Día 12: Arashiyama y primer contacto con Fushimi Inari

Hola a todos, aún desde Tokyo - seguiremos por aquí hasta el lunes. Hoy nos ha tocado visitar la zona de Arashiyama, que está a las afueras de la ciudad. Tiene tres cosas importantes que ver, a saber: 1) un templo enorme (Templo Tenryu-ji) con su correspondiente jardín, 2) un camino dentro de un bosque de bambú y 3) un parque lleno de monos. A primera de la mañana, nuestras maletas Pepe y Pepa aún no habían llegado, así que descartamos la opción 3) por principios. Hay pocas cosas peores que te pierdan las maletas, pero una de ellas es que un mono loco te robe la cartera y te deje indocumentado. Una polla para el mono. No. 

Así pues, y tras desayunar en una cafetería rollo francés, pusimos rumbo al Templo Tenryu-ji. Hemos encontrado bastante similaridades entre Kyoto y Sevilla - gran tradición histórica, muchos bares al lado del río y, sobre todo, que su red de autobuses es más popular y llega a muchos más sitios que su mierdosa red de metro. En Kyoto es fundamental moverte en autobús y Belén es la jefa de la ciudad gracias a un mapa que yo creo que ya ha memorizado. Es acojonante, no falla nunca. Hemos llegado sin problemas al Templo Tenryu-ji y la verdad es que las expectativas eran ni fu ni fa, pero nos ha encantado. El templo en sí es grandísimo, obviamente con tatami para alicatar tres chalets de mafiosos gallegos, pero es el jardín lo que nos ha maravillado. Plantas muy exóticas, un pequeño bosque de bambú - mucho mejor que el oficial, por cierto - y pequeños riachuelos por todas partes. 

Lo divertido - hasta cierto punto - es que había dos entradas distintas, una para el templo y otra para el jardín, pero solo había que saltar una barandilla para ir de uno a otro. La película ha ido así: anteriormente quisimos entrar a otro templo que valía 500 yenes y era una birria. Fingimos que nos habíamos olvidado algo pero nos dieron una bolsa de plástico. Llevamos los zapatos en la bolsa durante la visita al Templo Tenryu-ji por miedo a que nos los mangaran - los locales no, pero algún guiri seguro que tiene la mano larga. Y una vez allí, con los zapatos en la bolsa y teniendo que dar un salto de literalmente 30 centímetros - pasar la pierna de un lado al otro - nos colamos. Con tal mala suerte, eso sí, que tropecé y casi me cargo la madera de separación. ¿Si se tiene entrada a un sitio y te cuelas de un lado a otro por no dar un rodeo, es colarse? Nosotros pensamos que no, que habíamos pagado la entrada, y que el rodeo, que era como un kilómetro, lo iba a dar su puta madre. 

Hemos hecho dos vídeos interesantes dentro del parque. Uno, en un estanque lleno de peces grandes hemos tirado dos o tres galletitas saladas - bueno, igual eran más - montando una revolución marina de tres pares de cojones. Seguramente estaba prohibido, pero no lo vimos por ninguna parte. El segundo, claro, es el Reto de Bebidas Japonesas de hoy.










Posteriormente, y tras la segunda entrevista a Belén en dos días - a este paso vamos a salir en las noticias - hemos intentando localizar el camino este de bambú y hemos acabado dando un rodeo completo a la zona de Arashiyama. Realmente estaba a escasos tres minutos de donde estábamos inicialmente pero explorar esa zona ha sido muy interesante. Hemos ido por un caminito al lado del río y nos hemos encontrado con dos españoles de Rubí, muy simpáticos. Hemos intercambiado experiencia y coincidido en lo fundamental - que a todos nos iría mejor si confiásemos en la gente de la forma que lo hacen los japoneses. Respeto, valores, integridad. Había un puente, gente navegando con barcas y los más vagos - o lo más poderosos económicamente - cogiendo el Jinrikisha, un método de transporte tradicional que es simplemente un jipi tirando de un carro en el que vas tú sentado. Me he interesado por el precio del servicio. 

- Hola, amable señor japonés. Mi nombre es Javi, ¿cuánto cuesta subirse en la movida esta?
+ Pues mire, a este señor de aquí le he cobrado 1000 yenes la media hora. Por ser usted extranjero y viendo su volumen, para usted serán 3000 yenes la media hora.
- Qué contrariedad, oiga. Me parece excesivo, mucho me temo que ni su santa madre se va a subir en su CARRO DE MIERDA, CABRÓN, ESTAFADOR.
+ Es lo que hay, gordo de mierda. Va a cargar contigo tu puta madre.
- Una cosa. ¿Si son 5000 yenes la media hora puedo atizarte con un látigo? Es una buena oferta, y prometo no insultarle mucho.
+ (larga pausa) Cuidado conmigo, que por las noches soy samurai. Y te puedo rajar de arriba abajo, gilipollas.
- Retiro lo dicho, pues. Que pase usted un buen día. ¿Puedo hacerle un vídeo para mi blog?
+ Desde luego, guiri asqueroso y su bella mujer. Proceda, proceda.

 

Al final hemos llegado al camino de bambú y ha sido bastante chulo, aunque quizás nos haya gustado más la zona de bambú que había en el Templo. Aún así ha merecido bastante la pena, aunque había muchísima gente. Nos ha hecho mucha gracia una petición en un pequeño templo que pedía que el Partizán de Belgrado gane la UEFA Champions League esta temporada. Siendo sinceros, es más probable que Kumamón cobre vida y abuse sexualmente de todos y cada uno de los japoneses... que el Partizán gane la Champions. Hemos parado a comer en un sitio estupendo, otra vez en un sitio sin guiris. Dos platos - una sopa con fideos y otro más contundente - por 12 euros cada uno. Belén pidió una tempura de gambas y yo, un plato de pollo rebozado, huevo y arroz que estaba para quedarse a vivir con esas tres señoras pequeñitas. Qué amables son, por Dios.




El camino extra nos dejó bastante hechos polvo y estábamos intraquilos por el paradero de Pepe y Pepa. No es que hubiesen llegado, es que el staff del hotel nos las habían subido a la habitación. Japón está lleno de detalles como estos. La idea era subir al famosísimo Fushimi Inari de noche, para aprovechar la fresca. Hemos ido hasta allá, hemos entrado y es impresionante, todo lleno de puertas japonesas rojas (toriis) donadas por la gente para tener suerte en los negocios, o eso dice la Wikipedia. El caso es que estábamos solos y el camino, unos 4 kilómetros, se hace por el monte. Una vez escuché que los japoneses tenían, en la ocupación de Taiwan, un laboratorio para hacer serpientes mortales. Cuando se fueron porque perdieron, soltaron las serpientes en un monte. Es famosa la serpiente taiwanesa de los tres pasos - es lo que puedes hacer antes de morir. Ese recuerdo, que estábamos cansados y sobre todo, solos en un monte ha hecho que valientemente pasemos de subir arriba. Volveremos el lunes, como estaba inicialmente previsto, al atardecer y con más gente alrededor. Cada vez que se nos cruzaba alguien parecía que nos mirara como si nos fuese a matar, el muy hijo de la gran puta. 

Mañana veremos más templos por la mañana, volveremos al Gion Corner por la tarde... y tengo un amigo en la ciudad, también de visita. Planeamos cenar con él. ¡Ya os contaremos! Os dejo con un vídeo especial que ha hecho Belén, resumiendo nuestro viaje hasta ahora. Es un premio por llegar leyendo hasta aquí, que os conste. ¡¡¡No os lo podéis perder!!!