Día 11: Kyoto y nuestro mejor día en Japón

Hola a todos desde Kyoto, ciudad que nos ha maravillado desde el primer día - que viene a ser hoy, vaya. Lo primero de todo, debo decir que los comentarios en el blog y las visitas a nuestro humilde rinconcillo en Internet van bajando según nuestro viaje va hacia adelante. Hay que decir que el objetivo principal de este blog son dos: 1) informar a familia y amigos de que todo va bien y que vean nuestras fotos de vacaciones sin tener que juntarlos en casa y aburrirlos miserablemente y 2) que nos quede un recuerdo imborrable el cual visitar años después. Aún con todo, nos gusta que la gente nos lea, especialmente en días que acabas el blog a la 1 de la mañana reventado. Así que vamos a hacer un pacto, vosotros y nosotros. Vais a recomendar el blog a vuestros amigos y qué cojones, también a vuestros enemigos, a ver si esos hijos de puta se dan cuenta de lo bonito que es viajar. Y nosotros prometeros daros más espectáculo, empezando por hoy. 

Porque el mejor día del viaje merece la mejor entrada de blog. Por supuesto, los comentarios son más que bienvenidos y los podéis dejar al final de esta página. Empezamos. 

Hemos amanecido en Takayama. Servidor de ustedes ha dormido como el culo porque el aire acondicionado hacía un ruido infernal. Hemos bajado nuestro famoso jamón del bueno a desayunar para envidia de todos los occidentales que había por allí. No es lo mismo pan con mantequilla mierdosa que pan con jamón cojonudo. Teníamos que estar listos para un transbordo muy rápido en Nagoya - tan solo 9 minutos para cambiar de tren, rumbo a Kyoto. Lo hemos hecho bastante bien, la verdad. Joder, nos ha sobrado tiempo para entrar en una tienda, comprar una Coca Cola verde (?) y hacer el Reto de Bebidas Japonesas según llegaba el tren. Siendo una Coca Cola, era previsible que no iba a ser la gran asquerosidad, pero es que ayer bebí MOCOS, coño. Es que bebí MOCOS. Me cago en las putas muelas del gilipollas sádico que pensó "miren, ¿qué tal si a este refresco de uva le metemos un ectoplasma semisólido para aterrorizar a la gente?".



Hemos dicho que el Shinkansen, el famoso tren bala japones, es impresionante, y también hemos hecho un vídeo para que no os perdáis lo que es su clase business. Dicho mal y pronto, si venís a Japón y es una vez en la vida, estiraros y comprad el Green Pass, la clase business, porque la diferencia es mínima y merece mucho la pena. Pasen y vean.



No hemos tardado mucho en llegar al hotel. Hemos comprado cuatro pases de dos días, dos por cabeza, para subirnos en trenes y metros sin límite. Belén ya ha perdido uno, pero dice que está solo extraviado, que lo encontrará. Llegamos al hotel y no tenían la habitación preparada. Tampoco han llegado las maletas, que han vuelto a ser mandadas por la empresa esa del Gato Negro que nos recomendó nuestro amigo el catalán. En un acto de gilipollez sin precedentes por nuestra parte, nos hemos dejado los resguardos de las maletas en Takayama, así que si no llegan, no podemos reclamarlas. Ahora es cuando nuestro amigo el catalán desvela la trama, se pone la ropa de Belén y sale a la calle cantando el cumbayá. Lo veo venir. Tras por fin entrar en el hotel, hemos decidido ir a un sitio de fideos que lo ponían muy bien, pero que estaba en medio de un edificio, entrando por una calle lateral. Sorprendentemente, lo hemos localizado a la primera. Belén ha entrado en el local, pero solo vio un pasillo para empleados. Yo traté de llamar al camarero desde fuera.

- Illo!!!! Illo!!!! Comer!!! Comer!!!! (llevándome la mano a la boca)

El camarero se ha girado y ha hecho la señal de la X con los antebrazos. Significa cerrado. Claro, conciso y directo. Esto no lo tenemos los españoles. Hoy mismo, Belén estaba dentro de un supermercado al lado del hotel y he tratado de decirle con gestos que tenía una urgencia de baño. Al final he entrado y he gritado desde la puerta: "QUE ME VOY A CAGAR!!! JODER!!!" - total, aquí no te entiende nadie, qué más da. 

Como había poco tiempo, hemos ido al Pabellón de Oro y nos ha MARAVILLADO. Dicen que es el templo más bonito de Japón y hasta ese momento, creíamos que era así. Es algo majestuoso, difícil de explicar con palabras. Así que hemos hecho dos vídeos - en este caso las palabras sobran.





Nos han pasado un par de cosas más a la salida del Pabellón Dorado, a saber. Como el Reto de la Coca Cola verde ha sido un poco mierda, hemos decidido utilizar el as en la manga que teníamos desde hace días - una bebida con sal y fresas a la que Belén le tenía echada el ojo desde el Día 1 y que está prácticamente en todas partes. Segundo, no es la primera vez que a Belén le hacen una entrevista para un periódico escolar por esos mundos de Dios. Eran cuatro chicas terriblemente tímidas, más cortadas que los calzoncillos de Eduardo Manostijeras con picor de huevos. Ya puestos, he hecho una foto - que encabeza esta entrada de blog - y un vídeo.

