Día 6: El Parque Yoyogi y cena con amigos

Hola a todos. Hemos pasado un día estupendo en Tokyo, aunque lo que parecía una jornada sin actividad frenética ha sido más bien todo lo contrario. El calor ha apretado muchísimo y los dos hemos llegado al hotel bastante hechos polvo. Tras acostarnos ayer tardísimo después de los conciertos y el viaje el taxi con Natalie, no hemos arrancado antes de las 13:00, en dirección al parque Yoyogi. Dos objetivos en mente - uno, ver a los rockers que bailan a la entrada del parque y dos, ver a las chicas - y algún chico - que posan rollo cosplay en el Puente de Harajuku los domingos por la tarde.

El primer objetivo ha sido verdaderamente satisfactorio. Ahí estaban ellos, un puñado de rockers, algunos muy veteranos, otros jovencísimos, luciendo sus tupés, sus camisetas personalizadas y su rollo así como de matón. El problema es cuando se han puesto a bailar. De ser una panda de tipos duros que impresionaban solo con la mirada, han pasado a ser la versión salchichera del ballet de Nureyev. Hostia, qué decepción. Si los que hicieron la mítica película Quadrophenia levantasen la cabeza, volverían atrás en el tiempo y harían la secuela de Siete Novias Para Siete Hermanos, evitando así este ridículo espantoso.




Pese a todo, Belén ha hecho buenas migas con ellos y se han hecho acreedores de nuestro segundo Abanico de Ming. Ming es poderoso, Ming es cojonudo, Ming rompe nueces con el nabo, Ming es genial. Ha sido un momentazo, porque los rockers le han regalado un abanico a Belén en agradecimiento. Son buenos tipos aunque bailen como el mismísimo culo - hay que decir que estos dos no estaban bailando, lo cual les da bastante crédito, visto lo visto.




El segundo objetivo ha sido un fracaso absoluto. No había nadie vestido rollo manga, nadie posando en plan cosplay, nada de nada. Quizás estén de vacaciones, aprovechando el parón escolar. Quizás hayan dejado de posar en ese sitio específico. O quizás, solo quizás, hayan elegido un lugar más apropiado para posar, algo más acorde con su categoría, como el culo de su madre. El caso es que pasamos cuatro veces por el sitio, paseamos por todo el parque... y nada de nada.

Más - el parque Yoyogi es sensacional un domingo por la tarde - la gente está muy relajada y ves artistas callejeros de todo tipo aunque NINGUNO supera al percusionista con la gorra ciclista del Reynolds. ¡¡¡DEL REYNOLDS!!! El tipo tocaba los tambores y yo me imaginaba a Ángel Arroyo y Perico Delgado llegando primero y segundo en el Puy de Dome en 1983. Había malabaristas, artistas del frisbee, percusionista, bailarines, gente saltando a la comba. Muy buen rollo en general.

El Parque Yoyogi es famoso por dos cosas. La primera es que alberga uno de los templos más bonitos de Tokyo, el Santuario Meiji, al que se accede por un camino realmente espectacular. Es el primer templo que visitamos en Japón y obviamente no será el último, porque en Kyoto, por ejemplo, no hay mucho más que hacer. Nos hemos encontrado con una pareja de catalanes que nos han dado un truco cojonudo - mandar las maletas por correo al siguiente destino para evitar cargar con ellas. Mandar dos maletas de 25 kilos vale más o menos 25 EUR y en esos días en los que tenemos que hacer una ciudad cada menos de 24 horas, el tiempo extra será más que bienvenido. Seguramente lo hagamos tres veces durante el viaje, se ve que estos jipis están especializados en esta movida de llevar maletas arriba y abajo. El templo en sí merece la pena visitarlo, aunque el calor y el largo paseo por el parque ha hecho que llegásemos con la lengua a la altura de los tobillos.

En dicho camino hacia el templo hay una de las atracciones - bueno, atracción... tampoco, una de las _cosas_ - más fotografiadas de Japón: una serie de barriles de sake decorados y puestos en un mural. Todo el mundo hace la misma foto y nosotros no íbamos a ser menos. Justo enfrente hay una colección de barriles de vino de Borgoña. Vino y sake, no saben nada estos cabrones. Otra cosa importante acerca del parque Yoyogi es que los grillos no paran de cantar a todas horas.

Por la noche y tras un más que necesario pit-stop en el hotel, hemos quedado con unos amigos italianos - dos parejas que han venido con sus hijos, uno por pareja, y que llevan 15 días en Japón, yendo a sitios que visitaremos pronto. Andrea y yo trabajamos en la misma empresa y ha sido muy especial verle tan lejos de nuestro ambiente habitual. Su familia es encantadora y sus amigos, también. Los hemos llevado al restaurante de carne de al lado del hotel y lo hemos pasado verdaderamente bien - ellos nos han dado consejos, nosotros a ellos, echando una buenas risas sobre nuestras impresiones de Japón y su gente. Se agradece una velada tan tremendamente agradable y les deseamos un buen final de viaje a los seis.

Mañana es un día grande para nosotros - el Palacio Imperial por la mañana y el Robot Restaurant por la tarde. ¡¡¡No podemos esperar!!!

Y por supuesto, ningún día sin el Reto de Bebidas Japonesas.




Javi

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