lunes, 31 de agosto de 2015

Día 21: Vuelta a Tokyo y al bullicio de Akihabara



Hola a todos desde Tokyo. Sí, hemos vuelto, un poco contra nuestra voluntad... porque es la etapa final de nuestro viaje. Mañana daremos datos de cuándo y cómo nos podréis ver por aquí. Vamos a repetir aquello de pasar por el cruce de Shibuya - que se retransmite 24 horas al día - el miércoles, y nos aseguraremos de que todos nos reconozcáis. Por partes, empezando con el inicio del día en el Super Hotel Lohas de Nara. No lo digo yo, el hotel se llama sí y es propiedad de Japanese Rail. El cabrón de JR está por todas partes y mueve muchos duros, claramente. La verdad es que el hotel está bastante bien, aunque lo de Super Hotel le venga grande. Eso sí, desayuno incluido, oscuridad total de noche, variedad de almohadas y mucho más que hemos resumido en un vídeo calcado a una de nuestras escenas favoritas de la gran película La Vida de Brian.







El personal de recepción ha sido tremendamente amable. La chica de recepción nos sentó en un sofá y se puso de rodillas para... Joder, para eso no, es un Super Hotel, no un Super Puticlub. Fue para explicarnos las cosas que podíamos hacer en el hotel - onsen, lavandería, incluso darle un pequeño regalo a Belén. Hemos correspondido a dicho regalo entregando a las chicas de recepción un abanico de Ming. Había un vídeo - digo bien, había, porque borrando una toma falsa de otra cosa me lo he cargado. Ayer también borré el mejor vídeo de Belén contra los ciervos. Estoy que lo tiro, vaya, saboteando nuestro propio blog. Cago en todo. En fin, hay material para dar y regalar, qué coño.











El trayecto en tren ha sido fácil - tren regional hasta Kyoto y de allí, Shinkansen hasta Tokyo. Hemos salido por la salida correcta y en siete minutos exactos estábamos en el Hotel Ryumenkan, que será nuestra casa en los próximos tres días. Hemos aprovechado el tiempo entre trenes para hacer el Reto de Bebidas Japonesas. Es un clásico de este viaje - aprovechar la pausa en la estación para darme a las bebidas repugnantes. Volviendo al tema del Ryumenkan Tokyo, la particularidad del hotel es que tiene 15 plantas y la recepción está arriba del todo, en la planta 15. No lo había visto nunca. Siempre pongo al reservar una habitación en Booking.com que somos una pareja felizmente casada y que nos den una cama de matrimonio. No es la primera vez que nos pasa que me malentienden y se piensan que estamos de luna de miel, así que nos han regalado una pequeña botella de vino espumoso a nuestra llegada. "Felicidades", nos han dicho. "Gracias, gracias, somos tremendamente felices", respondí. A ver, tampoco estoy diciendo nada que no sea verdad, los que se han equivocado son ellos.









Estamos un piso por debajo de la recepción. Esto, en España, sería estar en un sótano oscuro y pululento lleno de a saber qué bichos, pero aquí, estando la recepción en la planta 15, es bastante guay. Las vistas son excelentes - a la estación y a una calle larga llena de neones y luces, Tokyo style. Belén ha hecho una foto espectacular hace unos minutos que va encima de este párrafo. Mientras escribo este blog estamos haciendo la colada - hay que ser interactivo y decir las cosas como son. Hay una lavadora y una secadora que va con monedas y hemos metido ropa para vestir a siete colegios de primaria. Espero que el detergente sea potente porque hemos pasado por algo así como 8 ciudades antes de tener la oportunidad de volver a lavar la ropa. En fin, en esas andamos.

