Zhūtóu significa cabeza de cerdo, pero en el lenguaje de uso común es como llamar a alguien idiota o imbécil. No recuerdo muchas palabras chinas, pero Zhūtóu (yo decía "chuto") era una de ellas. Me he vuelto hacia él y me ha mirado con cara de "mierda, me ha entendido". Le he dicho "no es forma de llamar así a un cliente, podría reclamar y que te echen", pero ahí se ha quedado el incidente. Total, yo ya sabía que lo iba a insultar a él cuando empezase a escribir, hijoputa comemierda retaco bisbalino de tres al cuarto. 

En algún momento de la mañana Belén me hizo un Reto de Bebidas Asiáticas.







Acabamos hechos una sopa en el Ladies Market pero con los deberes hechos. Había bastante hambre, así que nos fuimos a nuestro segundo objetivo del día: el Tim Ho Wan, el restaurante con estrella Michelín más barato del mundo. En 2009, un tipo llamado Mak Kwai-pui tenía un restaurante Michelín de tres estrellas, así que abrió un dim sum (un bar de tapas chinas) en Mongkok. Le dieron una estrella Michelin y lejos de ir a por la segunda, montó una cadena de dim sum y ahora tiene 45 restaurantes por toda Asia. El original de Mongkok se cambió a Olympian City, que es al que fuimos, sin tener ni idea de si se podía entrar o no sin reserva. 





Resultó que no, que solo hicimos 10 minutos de cola. Pedimos una barbaridad de comida, pero estaba toda buenísima. A destacar los mejores rollitos de primavera que hemos catado, unos bollos con carne a la barbacoa por dentro y un flan de mango increíblemente bueno. ¿El precio final? Unos 18 EUR por cabeza. Recomendado si van por Hong Kong, Taipei, Singapur, Kuala Lumpur y hey, New York. Abrieron allí en 2016.







Íbamos directos al hotel pero teníamos que pasar por un mega centro comercial llamado Pacific Plaza. Hemos tenido mucha suerte porque justo allí estaba el Peking Garden, un restaurante al que fuimos en 2011 y que tiene el mejor Pato Pekín que hemos probado. Reservamos una mesa para las 21:30 y seguimos nuestro camino hacia al hotel cuando nos topamos con un TWG, nuestra tienda favorita de té del mundo mundial. "Nooooooooooo", dije yo con tono de sorpresa. Ya habíamos estado en una en Taipei pero esta tienda era preciosa, con todo el té exhibido de manera exquisita y un salón para merendar, que es lo que hicimos. Para los que me conocen, digamos que a TWG le tengo el mismo nivel de fidelidad que al antiguo Caja San Fernando. Belén tuvo a bien invitarme a un té y a unos macarons. Felicidad máxima.














Tras llegar al hotel y descansar media hora, salimos rumbo al Star Ferry, que estaba a 24 minutos andando y 23 en transporte público, así que decidimos ir a pata, qué coño. Ya no llovía y se estaba guay. En cinco minutos el Google Maps nos hizo perdernos tres veces y de repente estábamos en la intersección de una carretera con más curvas que el Circuito de Mónaco. Decidimos coger un taxi, mandándolo todo a tomar por culo, y es la mejor decisión que hemos tomado hoy - nos ha costado tres euros llegar a la terminal del Star Ferry. Joder, si seguimos por esta carretera estaríamos camino de Shanghai ahora mismo. El Star Ferry es un must en Hong Kong, hay que subirse en él y atravesar la bahía al menos una vez. Es baratísimo, cuesta 3.1 HKD, unos 35 céntimos de euro, y pasas un buen rato viendo los grandes edificios de Hong Kong a Kowloon.




Antes de que se me olvide, hubo un segundo Reto de Bebidas Asiáticas con una bebida que ni se sabía qué era y encima costaba menos de un euro. Estoy en muy mala racha...















