miércoles, 2 de septiembre de 2015

Día 23: Hasta pronto, Japón




Bien, se acabó lo que se daba. Nuestras vacaciones llegan a su fin tras un poco más de tres semanas de aventura por Japón. Puedo decir que es el mejor viaje que hemos hecho, y lo es gracias a la gente de este país, educada, respetuosa, entregada y muy generosa. Han hecho un gran trabajo en según qué valores en este país, y está claro que el sistema educativo funciona. Nadie se mete contigo si tú no empiezas, nadie te molesta si tú no lo has hecho antes, y responden a cualquier gesto de ayuda, simpatía o integración por tu parte con una gran sonrisa y una gran cantidad de buenas palabras que no entendemos en su mayoría. Mañana nos levantamos a las 06:30 para coger un autobús a las 07:00. Una vez en el aeropuerto de Narita, tocará avión a Barcelona via Moscú. Vamos a intentar no dormirnos... pero va a ser difícil.






Hemos dedicado el día de hoy a darnos un homenaje en Tokyo y repetir todas las cosas que nos han gustado de esta ciudad, incluído interactuar con vosotros, claro, nuestros amigos y familiares. Belén compró unas cartulinas muy grandes y escribió HOLA en ellas para pasar por el cruce de Shibuya - retransmitido en YouTube las 24 horas - y que así nos pudiéseis ver el directo. Y así ha sido - seguro que hemos sacado una sonrisa a algunos de vosotros, que era el objetivo de todo esto. Hemos sido la sensación del minuto en Shibuya, con algunos españoles pidiéndonos prestados los carteles para hacer lo mismo y algunos locales pidiéndonos una foto. Gracias a todos los que nos habéis mandado fotos y vídeos para inmortalizar el momento. ¡Os queremos!







El día ha empezado tarde porque a las 12 teníamos que estar delante de un ordenador para sacar la tarjeta de embarque y coger unos asientos que nos gustasen. Particularmente en el vuelo hasta Moscú, la distribución de asientos es dos a la izquierda, cuatro en el centro, dos a la derecha y francamente, queremos ir solo y no que se nos siente Boris el hijoputa al lado. De hecho, el asiento de al lado de Boris el hijoputa seguramente sea el último en elegirse, por motivos obvios. Hemos ido directamente al mercado de Tsukiji para volver a probar el mejor sushi que jamás hemos comido. Los camareros no estaban tan chisposos como la última vez pero eh, no había cola y hemos comido muy bien.


















Y ya puestos, cómo no, hemos acabado el Reto de Bebidas Japonesas en el Mercado de Tsukiji. No, no encontramos la mítica botella de sopa de pez volador con el bicho dentro - existe, pero no está aquí - y tampoco nos dio por la gelatina - hay otra de la misma marca, naranja. Veréis que nos quedan cuentas pendientes para el futuro... 



Hemos dado una última vuelta por Shinjuku porque teníamos una cuenta pendiente - Gizmo. Se cumplen 30 años del estreno de Gremlins, la película ochentera, y han sacado unos muñecos de gizmo edición limitada y numerada. Quedaban tres, pero uno de ellos era el 110, que es el número de nuestro piso en Barcelona, así que Gizmo se viene con nosotros. Hemos hecho un poco más de shopping antes de ir a Shibuya a hacer el gamba, que es lo que hemos hecho, con un resultado muy satisfactorio. Nuestra última cena, al menos por ahora, en Tokyo ha sido en el Blacows, el lugar donde sirven las mejores hamburguesas que hemos comido. El listón estaba muy alto pero esta vez estaban hasta mejores. Un 10, recomendadísimo.






Por cierto, en el Hotel Ryumeikan son todos muy amables y tienen multitud de servicios. Uno de ellos es bastante curioso - te ofrecen, por 700 yenes (unos 5 EUR y pico) mandarte una carta escrita por ti estos días, pero dentro de cinco años, en 2020. Curiosamente, la carta llegaría durante los Juegos Olímpicos de Tokyo ese año, pero hemos decidido no hacerlo. Estas cosas las carga el diablo. Si quiero ver algo que escribí hace cinco años en 2020, ya leeré este blog y descubriré con gran sorpresa que me estoy cagando en mis propias putas muelas - ¡jaja, Javi, jódete!