(pausa para ir a cargar la secadora) (pausa porque tengo que volver a por la botella de agua que se me ha olvidado - Javi, hijo mío, si no existiera el escroto habrías perdido los huevos antes de llegar a la adolescencia)








Tras atracar un menú buffet en la estación, comiendo como si hubiésemos llegado andando desde la Antártida, hemos decidido pasar el día en Akihabara, el barrio tecnológico de Tokyo, por multiud de razones. Primera, solo estuvimos unas horas en nuestra primera semana aquí y nos gustó bastante. Segundo, teníamos que comprar nuestra nueva cámara de fotos, con un presupuesto exactamente igual a la cuenta del restaurante de Kobe. Creo que hemos hecho una buena compra, y sin pasarnos de la cifra tope. Además, es un buen sitio para petardear, perderse y ver cosas que no ves habitualmente en España. Tiendas de manga y anime de varias plantas, librerías gigantescas y en nuestro caso, tiendas de juguetes antiguos impresionantes, espectaculares. Daban ganas de comprar la mitad de la tienda pero no tenemos ni dinero ni espacio en la maleta - estamos justo al límite, que son 46 kilos entre los dos.















Teníamos muchas ganas de volver a Tokyo, estamos muy cómodos aquí, y Akihabara es uno de nuestros barrios favoritos. El bullicio, la cantidad de gente, la posibilidad de comprar casi cualquier cosa, la sorprendente oferta que generan artículos que en España serían inservibles. Cafés que te sirven chicas vestidas de colegialas, tiendas tecnológicas en la que el género está casi por el suelo... todo menos artículos de Shin Chan. Os explico - el tipo que dobla en España al padre de Shin Chan es un gran amigo nuestro, Corti. Otra amiga de los tres, Keltse, nos dio la idea de encontrarle algún muñeco, camiseta, algo del padre de Shin Chan para él. Hemos preguntado en docenas de tiendas durante tres semanas y por fin hemos encontrado algo: una máquina de monedas que, echando 300 yenes, sacaba figuras de Shin Chan, entre ellos el padre. Hemos decidido echar nueve monedas para tener tres tiros y este es el resultado. ¿Lo conseguiremos?







Mañana visitaremos el Museo Nacional de Tokyo, el de Historia Natural y el parque de Ueno. Hemos quedado con unos amigos por la tarde para ir a un karaoke. David regenta uno de esos restaurantes, el Piccata, que es parte de nuestra familia en Barcelona, así que verle en Tokyo será una pasada. Solo quedan dos días, pero esto aún está lejos de acabarse. ¡Mañana más!




PD: He pasado por Hamamatsu y me ha hecho mucha ilusión. En 2006, comenté en televisión junto a Lluis Izquierdo el grupo entero del Mundial de Baloncesto que se jugó en esta ciudad. Fue en la Sexta y por supuesto, España ganó el Mundial. Pasar por ahí aunque fuesen unos segundos me ha devuelto muchos recuerdos de esos fantásticos días. La verdad es que echo de menos mi faceta de comentarista, pero hay muchos candidatos... y muy pocos puestos.

domingo, 30 de agosto de 2015

Día 20: Ciervos, templos y una gran sorpresa en Nara



Hola a todos desde Nara, sexta ciudad que visitamos en seis días frenéticos por la zona central de Japón. Mañana volvemos a Tokyo para rematar este gran viaje, uno de los mejores - quizás, el mejor - que hemos hecho. Hoy nos lo hemos tomado con tranquilidad. No sé por qué, pero anoche dormí fatal en Osaka. No sé si era la almohada, que parecía de una cárcel birmana, o el hecho de que se escuchaba un "clack" cada 10 minutos, que parecía que entrasen en la puta habitación a acabar con nosotros, o que había una luz que no se apagaba, el caso es que no he dormido bien - y esta mañana no estaba en la mejor de mis versiones, las cosas como son. 