Estaba atardeciendo cuando salimos del Star Ferry, con los edificios aún apagados, y cuando llegamos al mirador de la Symphony of Lights 15 minutos después, con todo encendido, el paisaje era completamente distinto, una auténtica pasada. Me encanta el contraste entre los viejos barcos cruzando la bahía de Hong Kong con los modernos edificios a ambos lados. Tuvimos que esperar 40 minutos a la Symphony of Lights, espectáculo de luz y música en los que los edificios son los protagonistas, proyectando imágenes con la música de fondo. Durante todo ese rato - y durante el show, que dura ocho minutos - mucha gente estaba más pendiente del móvil que de otra cosa. Teníamos una chica tailandesa al lado que no paró de mirar Facebook todo el rato. Shosho, que tienes un espectáculo delante que mucha gente no verá jamás, hija mía. En fin, cada uno se divierte como quiere. Nosotros grabamos un par de minutos, con el móvil y sin mirar. Por cierto, que el hecho de que el show empiece a las ocho de la tarde y dure ocho minutos no es casual: el ocho es el número de la buena suerte por aquí. En los Juegos Olímpicos de Pekín, la ceremonia inaugural empezó el 8 de Agosto de 2008 a las 20:00. 08/08/08, 8pm. 







Hemos rematado el día en el Peking Garden. Decir que la ubicación del restaurante ha cambiado pero la calidad del Pato Pekín sigue siendo de 10. El mimo al cortarlo, al servirlo, la jugosidad... También hemos pedido las mejores vieiras que hemos comido en nuestra vida. El sitio es caro, unos 65 EUR por cabeza, pero lo que comes es la calidad total.










Llevamos dos días en Hong Kong, nos ha llovido lo más grande y tras patear varios mercadillos, hay que decir que es un puta vergüenza que no hayamos visto ni una triste camiseta de Hong Kong Phooey, el puto amo, el único, el más grande. ¿Quién coño es Bruce Lee al lado de Hong Kong Phooey? Seguiremos informando.

PS: Es una pena que hayamos dejado de contar kilómetros porque estamos dándole bastante a la zapatilla. Joder, qué manera de andar.




PS2: Ah sí, hoy hay toma falsa en el Peking Garden.

PS3: Este será el antepenúltimo blog de este viaje. Haré uno más antes de irnos y otro seguramente cuando lleguemos el día 15. Después habrá tiempo de especiales, fotos, etc. Y de lo que venga después, que no tenemos ni puta idea de lo que será. Es lo divertido de esto. 

PS4: Belén está haciendo un trabajo titánico en el Instagram aventura_global. Nos podéis seguir en Twitter con el mismo nombre y por supuesto, ah amigos, dejar algún comentario al final de estas líneas. Es fácil. Y nos mola mucho.

PS5: No está mal, ¿eh? Os habéis entretenido y culturizado, todo en uno. Al final va a ser verdad que viajar mola, pero contarlo... también.

sábado, 11 de agosto de 2018

Día 25: Por fin en Hong Kong



Hola a todos desde Hong Kong - sí, finalmente llegamos tras dos días de tránsito. De hecho, acabamos de desayunar en nuestro hotel, el OZO Wesley Hong Kong, y ha sido el mejor desayuno de todo el viaje, quizás porque tenían tres cosas que hemos echado de menos durante días - aceite de oliva, un buen pan bien tostado y buen queso, sobre todo buen queso. A los asiáticos no les ha dado por el queso, al menos no en cantidades industriales. Cuando empiezas a echar de menos este tipo de pequeños detalles en tus vacaciones es que quizás, solo quizás, sea el momento de volver. Los dos últimos días han sido duros y nos han dado la sensación de que esto es un fin de fiesta descafeinado - barcos, aviones, trenes, nada que ver y hasta un hotel filipino con putas. A la vez, sabemos que lo bueno se acaba y vamos a disfrutar a tope de Hong Kong, que es una pasada, una de esas ciudades en las que hay que ir siempre mirando hacia arriba para disfrutarla del todo.

Salimos del Waterfront Airport Hotel and Casino ayer por la mañana y cómo no, nos encontramos a un imbécil filipino con una chapa de segurata que nos paró.

- Oiga, ¿dónde van ustedes?

+ A ver, llevo dos maletas de 25 kilos, otras dos de mano y cruzando la calle está el aeropuerto. Muy perspicaz no es usted, ¿no?

