viernes, 3 de agosto de 2018

Día 17: Por ferry, motillo y taxi en Bohol


Hola a todos desde Bohol, Filipinas, donde hemos llegado más o menos a la hora de comer. Antes que nada, decir que hemos entrado en la segunda fase de nuestro viaje, o sea, de completo relax. Puede que algunos días no haya blog, aunque intentaré escribir todos los días porque haremos cosas interesantes. Ahora mismo estamos en la terraza de nuestro hotel, el Malinawon Resort, tomando un gin-tonic. Hemos comprado una botella de Ginebra Premium San Miguel por el módico precio de tres euros, y la verdad es que calidad-precio es brutal. San Miguel es la cerveza más popular de Filipinas y no tiene ninguna conexión con el brebaje rancio del mismo nombre que nos venden en España bajo el nombre de "cerveza". Los tipos de San Miguel Filipinas hacen ginebra, como se puede ver. La botella no premium de bolsillo vale un euro. Alcoholizarse, como veis, está al alcance de todos, amigos. 






Hemos tenido algunos problemas en el hotel, felizmente resueltos de una tacada. Hay uno irresoluble y muy divertido, que es que la profundidad de la magnífica piscina es de un metro más o menos, diría que menos. Yo me puedo sentar y aún saco la cabeza por fuera. Para ellos, que son más pequeños, llega a la categoría de piscina pero para nosotros esto es una charca. Hemos visto algunos resorts por ahí con unas piscinacas que flipas, así que aprovechando nuestra condición de guiris supuestamente despistados vamos a intentar colarnos en alguna de ellas mañana. Los demás problemas consistían en que el wifi no llegaba a nuestra habitación y que los vecinos de al lado era una familia coreana que no paraba de dar gritos. Estaba durmiendo la siesta y, literalmente, han cerrado la puerta de la calle de un portazo 10 veces en seis minutos, lo cual ha provocado que salte como un resorte con la sana, noble, firme y meditada decisión de arrancarle la cabeza al jefe de familia. Finalmente no lo hice - si no, estaría en una cárcel filipina sin wifi - y bajamos a recepción a pedir un cambio. La única habitación disponible tiene el repetidor de wifi al lado y unos vecinos que llevan dormidos, o follando de forma muy silenciosa, desde las nueve de la noche.












Esta mañana ha sido mucho más funky. Joooooooooooder, qué historia. Nos hemos levantado temprano para desayunar en nuestro buen hotel de Cebu, el Summit Galleria, y hemos cogido un taxi camino de la terminal del ferry. Entrar en el recinto nos ha costado 10 pesos y en la propia terminal, otros 25. Van pidiendo impuestos revolucionarios poco a poco, ya los podían incluir en el precio del ferry, carajo. Había un caos terrible en el acceso a la terminal, perros ladrando, ciegos tocando la guitarra, gente vendiendo mierdas, un scanner de seguridad que traspasaba los límites de lo ridículo, pasajeros por todas partes... e inexplicablemente, un café cojonudo en la planta de arriba prácticamente vacío. Hemos llegado con casi dos horas de adelanto, así que hemos echado una partida a muerte de cartas antes de meternos en el ferry. Antes hemos tenido que pagar 200 pesos, unos tres euros y pico, por facturar cuatro maletas hasta Tagbilarán. Belén también compró una especie de cortezas de cerdo que aquí llaman, tal cual, chicharrones.







Una vez en el ferry y con dos biodraminas en el cuerpo, he pasado una prueba de fuego: sobrevivir sin vomitar a un ferry filipino que iba arriba y abajo de las olas. No he necesitado la bolsa adicional, y menos mal porque no tenía ninguna, habría puesto perdido al tipo que iba a mi izquierda. He sudado, he padecido pero no he vomitado, y Belén ha visto una película de animación, Kubo y Las Dos Cuerdas Mágicas, que le ha gustado mucho. Hemos bajado del ferry y había un tipo con un cartel y mi nombre en él, que eso siempre viste. Bien, solo falta coger las maletas, y ahí es cuando empezó el tema interesante.