La idea era llegar a la estación de Osaka y tirar dirección Nara. Menos de una hora, decía la web hyperdia, básica para todo el que viaje por Japón porque te da todos los horarios de todos los trenes. Ya puestos a hacer el gamba, hemos hecho el Reto de Bebidas Japonesas en el metro de Osaka. Esta vez tengo que confesar que he mentido. He dicho en cámara que estaba medio qué, pero la bebida rosa esa de mierda sabía directamente a PEGAMENTO, y de hecho poco después he subido un tramo de escaleras que, unido al sabor de la bebida, ha hecho que me marease momentáneamente. Eviten las bebidas de colores llamativos en Japón. Díganselo a sus hijos, pero no a sus enemigos. Esos, que se jodan, por puercos.




Hemos intentado llamar nuestro asiento en primera clase para Nara pero el eficiente y disciplinado operario nos ha mandado al carajo. No hay asientos reservados para Nara, porque el tren es de los cutres y no hay ni revisor, ni nada. Total, que hemos llegado al andén - todos los trenes a Nara salen por la vía 1 - y nos hemos subido en el primero que ha llegado. Ha sido un error por mi parte, porque no todos los trenes de la vía 1 van a Nara. De hecho, este era de una línea circular que nos habría dejado dando vueltas por Osaka hasta que los japoneses vuelvan a invadir Pearl Harbour. Nos hemos bajado en un sitio llamado Noda y hemos vuelto para atrás. No hay mal que por bien no venga, porque hemos vuelto para ver que el mito es realidad. Sí, hay vagones de metros solo para mujeres en Japón. Se ve que lo hacen porque los locales - y algún turista, fijo - les da por tocarle el culo a las señoras en hora punta. He intentado que Belén se meta en uno de esos vagones a cantar "It's Raining Men" sin conseguirlo. Al final, tras la confusión, nos hemos ido a Nara en un vagón bastante cutre.




No teníamos muchas expectativas en Nara pero nos ha sorprendido muchísimo. Primero, está bastante bien que el hotel estaba dentro de la estación, lo cual nos ha permitido ganar tiempo. Es un hotel que pertenece a Japanese Rail, con siglas JR. Hay muchos carteles en japonés en los que JR sale en caracteres occidentales. Nos imaginamos que el dueño de JR es como el personaje del mismo nombre en la mítica serie ochentera Dallas. Esto es, un japonés mayor, forrado de pasta, con un sombrero de cowboy y seis putazas en el regazo. El caso es que nuestra amistad con JR acaba mañana, cuando expira nuestro muy bien aprovechado Japan Rail Pass. Nada más llegar hemos descubierto que no era un domingo más en Nara. Había una serie de bandas bailando en una plaza, con la televisión grabando.







A pesar del cachondeo que había, hemos decidido tirar para la mayor atracción de la ciudad - el templo de Todai-ji. Es famoso por dos cosas, básicamente. Una, que dentro hay un buda gigante que impresiona mucho y dos, alrededor del templo hay un parque lleno de ciervos que más que ciervos parecen gremlins, los hijos de puta. Si les das de comer, los ciervos te persiguen, hambrientos como un fugitivo que lleva tres días corriendo tras escapar de la cárcel, te golpean y te joden vivo hasta que le das más comida. Vamos a empezar por el buda - el templo mola mucho, es grandísimo, y el buda es impresionante, despide un halo de paz y un buen rollo que ni Miliki en sus buenos tiempos.




Una de las supersticiones de este sitio es que hay un agujero en una columna dentro del templo y si pasas por dicho agujero, Buda te perdona todos tus pecados. O sea, si Yamamoto se ha follado a mil putas, ha matado a dos hombres por su infame corte de pelo y se la cascado en el Cruce de Sibuya, no problem, puede pasar por el agujero este y tachán, limpio a los ojos de Dios. No nos extraña, por tanto, que este señor haya hecho todos los esfuerzos del mundo en pasar por allí - a saber lo que habrá hecho este prenda. En mi caso no hay problema, primero, porque tengo la conciencia muy tranquila y segundo, porque ni untándome de vaselina todo el cuerpo y adelgazando 20 kilos quepo por esa mierda de agujero.