- ¿Han hecho el check-out?

+ Sí, pero aunque no lo hubiésemos hecho, tienen los datos de mi tarjeta y me podrían cobrar lo que falta. Ahora, déjeme irme de una puta vez.

- Necesito un papel que lo demuestre.

+ Mira, aquí tiene la factura, el recibo de la tarjeta y por ser usted, una fotocopia de nuestro Libro de Familia. Que tenga una vida bonita, coño.





Tuvimos problemas de todo tipo en el aeropuerto de Cebu. Primero, no nos dejaban pasar con un paraguas. Sí, amigos, en un país que llueve muy a menudo el paraguas hay que facturarlo. Iba a montar un pollo descomunal porque ya venía con los huevos inflados por el segurata del hotel, pero vi que estaba en las normas de Cebu Pacific, la compañía, y me la envainé. Nada más pasar el control de seguridad vimos que había cuatro vuelos de Cebu Pacific a Manila y tres de ellos cancelados, con la inmensa suerte de que el nuestro era el que quedaba en pie. Nuestros amigos catalanes, que estaban en el aeropuerto dirección Puerto Princesa, no se podían creer la potra que habíamos tenido. Tras tomar un café vimos que el vuelo se retrasaba. Bueno, lo vimos por Internet, porque en la puerta de embarque había total normalidad. Las previsiones eran de entre 30 y 90 minutos. Media hora era tolerable para nosotros, hora y media nos mataba. Al final apareció un avión muy grande y nos fuimos con unos 40 minutos de retraso.




El primer vuelo no estuvo bien, con muy poco espacio para las piernas - Belén iba en medio y al lado se le sentó un australiano de unos casi 60 años que miraba una especie de Tinder sin parar, con el noble, poco sano y asqueroso objetivo de follar pagando nada más llegar a Manila. Lo sabemos porque somos unos cotillas y le vimos hablar de dinero. Gente que aprovecha su poder económico para dejar de follar con canguros y pasar a la acción con putas baratas en un país subdesarrollado. Un asco. Belén le pidió varias veces que dejase de mover su pierna izquierda, que parecía un vibrador. A la hora de bajarnos del avión, el tipo le dijo a Belén, "you are so arrogant" y ella contestó "yeah, I know". Fin de la conversación. Belén ganó por KO técnico.





Total, que bajamos a toda hostia del avión y fuimos donde nos dijeron, a la central de tránsitos de Cebu Pacific. ¿Por qué pusieron en el mostrador a un chico que hablaba mal inglés y tenía dislexia? No lo sé, pero la combinación de ese julai con dos turistas con bastante prisa no es la mejor posible.

- Holaquétal. Queperdemoselsegundoavión. PordóndesevaalapuertaC24mecagoentodo.

+ Aaaaah, verázzzzzz.... Ezzzzz que no se puedeee...

- Nosepuedequé. Quetedoydoshostias.

+ No ze puedddd....de pasar el control de pasaportes... con menos de dozzz horazzz antez de tu vuelo.

- PARA DÓNDE TENGO QUE IR, SO GILIPOLLAS.

+ P'allá.




Al final tuvimos que salir y volver a entrar, pasar el control de pasaportes y el del aeropuerto. Lo de las dos horas era mentira pero en cualquier caso nos sobró hora y tres cuartos para comer, comprar agua - oh, Evian, 10 días bebiendo caca, cuánto te he echado de menos - y tomárnoslo con calma antes de embarcar hacia Hong Kong. El segundo vuelo estuvo bastante bien, íbamos los dos en tres asientos con mucho espacio y tranquilidad. Salimos los primeros del avión y nos dio tiempo a todo, incluso a cambiar dinero, antes de que saliesen las maletas. Las dos salieron pronto pero el paraguas no había cojones de encontrarlo. Menos mal que Belén dio una vuelta por un área de equipajes especiales, porque si no es por ella aún estamos allí. Por fin recogimos nuestro pase de transporte de tres días con viaje de ida y vuelta al aeropuerto. Fantástico, pero solo disponible turistas. Al llegar a la estación de Hong Kong - en solo 24 minutos desde el aeropuerto - hay un servicio de transporte a cada hotel grande de la ciudad. El OZO no era uno de ellos, pero nos dejaron cerca.