Empezaron a salir maletas, primero de otro ferry y luego del nuestro. La gente va reclamando a gritos las maletas y se las van dando. Nuestra primera maleta tardó media hora en salir y ahí es donde me tuve que meter entre una maraña de asiáticos a reclamarla - the black one is mine, that one, NO! THAT ONE! IS MINE! Mientras tanto un tipo calvo de unos 60 años me había dado ya tres codazos. Me puse delante de él y le dije con tres o cuatro gestos muy sencillos: "me has dado tres veces y la próxima vez que me des un codazo vas a ir al agua, hijo de la gran puta". Cuando salieron las otras tres maletas, Belén y yo tuvimos que enfrentarnos a todos, porque dos de las tres eran las grandes y solo podían salir por un sitio. Agarrones, patadas, codazos y gritos, muchos gritos. THIS IS MINE! MINE! LA VERDE, COJONES, ESA DE AHÍ! EH! QUE ES MÍA! Ha habido una tipa que me ha soltado un viaje brutal con el codo en todo el lomo, 100 kilos de china con codos como cuchillas afiladas, potencialmente una máquina de matar. Cuando he cogido la maleta directamente la he atropellado. Oh, sorry, sorry! Sorry los cojones. MUERE, MAMONA. (y dona tus codos a un afilador local).












Llegamos al hotel y dimos una vuelta por Alona Beach. A ver, los resorts están muy bien y la playa no está mal pero el caos circulatorio es total. Nos intentamos subir en una motillo con una especie de sidecar para dos personas. Si, para dos personas locales. Belén y yo no cabíamos allí con nuestros generosos culos y los dos empezamos a gritar y a intentar encajar en el sidecar. Es una pena que nadie lo haya grabado porque seguro que saldríamos en las noticias de humor filipinas. Al final Belén se sentó detrás del conductor, dejándome el sidecar a mí. Estuvo divertido y no vale mucho, unos 100 pesos hasta Alona Beach. Comimos en un sitio cerca de la playa y hemos cenado al lado del hotel, en el garito de Isaac, un madrileño que vive aquí y tiene su propio restaurante. Nos ha contado mil batallas de la ética de trabajo filipina pero a la vez, no conozco a ningún jefe con ocho o más empleados que no raje de ellos, aquí, en España o en la China Popular. Tiene platos españoles pero también locales, y un amigo que hace excursiones muy baratas. Seguramente le contrataremos, rollo el Equipo A.

Mañana tenemos una cena muy especial, no daré pistas. Seguimos desde Filipinas, ya más tranquilos tras un día y medio de caos...

PS:
PASOS: 7,006
KILÓMETROS (hoy): 5.53 Km
KILÓMETROS (total): 163.76 Km
DESDE CUENCA: hasta Perales del Alfambra, Teruel (Población: 227 habitantes)

PS2: Resulta que los vecinos habían salido a cenar. Ya decía yo. 


PS3: Hoy no ha habido Reto de Bebidas Asíaticas. Aquí, por no haber, no hay ni refrescos de limón. En fin, algo haremos mañana, imagino. Llevamos 18 en 17 días, así que la media aún es más de uno por día... 

2 comentarios:

  1. Qué bueno lo del ferry... la jungla! Oye, no dejéis de probar la fruta exótica local, mejor ahí que en Siquijor... Rambutan, Mangosteene, Longan, dragonfruit aquí son rarísimos de ver y están muy buenos. Y luego el mango y la piña de allí no tienen nada que ver con la de España... Ah, y que cuando queráis os invito a chicharones, no faltan en casa jaja

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  2. Bueno, Belén estará encantada, servidor no es fan de las cortezas de cerdo en general. Probaremos frutas, a ver qué tal. El mango muy bien, al nivel del de Taiwan.

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