Ya que estábamos con las supersticiones, hemos pagado 200 yenes por conocer cómo le va a ir a Belén en el futuro próximo. A ver, dudo que haya alguna tarjeta que ponga que todo le va a ir como el culo, que va a tener multitud de caspa, en el curro le van a escupir y que su marido se va a hacer de Fuerza Nueva. Esas cosas no pasan, vaya. Lógicamente, le salió una tarjeta llena de generalidades, y en este caso bastante positivas.











Pero aquí lo que mola es la historia de los ciervos porque Belén ha salido al campo a dar espectáculo. Se ha traído unas galletas desde Osaka para repartirla entre los ciervos. Muy amorosa ella, creo que no era consciente de que los ciervos estos de los cojones son unos yonkis que igual se comen sus galletas que el pasaporte de algún turista gilipollas. Total, que Belén ha sido muy gentil a la hora de ofrecerle comida a estas criaturas del infierno... y los ciervos han dado bastante juego. Si tienen que ver un vídeo de esta aventura, no os perdáis los dos siguientes.





No contenta con el primer contacto con los ciervos y pensando "pobrecitos", Belén ha comprado COMIDA ESPECÍFICA PARA LOS CIERVOS, LO QUE LES GUSTA DE VERDAD. Pobrecitos, dice. Los ciervos son unos gordos, glotones, tragaldabas que andan locos por pillar lo que sea, especialmente lo que les gusta. Pobrecita ella, con la que le iba a caer encima en cuando sacase las putas galletas de diseño. Hasta le han mordido el culo. La putada es que, no sé por qué, el vídeo se ha perdido - lo grabé, pero no está en el móvil. Esta escena se queda solo para nosotros, con Belén tirando la comida al suelo y saliendo despavorida. Todo lo que nos quedan son unas cuantas fotos, eso sí, muy buenas. 







Hemos dado un paseo hasta la parte central de la ciudad y ahí es cuando ha llegado la sorpresa. Resulta que hay un festival de bandas en Nara. Gente disfrazada con vestidos de unos colores imposibles, tocando el tambor, cantando todos juntos en la calle. Las agrupaciones iban detrás de un vehículo que abría camino y detrás de ellos, alguien ondeando una bandera gigante. Todo un espectáculo. Había chicas no japonesas en algunas agrupaciones. Hemos grabado a tres grupos - el tercero, como eran rojo y verde, hemos dicho que son del Caja y están celebrando que seguirá habiendo baloncesto en Sevilla. Lo más importante es que no esperábamos nada de Nara y al final lo hemos pasado muy bien. Nos hemos hecho fotos con la gente, nos han deseado buena suerte... y ha sido un gran día.


















Y eso es todo, porque tras la comida y un paseo por la zona comercial de Nara, a mí me ha dado un bajón brutal y he necesitado de una siesta de dos horas. Después se ha puesto a llover como si no hubiese mañana y hemos decidido rescatar un clásico de nuestros viajes: ¡La noche de quesos y vinos! Comprar queso, vino, algo de pan bueno (que sorprendentemente hemos encontrado) y montar una cena de puta madre en nuestra habitación. Alguno pensará que es una cutrez, pero será el típico gilipollas que sale a comer a un Kentucky Fried Chicken guarro en medio de la lluvia mientras nosotros nos comemos un pedazo de bocata de jamón ibérico con un vino chileno estupendo, echándonos unas risas. Y ese pobre mamón mojándose por ahí y comiendo como el culo. Bueno, lo único reseñable es que nos encontramos a un grupo de muchachos locales que el más joven tendría 56 años cantando en plan protesta por algo... pero parece que decían "sexo, amor y paz". Si es así, los apoyamos al 100%.