Tras dos días de mierda dando vueltas por las entrañas de Filipinas sin ver nada, creo que nos tocaba dar una vuelta por Hong Kong. Nos quedan un par de cosas que comprar - Belén encontró lo suyo con gran precisión, y yo sigo buscando lo mío porque no hay manera. Fuimos al Ladies Market pero justo estaban recogiendo todos los puestos, así que volveremos hoy en otro horario. Hemos comprado una tarjeta SIM para tener Internet estos tres días - Hong Kong es un sitio muy lioso, sobre todo para acertar con la salida del metro, y hay que estar preparado. Es más chungo de lo que parece - si sales por el sitio equivocado te puede costar andar un kilómetro extra con total facilidad.

Intentamos tomarnos con sentido del humor los dos últimos días, pero no ha sido fácil. Hay que mirar hacia alante - va a llover lo más grande en Hong Kong, pero la lluvia no es una excusa para hacer un montón de cosas. ¡Seguimos!

viernes, 10 de agosto de 2018

Día 24: Tránsito hacia la peor ciudad del mundo



Hola a todos desde el aeropuerto de Cebu. A ver, no estamos físicamente en el aeropuerto, pero sí a unos 100 metros, en el Waterfront Airport Hotel & Casino, que es el nombre del hotel donde nos alojamos esta noche. Es caro, unos 110 EUR la noche, pero su cercanía al aeropuerto es imbatible y tras ir todo el día como puta por rastrojo está bien dormir un poco más. Ya llegaremos al tema del hotel más adelante, porque tiene su miga. Digamos que es un hotel muy completo para el viajero sin escrúpulos.











Eeeen fin. Nos despertamos pronto para desayunar y nada más volver a la habitación llamaron a la puerta. El personal del Coco Grove venía a por nuestras maletas para tenerlas listas en recepción cuando saliésemos para la terminal de ferries. En recepción habían insistido 20,000 veces en tener nuestras tarjetas de embarque de ambos ferries y no entendíamos por qué. Fue una agradable sorpresa comprobar que ellos hicieron todos los trámites burocráticos habituales para que nosotros entrásemos a la terminal de ferries solo para dejar nuestras maletas. La empleada del Coco Grove, Melanie, salió pitando a las taquillas de OceanJet con nuestros billetes y mientras tanto nosotros conversamos con unos amigos catalanes que conocimos en Bohol. Uno de ellos, Juan, va a los mismos festivales que nosotros - de hecho nos llamó la atención una camiseta de The Loft, una de las salas del Razzmatazz, que llevaba en Alona Beach.







Melanie volvió con muy buenas noticias para nosotros. Gracias a ir en business y a sus magníficas gestiones había conseguido que fuésemos en el mismo barco de Siquijor a Tagbilaran y de ahí a Cebu. Esto evitaba bajar del barco, buscar las maletas y volver a hacer el check-in para coger otro barco mucho más tarde. Las maletas permanecerían en el barco y nosotros también, esperando tranquilamente unos 40 minutos con un aire acondicionado que habría resfriado al esquimal más friolero del planeta. Absolutamente cojonudo - lo siento por la gente que aprecia las historias de peleas por las maletas, báteres impúdicos y putadas varias en este blog, pero esta vez Melanie se encargó de que no hubiese ninguna.




La clase business de OceanJet es una pasada. Asientos más grandes, mucho más espacio para las piernas - ilimitado si estás en fila uno - y mucha más estabilidad al estar en el segundo piso. Totalmente recomendado si algún día os da por coger un ferry de este tipo, porque abajo la gente estaba enlatada como sardinas con un olor muy sospechoso - los chinos no perdonan la hora de comer y tienden a comer noodles con un penetrante olor a carajo vil. El primer ferry fue visto y no visto, con el agua muy tranquila y en fila uno, más estirados que un mayordomo inglés en una fiesta de zíngaros. En el segundo ferry me dormí una hora - yo, que me mareo en los barcos, que me tomo una tortilla de Biodramina antes de salir. Al despertar estábamos dentro de la mayor tormenta que he visto en años, lloviendo a lo cabrón sin parar, no se veía ni el mar por la ventanilla. La atravesamos y llegamos secos a Cebu. Allí estaban los recogedores de maletas, cada uno con su número en la camiseta. Es muy habitual en Filipinas, todo el mundo tiene una camiseta con su nombre y número, incluso en el trabajo.









