jueves, 13 de junio de 2019

Biarritz, Bayona, San Sebastián... ¡y el Primavera Sound!



Hola a todos desde Barcelona. Volvimos hace un par de semanas de Biarritz y tuvimos un gran Primavera Sound. Aún nos quedan poco menos de dos meses para las vacaciones, pero tenemos muchos planes. De hecho, en esta entrada de blog os contaremos qué tal nos fue en Biarritz y alrededores, en la siguiente hablaremos de la fiesta de San Joao en Oporto y de una escapada que haremos a Londres para ver a Weezer, y ya entraremos en materia con el viaje de este año. Ya estamos viendo qué hacer en Hvar y también en Escocia - de hecho, hemos sacado unas entradas para ver a Madness en Edimburgo y de renbote nos han metido de teloneros a The Lightning Seeds, que me gustan mucho más. Es como si un fan del rock duro va a ver a Europe y le meten de telonero a Metallica. Algo cojonudo.





Lo único malo de ir a Biarritz es que el vuelo de ida - hasta San Sebastián - fue a las 6 de la mañana, con sus muertos todos. El madrugón fue bestial pero conseguimos dormir en el avión, que iba medio vacío. El aeropuerto de San Sebastián es muy pequeño y bastante retirado de la ciudad, pero pegado a ciudades como Irún y Hendaya. De hecho, el aeropuerto hace frontera con Francia - hay un río, y detrás está Francia. Se podría ir en barco desde Francia al aeropuerto, lo cual estaría bastante guay pero no sé por qué, no lo hacen. Bueno, sí lo sé, porque el aeropuerto es una tartana que solo sirve vuelos a Madrid y Barcelona. Fuimos directamente a desayunar a Irún, a un sitio cojonudo, lleno de gente local, que hacían croissants con nata y un café buenísimo. Claro, este tipo de sitios deberíamos apuntarlos y ponerlos en el blog para que la gente se acuerde. Pero no nos llegamos a acordar que se llamaba Gaxen kafetegia y estaba en la calle Zuloaga Kalea, 8 de Hondarribia. Mala suerte, oigan.



Una vez que desayunamos, decidimos ir a Biarritz directamente, que está a pocos kilómetros, a menos de una hora de coche. Daba lluvia toda la mañana pero el pronóstico estaba equivocado, y más o menos a las 12 había un sol bastante guapo. Tras localizar dónde estaba la sala del concierto de Courtney Barnett, el muy coqueto Atabal, fuimos a un supermercado a comprar de todo, llamado E.Leclerc. Resulta que tenían unas galletas y mermeladas brutales, y compramos para hacernos un buen bocata para el concierto y mogollón de cosas que pensaba que durarían meses en casa, pero ya no los hemos comido todo. Heh.



De ahí nos fuimos al Faro de Biarritz, situado en una de las zonas más pijas que he visto en mi vida. Vaya sitio bonito, de verdad, un faro de hace 200 años completamente cuidado, con unas vistas maravillosas de la playa y el Mar Cantábrico. Claro, con 20 grados, sin lluvia y el cielo despejado es un sitio cojonudo, pero estos sitios hay que imaginarnos en Enero, con 10 grados bajo cero, un viento del copón y un frío que se te cala en los huesos. Tiene que ser maravilloso. Fuimos a la Catedral a tomar un café y de ahí nos fuimos a comer a un sitio cerca del Atabal, sencillo y buenísimo. Y de ahí, claro, fuimos al hotel y nos pegamos un siestorro de mil pares de cojones. Ah, qué gustito.







El concierto de Courtney Barnett fue brutal, tocando todas sus mejores canciones y dándolo todo en el escenario con sus dos lugartenientes, Bones y Dave, su bajista y batería, que son dos músicos brutales. Rock de verdad, sin autotune, y un público muy respetuoso - el silencio era total en las baladas, y muy poca gente grababa cosas con el móvil. Yo siempre llevo mi cámara, que molesta menos, y grabé algunas canciones. Courtney estuvo simpática en el escenario y el grupo que tenía de teloneros, Our Girl, también estuvo espectacular. La esperamos fuera del Atabal durante más de una hora junto con unos chicos que habían venido de Zaragoza, Soria y Bilbao y con los que seguimos en contacto. Cuando por fin salió - me pregunto qué hizo durante más de una hora en el backstage de una sala de mierda - estuvo muy amable con nosotros, hablando con nosotros durante un buen rato, haciéndose las fotos que hiciesen falta y firmando lo que tuviese que firmar.











Por la mañana nos fuimos a Bayona, que está a apenas 5-10 kilómetros de Biarritz. Bonita ciudad, espectacular catedral con un claustro muy curioso y tiendas bastante interesantes. Había un sitio que era mitad restaurante mitad tienda de discos que era una pasada. Ahora, cuando vimos que no les íbamos a comprar nada, nos miraron como diciendo "vaya, más españoles sin un puto duro, qué pena de gente". Bueno, qué le vamos a hacer, cojones. También fuimos a San Sebastián, a unos 50 kilómetros y tras pasar unos tres millones de puestos de peaja. Por Dios, qué hijos de puta. Estábamos a 25 grados y pudimos disfrutar de sus pintxos y ver la Playa de la Concha desde la distancia. También quedamos con un amigo georgiano, Beqa, jugador profesional de baloncesto, al que le esperan grandes cosas. Es un crack, con los pies en el suelo y listo para dejarse el alma en la pista.







Respecto al Primavera Sound, lo pasamos bastante bien y destacamos cuatro conciertos. Courtney estuvo bien, pero la magia de un concierto en una sala de 400 personas no es lo mismo que tocar en un megafestival delante de 20,000 jipis. Aun así fue de lo mejor del festival y dio una auténtica lección de rock. Stereolab, que volvían tras muchos años sin tocar, sonaron muy potentes. Lizzo, en el escenario de la playa al final del festival, en la zona electrónica, donde Cristo perdió el machero porque al muy carajote se le cayó en la arena de noche cuando estaban los focos apagados... Pues ahí tocó Lizzo, en el mismísimo quinto coño, dando un recital tremendo. Deerhunter completarían el poker de ases.








Es todo lo que tenemos por el momento, que no es poco. ¡Nos vemos cuando volvamos de Londres! Sospechamos que el concierto de Weezer va a ser una mierda, pero esperamos equivocarnos...