Resumiendo: que lo hemos pasado mejor que bien en Nara, que se lo recomendamos a todo el mundo. Y que tenemos muchas ganas de volver a Tokyo, aunque eso signifique que estamos muy cerca de que se acaben nuestras vacaciones. Lo estamos pasando muy bien, Japón nos ha sorprendido de un millón de formas... y vamos a vivir estos días a tope. Lamentablemente, no hay ciervos sueltos en Tokyo. Lo de hoy ha sido muy divertido. Aún creemos que a mitad de noche tendremos a 10 ciervos tocando en la puerta de hotel pidiéndonos jamón...

...y lo poco que nos queda lo defenderé con la vida. ¡¡¡La madre de Bambi era mala!!! ¡¡¡Hijos de puta!!!

sábado, 29 de agosto de 2015

Día 19: Osaka mon amour



Buenas desde la bonita ciudad de Osaka, no, que cojones, a quién queremos engañar? Osaka no es una ciudad bonita, ni siquiera es muy limpia, ni moderna del todo, pero, palabrita del niño Jesús, que es una ciudad muy interesante.

Esta mañana hemos amanecido en Kobe y el día no ha podido empezar de mejor manera que con un reto de bebidas a traición y en ayunas... Ahora Javi debe haber quedado ensalzado a figura de mártir total, pero no se me echen las manos a la cabeza, que es solo para darle un poco de vidilla al asunto, que si no, entre tanta estación y tanto vending al final todo parece lo mismo. Aquí las imágenes del dulce despertar de Javi:



Nos hemos plantado en la estación y pretendíamos tomar allí un desayuno tranquilo, pero estos señores japoneses desayunan raro y, tras sentarnos en una especie de cafetería y ver la carta de ensaladas de desayuno y pescados variados, nos hemos levantado, no sin quedar como dos guiris tontosdelculo y nos hemos ido a lo fácil, un sandwich y un café con leche de los que venden aquí en botella y están buenísimos (palabra!).





En 15 minutos de reloj y habiendo creído ver a Miguel de La Quadra Salcedo en la estación de Kobe, nos hemos plantado en Osaka y nos ha recibido con un calor de esos que te azotan fuerte y te hacen sudar cual cochinita, lo cual me recuerda que aquí hay muchos hombres que salen a la calle con la toalla por el cuello en plan Rocky IV y, sientiéndolo mucho por un buen amigo al que le parece una buena idea, tengo que decir que me parece una cochinada enorme, que si se suda, pues se suda, pero ir secándose el sudor con una toalla... arrrrggg, que grima más grande oiga!

Como tenemos embarcadas a Pepa y Pepe caminito de Tokyo, nos hemos dirigido, con nuestro poco equipaje, hacia el hotel y tengo que decir que cada vez nos manejamos mejor por estos lares, en serio, creo que ya es la intuición, pero nos ubicamos inmediatamente y pallá que nos plantamos en un santiamén.




Habiendo dejado nuestras mochilas en el hotel nos hemos dirigido hacia el castillo de Osaka, caminando una media hora desde nuestro hotel con toda la solana encima, pero el caminito ha merecido la pena, ya que es una ciudad muy distinta a lo que hemos visto aquí hasta ahora. Si la tuviéramos que comparar con alguna ciudad de España sería Madrid, edificios gubernamentales, grandes avenidas, tráfico intenso... una ciudad más desordenada que el resto que hemos visto de Japón, pero en el fondo se agradece comprobar este punto de humanidad, que estaba todo demasiado colocadito y perfecto y un poco de roña, de vez en cuando, no hace daño. Incluso aquí la gente es más fea ¡vivan los feos!






El castillo es una fortaleza increíble, enorme, segura y super bien conservada, sobre todo teniendo en cuenta que a uno de sus primeros pobladores le dio por incendiarlo todo cual Nerón embrutecido y el castillo en cuestión las ha pasado canutas, pero la visita es obligatoria. Fuera del castillo hay un ambiente brutal con puestos de comida, bebida, animación gratis (si, gratis), incluso te enseñaban a luchar como un Samurai y luego, dentro, una fortaleza de 8 plantas a las que puedes acceder en ascensor hasta la 5ª, luego el resto de la subida es cosa tuya, pero merece la pena, incluso, en una de las plantas, nos hemos vestido de samurais para el disfrute de la afición, ya que nos hemos convertido en la sensación del momento. Ver la primera foto de esta entrada y alguna más por aquí










De nuevo caminata a tope, que, con la tontería, parece que nos estemos entrenando para algo serio, pero nos sentimos fuertes y ágiles, de hecho, queremos conservar este ritmo una vez volvamos a Barcelona, a ver si sacamos algo bueno de esto.