Fuimos directamente al hotel porque ya sabíamos que en Cebu no hay nada. Mira que a mí me gustan las ciudades caóticas, pero es que Cebu es el peor agujero que ha inventado la civilización. Un sitio sin alma, sin otra cosa que no sea caos, bullicio, humo y desorden. He visto ciudades feas en mi vida - Charleroi y Birmingham optarían a ciudad más fea de Europa, pero son el puto Sydney comparado con Cebu. No hay palabras que expresen lo putamente descorazonador de este sitio. Es la ciudad de tránsito constante. Vivir aquí debe ser para llegar a casa y pegarte cabezazos hasta que suene el despertador y te vayas a currar. El hecho de que el taxi oliese como un estercolero moldavo no ayudaba, claro.





Llegamos al hotel, que es gigantesco, y nos dieron una pedazo de habitación que no se la salta un galgo, con bañera, ducha, un salón como el de nuestra casa y un dormitorio aparte con muchísimo espacio. Una pasada. Cebu será una mierda pero los dos hoteles en los que hemos estado han sido excelentes, al menos en cuanto a facilidades. No había mucho que hacer y no eran ni las siete de la tarde, así que nos fuimos a hacer el lerdo por el hotel a investigar un poco. Solo había dos posibilidades - un restaurante enorme con un buffet libre muy apetitoso y un segundo bar, subiendo unas escaleras, llamado Aurora KTV. Subimos y nos abrieron la puerta dos chicos uniformados y de picarona sonrisa. Abrieron la puerta y aparecieron 15 señoritas con amplios escotes gritando a coro...

- HELLO SIR AND MADAM, WELCOME TO AURORA!!!!!

Efectivamente, nos habíamos metido en un puticlub. Cada chica con su número, claro, si los tíos lo llevan en el curro, cómo no iban a llevarlos ellas. ¿Puede haber una frase más asquerosa que "la 15, que venga conmigo, que me la follo"? Qué mundillo más sórdido, espero no ir nunca a un sitio así.







Belén puso una excusa cualquiera y salimos de allí despavoridos y medio descojonados, claro, a quién se le ocurre tener un puticlub en un hotel. Para adelantar tiempo mañana decidimos dar una vuelta hacia el aeropuerto y ver cuál era la mejor forma de ir para allá. Menos mal que lo hicimos, porque si hubiésemos ido por nuestra primera ruta cargados de maletas habríamos tardado una eternidad en llegar. La entrada al aeropuerto es kafkiana pero hemos conseguido descifrarla mientras seguíamos intercambiando chistes de putillas. Cenamos en el buffet del hotel por menos dinero de lo que decía y muy bien, comida estilo filipino pero con un toque internacional. También fuimos al casino, que resultó ser la mayor mierda del mundo. Sin ruletas, con tres mesas de poker y un montón de tragaperras. Parecía un salón recreativo español en los años ochenta, cambiando los futbolines y los billares por mesas de poker.

No hay mucho más que contar. Mañana llegamos a Hong Kong. Vuelta a la civilización pura y dura. Esperamos disfrutar mucho en nuestros últimos tres días de aventura y acabarla en todo lo alto. Lo de hoy, al menos, ha sido curioso. Empezamos el día en Cebu, ¡¡¡solo puede ir para arriba!!!




PS: Tuvimos una toma falsa por la mañana...




PS2: ....y otra por la tarde, por culpa de la termodinámica.

PS3: No ha habido Reto de Bebidas Asiáticas pero no se preocupen. Hong Kong promete ser un fin de fiesta a lo grande.

PS4: Se me olvidaba decir que el hotel, y el aeropuerto, están en la ciudad de Lapu-Lapu. Gargajo City. El animal oficial de la ciudad es la llama.