viernes, 28 de agosto de 2015

Día 18: Orgasmo gastronómico en Kobe



Hola a todo el mundo desde Kobe, una de las ciudades más grandes de Japón. Lo prometido es deuda y vamos a empezar por todo lo que hicimos anoche, a saber, irnos de farra por Kumamoto. No esperábamos nada especial pero fue una gran noche: había muchísima gente en la calle, muchísimos bares abiertos y fue espectacular, de verdad. Sabíamos dónde queríamos terminar la noche - en el Rock Bar Days, que ha resultado ser uno de los mejores bares musicales que haya visto en mi vida - pero no cómo la íbamos a empezar. Decidimos meternos en el primer resturante que nos gustase a cenar, y así fue. 



Lo que pasó fue un poco surrealista. Vimos un sitio con carne buena y brochetas de todo tipo, así que fuimos para allá, en el segundo piso de un edificio done no parecía haber nadie más. Entramos en el restaurante en cuestión y NADIE hablaba inglés. Es más, tampoco había carta en inglés. Nos quitamos los zapatos y, al entrar, todos clavaron su mirada en esos dos guiris tan grandes que asomaban por la puerta. Tenía que haber dicho algo tipo: "sí, qué pasa, fui yo quien mató a Manolete", pero no tuve huevos - aunque no me habrían entendido. Pedir las bebidas fue fácil, pero la carta... fue otra cosa. El dueño del local, un japo eficiente y superconcentrado, nos pasó un iPad con fotos de sus platos en japonés, y así pudimos pedir, los dos sentados en la barra, sin zapatos, en el segundo piso de un edificio en el centro de Kumamoto. Cómo mola, joder. 



Al final pedimos un surtido de brochetas, unas muy socorridas empanadillas y una carne que tenía buena pinta. La carne vino cruda en un plato y preguntamos - con gestos - si nos iban a traer algo para freirlas un poco. El japonés se debió descojonar por dentro y pensar "estos dos guiris son imbéciles", porque el plato estrella del sitio era carne cruda, tal cual. Con una salsa. Al principio nos horrorizó pero al final estaba bastante buena. Luego nos fuimos a una especie de tienda de Todo a 100 yenes gigante en la que había mucha gente y un poco de todo, pasamos por una mierda de bar de mojitos donde nos atracaron miserablemente antes de llegar al Rock Bar Days. 








El bar estuvo a la altura de las altas expectativas. Unos 6,000 CDs y dos empleados - el dueño del bar, muy serio, ponía las bebidas, y una japonesa cincuentona con muy buen criterio para el pop internacional ochentero - Echo and The Bunnymen, Depeche Mode, U2, The Pale Fountains, Queen, Alan Parsons... - ponía la música. Podías pedir cualquier canción en cualquier momento, de la siguiente manera. Tú decías el grupo, ella te traía todos los CDs que tenían de esa banda y tú elegías la canción que querías. Así pedimos canciones de The Smiths, Aztec Camera, Radiohead, Morrissey y The Cure, todas en concordancia con el tipo de música que estaba poniendo. Pasamos un rato tranquilo bebiendo gintonics en un cómodo sofá. Lo pasamos bien, vaya. 





Esta vez sí, cogimos el tren correcto a Kobe - más de tres horas de camino en el Shinkansen - y, con un Reto de Bebidas Japonesas de por medio, nos dio tiempo a hacer una gestión relámpago para poder comer la famosa carne del lugar, el buey de Wagyu, la considerada mejor carne del mundo. Localizamos uno de los mejores restaurantes a apenas unos metros de la estación central de Kobe, Belén miró en Tripadvisor y encontró la forma de ir al sitio, que no era fácil ni mucho menos. Entre los dos hallamos el camino y nos dijeron que no, que había que reservar por lo menos tres días antes. Le dije que no nos importaba esperar, que nos metiera a la hora que fuese, y así fue - a las 14:45. Los chicos que iban detrás de nosotros, también españoles, fueron rechazados a continuación, los pobres mamones. Como teníamos una hora y media, localizamos la mejor atracción cerca de la estación - una catarata que está justo detrás del edificio. Fuimos para allá, hicimos unas fotos y hasta nos dio tiempo que jugar una partida de cartas. Somos unos cracks. Es para estar orgulloso, de verdad. 