Por la tarde nos hemos dirigido a una calle comercial que tiene unos 2,5 km y que ha sido muy curioso de ver, ya que las tiendas no tenían nada que ver con lo visto hasta ahora, todo como más cutre y antiguo, pero que nos ha entretenido un montón y, sobre las 18:00, de repente, sin saber cómo ha pasado, nos hemos visto rodeados de familias con niños que hacían cola delante de improvisadas tómbolas y extraños pasatiempos infantiles. La cosa funciona de la siguiente manera: Se compran unos vales y, a cambio, los niños pueden jugar a diferentes juegos de azar por toda la calle, como una ruleta, lanzar aros, intentar pescar un pez. Si ganan se llevan premio, si no, pues se joden. Aquí están flipados con los juegos de azar, creemos que los están aleccionando para, en un futuro próximo, ser público objetivo del estresante pachinco de los cojones.





Entre una cosa y otra se nos ha pasado la tarde y hemos comprado un poco de arte local para nosotros y nuestras familias, algo muy bonito que seguro que ocupará un lugar especial en sus casas. Agotados del todo, hemos necesitado un poco de posición horizontal en el hotel, lo suficiente como para coger fuerzas y volver a irnos por el centro a cenar, lo cual ha merecido la pena, ya que la ciudad ha adquirido una vida impresionante y las opciones de comida en esta ciudad son inacabables, así que hemos elegido un pequeño restaurante de tempura y luego nos hemos gastado algunos yenes jugando a maquinitas arcade, haciéndonos fotos de esas que te tunean en plan manga e intentando sacar un kumamon de una máquina de esas de gancho, vaya, que entre una cosa y la otra se nos han dado las tantas, mamoneando, hueveando, kumamoneando, que es lo que uno tiene que hacer en vacaciones.






Llevamos tres días sin ver casi a ningún occidental, lo cual se agradece, pero mañana ya se nos acaba la "exclusividad", que si hay un lugar turístico en Japón es donde vamos mañana.

Mañana nos vamos a Nara, a ver más ciervos, un Buda gigante y templos relajantes, penúltimo paso hasta volver a la locura de Tokyo y despedirnos de esa ciudad como se merece, con la mejor de nuestras sonrisas.

En cuanto Javi se termine el baño que se está dando le dará unas pinceladas a esto. Gracias por viajar con nosotros ;)

Belén

P.D.: Ya tengo la bebida del reto de Javi para mañana y solo puedo decir una cosa: ES ROSA! muahahahahaha



(anexo by Javi)

Pues sí, Osaka es una ciudad caótica y desequilibrada, pero cada día estamos más cómodos en sitios así. Es difícil añadir nada a lo que ha dicho Belén. Nos ha hecho mucha gracia que se ha subido un japo en un ascensor que se parece a una persona que conocemos. He imitado a esa persona y el japo se ha reído. Cómo ha pillado el chiste, ni puta idea.

El trayecto de tren de hoy han sido 13 minutos, es el tiempo que tarda el Shinkansen entre Kobe y Osaka. Belén directamente ha subido, se ha ido a mear y ha recogido las cosas para bajarse del tren. Llegó, orinó y se fue.

Tenemos muchas ganas de ir a Nara mañana y ver cómo tratan los ciervos a Belén. Me aseguraré de que lleve cacahuetes para surtir el zoo de Nueva York... y así conseguir que los ciervos la troleen y podamos hacer un vídeo gracioso. ¡Hasta mañana!