De ahí hemos cogido un autobús que nos ha llevado al Barrio de Gion, el famoso centro histórico de Kyoto. Las mejores cosas pasan por casualidad. Teníamos que contar 19 paradas hasta el sitio que queríamos ir y en 5 minutos ya habíamos perdido la cuenta y no sabíamos dónde coño bajarnos. El caso es que nos hemos pasado un poco, así que hemos tenido que andar hacia atrás. Hemos visto la puerta de un templo con una cuesta pronunciada. Tras la cuesta había el templo en sí, al lado un otro más, y otro más, impresionante de verdad. Nos ha gustado - quizás por el factor sorpresa, quizás porque atardecía, quizás porque sea mejor - que el famoso Pabellón Dorado. Se llama Yasaka Shrine y se lo recomendamos a todo el mundo. Es un espectáculo, y al atardecer, con las luces encendidas, mucho más.

Estando en Tokyo y con el único propósito de hacer el chorra, Belén compró dos máscaras bastante absurdas, una de pollo y otra de rana. Gracias a esta compra bizarra hemos tenido uno de los mejores momentos del viaje. Había una niña pequeña que llevaba una máscara de rana. Belén se ha puesto la que se compró y ha empezado a jugar con la niña. Esto, en España, haría que los padres le pegasen dos hostias a Belén, pero esto es Japón, un sitio donde la gente cree en la bondad por naturaleza. No solo no han apartado a su hija de Belén, le han pedido que fuese con ella y hasta se han hecho fotos. Fantástico. Como colofón, Belén ha regalado uno de los abanicos de Ming a la niña. Esta historia es cojonuda, pero sería mucho mejor si hubiese un vídeo. Bueno, no hay un vídeo. Hay dos. Me imagino qué habrá pensado la niña al principio - "esta guiri ha perdido la cabeza" y al final - "estos guiris son geniales!".

Posteriormente, y aún en el Yasaka Shrine, Belén vio a cinco chicas vestidas con kimono y en agradecimiento por hacerse una foto con ellas les cayó un abanico de Ming. A la más alta, de hecho. La gente es tremendamente simpática aquí. No quiero ni saber qué pensarán de los españoles, porque a los japoneses les roban día sí y día también en nuestro país. Da una vergüenza ajena terrible, porque ellos no pueden ser más amable con los extranjeros, y Japón es el país más seguro que conozco. Hay mucho hijoputa suelto en España, desgraciadamente, desde los puestos directivos del país hasta a pie de calle. 

Hemos acabado el día cenando en el Gion Corner, el barrio más tradicional de Kyoto, con casas de maderas por todas partes. Curiosamente, los extranjeros no callejean por estos barrios, cuando la esencia de viajar es eso - perderse, callejear, mantener los ojos abiertos, y sobre todo en un sitio tan seguro como este. Volveremos de día para hacer mejores vídeos. Hemos encontrado un montón de bares al lado del río y decidimos cenar en uno de ellos. Otra vez, éramos los únicos no japoneses. Menú único, ellos te ponían lo que querían. Había que entrar sin zapatos y sentarse en el suelo con las piernas cruzadas. Claro, yo tengo la circulación igual que la M-30 un viernes a las 3 de la tarde, y yo no sé qué coño he hecho pero se me han dormido las dos piernas. He intentado moverme, pero no podía. He empezado a rezarle a todos los santos, a Doreamon, a Kumamón. He pensado que me tendrían que levantar entre cinco o irme de allí reptando hasta el hotel. Todo eso, junto con una gama de movimientos extraños ante la atenta mirada de todo el mundo, ha hecho que Belén y yo tuviésemos un ataque de risa tremendo. Hemos grabado el último minuto, creo que expresa el momento muy bien.

Mañana... pues no tengo ni idea de lo que vamos a hacer mañana, pero intentaremos que esté a la altura de lo de hoy. ¡Aún queda mucho viaje!

PD: Se me olvidó deciros que en Takayama hicimos una especie de vodevil en una cafetería. Nos sentamos, era un sitio cochambroso, nos trajeron dos vasos de agua y vimos que nos iban a cascar 12 EUR por dos cafés. Entonces yo dije "oh, Dios mío, se me ha olvidado la cartera" con la misma naturalidad que Paquirrín en Torrente. Y Belén dijo "oh, cómo puedes ser tan gilipollas, volvamos rápidamente a por ella" para no volver más. Me pregunto qué habrán hecho con los dos cafés de mierda. De todos modos, chicos y chicas, no hagáis estas cosas por ahí, cojones, que está feo. Aunque más feo es clavarle 12 EUR a unos guiris por dos tazas con agua sucia, qué coño.

PD2: ¡Comenten, compartan, recomienden!