Total, que volvemos a Barcelona con nuestros cerebros llenos de recuerdos, nuestros corazones llenos por las emociones vividas y nuestras cuentas bancarias vacías, esperando la próxima oportunidad. Creo que estas tres semanas nos han enseñado mucho sobre Japón, pero también sobre nosotros mismos - a ser más respetuosos con el otro, a saber que sí que hay gente que no desconfía de ti por adelantado y que quizás deberíamos hacer lo mismo... A intentar vivir de otra manera, en definitiva. La verdadera cultura se inspira en los libros y textos en Internet, donde puedes aprender cosas sobre un país, sus virtudes y su historia, pero al final, la cultura se APRENDE viajando - conociendo lugares, a sus gentes, viendo cómo se comportan, cómo tratan ellos a su propia historia... si eres curioso, absorbes todo lo bueno que aprendes, lo asimilas y tratas de usarlo en tu vida. Y además, conoces mundo y ves que hay gente que vive de forma radicalmente distinta a la tuya, pero que también pueden llegar a ser igual o más felices que tú.






Nadie nos va a quitar lo vivido - aquella tarde viendo las montañas en todo lo alto de Miyajima con una nube negra encima, pensando que aquello era el fin del mundo. Aquella noche que entramos en el Santuario Yasaka de Kyoto por una puerta de atrás y cada cosa que veíamos era más impresionante que la anterior. La visita al museo de la paz en Hiroshima en aquel día tan gris. El momento en el que Belén tiró la comida de ciervos cuando uno de ellos le mordió el culo. La fiebre por Kumamón y aquella noche tan divertida en Kumamoto. Los castillos de Osaka y Kumamoto, todo lo bueno de Tokyo - el Robot Restaurant, el concierto en el quinto coño, el parque de Shinjuku, el cruce de Shibuya. La carne de Kobe, oh Dios mío, qué palo nos pegaron pero qué buena estaba. Las mejores tiendas de discos - y de tantas y tantas cosas: ordenadores, manga, anime, juguetes... - que uno pueda imaginar. La jungla de asfalto que es Osaka, la tranquilidad de Takayama y sus tiendas en casas de muchos siglos, mil cosas más...




...y Belén. Siempre Belén y sobre todo Belén. Siempre lo mejor de cada viaje.

Volveremos ya desde Barcelona. Tenemos un par de ideas para cerrar la temporada en el blog. Espero que no sea lo típico que digo y luego no hago, como en los últimos dos viajes. No olvidéis dejar vuestros comentarios al final de estas líneas, que leeremos con mucho gusto al llegar a Barcelona. ¡Seguiremos viajando muy pronto! Y por supuesto, vamos a volver a Japón. Esto no es un sayonara, baby... 

martes, 1 de septiembre de 2015

Día 22: Museos, mercados y karaokes en Tokyo



Hola a todos aún desde Tokyo. Nos queda un día por aquí - realmente el jueves no cuenta porque planeamos coger el autobús al aeropuerto de Narita a las 07:00 para evitar imprevistos. Más vale estar dos horas en un aeropuerto haciendo el monguer que perder un avión que te pueda salir la broma por 2,000 EUR por persona. Ha sido un día muy divertido, con muchas cosas que hacer.




Antes de que se me olvide.... todos atentos mañana a las 10:00 hora española porque vamos a volver a pasar por el cruce de Shibuya, esta vez con carteles gigantes que pongan HOLA. Hay un vídeo en YouTube - el que podéis ver justo encima de este párrafo - que retransmite el cruce de Shibuya 24 horas al día, siete días a la semana. Marcad vuestros calendarios porque mañana a las 10:00 estaremos por allí, y agradeceremos que hagáis capturas de pantalla para que nos veamos luego. Pasaremos varias veces entre 10:00 y 10:05. Avisaremos en Twitter, también.




Nos hemos levantado temprano para hacer unos trámites burocráticos que han resultado ser un sonoro y contundente fracaso. Primero, el autobús a Narita no se puede reservar por anticipado si no es tres días antes. Segundo, el día anterior me olvidé tres paraguas de plástico en el tren. El valor residual de los paraguas es mínimo, menos de 15 EUR entre los tres, pero es que los paraguas de plástico transparente son de puta madre. Puedes andar bajo la lluvia y ver a la gente a través del mismo. El día que alguien haga un paraguas de plástico transparente con estructura reforzada - ver la entrada de blog de Hiroshima -, ese hijoputa avaricioso se va a forrar. En fin, que hemos ido a objetos perdidos. La conversación (no) ha sido (del todo) así:

- Buenos días, estimado agente de objetos perdidos.
+ Joder, otro guiri que pierde algo. Me cago en todo. Cualquier día olvidáis hasta de qué país sois, gilipollas.
- Gracias. El caso es que el otro día nos dejamos olvidados unos paraguas en el tren. Era este tren, este asiento, llegamos a esta hora y confiamos en la honestidad y la eficiencia de su compañía para que nos lo devuelvan.
+ Cara?
- Qué coño cara, eran baratísimos, joder.
+ What cara? (queriendo decir what colour, qué color)
- Ah, joder, a ver si aprendéis a hablar inglés de una puta vez - de plástico de esos de mierda.
+ Y habéis venido hasta aquí para recuperar tres paraguas de esos? Joder, qué miserables sois... (pasan 10 minutos) Que no, que no hay nada. Que he llamado a todo Dios y no hay nada.
- Cómo se nota que nos ha caducado el Japan Rail Pass, hijos de puta. Un día somos amiguitos y el día siguiente pasáis de nosotros. Ojalá vayáis al infierno, que allí con las llamas los paraguas no os van a durar ni dos segundos.
+ Vale, bien... bien. Alguna otra cosa, estimado cliente?
- No, la verdad es que no.
+ Pues fuera de mi vista, guiri de mierda. Hala, a pastar.
- No habla usted demasiado bien español, con expresiones rebuscadas, para lo rematadamente mal que habla inglés?
+ Aunque está basado en hechos reales, esta conversación es producto de tu enferma imaginación. Ve a que te vea un médico, mamonaco.










Total, que hemos comprado unos paraguas nuevos y nos hemos ido a ver dos museos en el Parque de Ueno. Los dos buenos - el Museo de Ciencia y Naturaleza y el Museo Nacional de Tokyo. Por el segundo hemos pasado casi de puntillas, porque queríamos ver el cuadro de la famosa ola japonesa - ver foto antes de este párrafo - pero justo ese pabellón está siendo reformado y nos hemos quedado con las ganas. Al Museo de Ciencia y Naturaleza sí que le hemos metido un buen meneo. Lo bueno es que hay un pabellón pequeño, que vimos primero, y uno grande, que dejamos para el final y que era mucho mejor. Vamos, que nuestra primera sensación fue que el museo era una chorrada, una puta estafa y que había que quemar los pocos fósiles que había, y hemos acabado pensando que es un buen museo, con muchos esqueletos de dinosaurios, muy interactivo y que merece la pena visitar. Hemos hecho este vídeo sobre el Homo Monguer para que os riáis un rato. Representa la involución del ser humano.












Ah sí, también hemos comido de puta madre y superbarato dentro del museo. Recomendado. Otra cosa que me ha sorprendido es que había muchos abuelos en labores de voluntariado en el museo. A ver, no le he preguntado a ninguno porque nos gusta ver los museos a nuestra bola. Coño, no nos cogemos una audioguía, pues no vamos a aguantar la chapa de un abuelo en japonés sobre los fósiles de los peces tropicales. Pero vaya, que están bien que estén allí, informando a la gente en vez de estar mirando obras o jugando al pachinko. En el Parque Ueno hemos hecho el penúltimo reto de bebidas japonesas. Esta vez, con un oso panda y una ciruela. Tiene cojones, las cosas que venden aquí.










Hemos dado una vuelta por el Parque de Ueno. Esperábamos ver un lago y, efectivamente, lo hay... pero plagado de nenúfares. Ha sido un poco raro. Justo cuando nos íbamos, hemos visto una calle con mucho bullicio y allí que nos hemos metido. Se llama Ameyayokocho y es genial - principalmente es un mercado de pescado, pero había tiendas de deportes con camisetas de primeras marcas metidas en caja, tiendas de marroquinería y mamonadas en general, todo muy desordenado y caótico. Además, tenían las únicas camisetas XXL que he visto en todo el viaje, eso sí, a precio de oro. Hemos dado una vuelta bastante guapa antes de hacer una breve parada en el hotel.






Hoy tocaba quedar con David y Sani, una pareja de buenos amigos que viajaban con sus dos hijos y una sobrina de 20 años. Les admiro por ello, porque mover a cinco personas no es lo mismo que movernos dos, y en bastante buena sintonía. Hemos ido a cenar en un restaurante de carne en el que tú te cocinabas en un horno delante tuya y creo que ha estado bastante bien. Después hemos ido a un karaoke a liarla parda durante dos horas (hemos colgado un par de vídeos) y poco después Belén ha acompañado a las chicas a hacerse unas fotos en unos fotomatones muy curiosos que te cambian los ojos y los labios rollo manga y que te dejan poner todo tipo de efectos. La sesión vale solo 400 yenes y son muy populares aquí. Es una chorrada como un piano, pero ya nos hemos hecho tres porque se pasa bien por muy poco dinero. David, Sani y su gente han pasado un buen rato con nosotros y, desde luego, nosotros lo hemos pasado mejor que bien.







Mañana es nuestro último día en la ciudad y tenemos algunos planes. Recordad, nos vemos - bueno, nos veréis - en el cruce de Shibuya a las 10:00. ¡Pronto estaremos en Barcelona!