Total, que volvimos el restaurante y allí estaba Sakata, nuestro cocinero, dispuesto a cocinar delante vuestro la mejor carne del mundo. El tipo no era muy simpático pero vaya, tampoco habíamos ido allí a que nos cuenta chistes de leperos, qué coño. Ya puestos, fuimos a por la mejor carne que tenía, en un menú que también incluía un entrante, una ensalada y un café. Y así fue, el tipo sacó lo mejor que tenía y lo cocinó con infinita paciencia y elegancia. Es de estas cosas que no se pueden explicar con palabras - el contacto de la carne en tu boca, cómo se deshacía en el paladar... así que muy catetamente por nuestra parte, hemos hecho unos cuantos vídeos. Es la única forma de explicarlo, de verdad. Incluído un pensamiento de irnos sin pagar, descartado por la poca movilidad que teníamos post-almuerzo. Eso, y que por lo que hemos pagado, podrían tener a un cinturón negro de karate noveno dan escondido tras la salida de emergencia para darnos dos hostias bien dadas.











E hicimos muchas fotos, como estas: 






No, no fue barato en absoluto, pero es una cosa de las que haces una vez en la vida y que siempre recordaremos. Tuvimos que coger un taxi - la idea inicial era volver en metro - para llegar y ponernos un buen rato en posición horizontal. Por supuesto, la empresa de los gatetes propiedad del catalán ya había mandado las maletas a nuestro hotel. Hemos aprovechado para rehacer un poco las maletas. Tarzán me van a llamar. ¿Por mi grito huracanado, por mi potencia sexual? ¡No! Porque solo me queda un par de calzoncillos limpios. Tengo tres secándose aquí en la habitación, espero que estén listos para mañana.



No ha habido mucha actividad después de la visita al restaurante que, por cierto, se llama Wakkoqu. Hemos dado una vuelta por el puerto de Kobe, que está muy cerca del hotel, y hemos visto su imponente torre, que además se puede ver desde nuestra habitación del hotel. Tiene unas vistas impresionantes, y el personal es atento hasta lo ridículo en unas cosas... y terriblemente ineficiente hasta la náusea para otras. Nos han acompañado dos chochis hasta la habitación, pero parte de nuestro equipaje se quedó abajo sin que nadie lo subiera. Tuve que bajar a por él y vi que a otros huéspedes sí se lo subían. Le dije a una de las empleadas "¿ves? Aquí la habéis cagado más que Hugh Grant cuanto lo pillaron con la puta" - pero sonrió y se hizo la longui. Hemos hecho algunas compras y cenado en un centro comercial que eran como cuatro en uno. Norte, Sur, Este y Oeste. Estos japos son la leche. 



Eso sí, como ha dicho, se va la gran Torre del Puerto de Kobe desde la habitación, como se ve en la foto anterior. Belén ha hecho muchos fotos, muy buenas, en nuestro paseo por el puerto.






Mañana tenemos un mínimo - 13 minutos - viaje en tren hasta Osaka. Ya veremos qué tal nos va por allí. Nuestra cámara de fotos sigue muerta y ha llegado el momento de buscarle una hermanita que esté sana. Ya os contaremos...



PD: Ojo con lo que pega Star Wars en Japón. Están locos porque llegue la nueva trilogía. Bueno, ellos y casi todo el mundo...

5 comentarios:

  1. Osaka,no os emocionéis si tenéis pensado ir a la isla flotante... solo digo eso.
    Eso sí,arriba,en la "isla flotante" hay unas maikos solares muy majas para regalo
    Id al castillo y a la calle comercial interminable.

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  2. Que pasada casi podia oler la carne, (y eso que a mi no me gusta mucho). Ya me he leido , y, visto todo lo atrasado, la verdad es que todo parece muy bonito, menos lo de beberse esos frascos venenosos, mi Javi,. No lo hagas mas Javi, ya tienes un sobresaliente, niegate. muchos besos.

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    1. Tranqui que no sufre todo lo que parece, que si está muy asqueroso lo tira, pero, si no, se lo toma tan ricamente ;)

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  3. Arturo, en serio que creo que le mola sufrir. Se lo acaba cuando sabe a rayos!!!!!!
    Después de la comida de sodexo, debería estar prohibido ver esa comida vuestra.... 😋😋😋😋😋

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    1. Exacto! a golpe de bebidas asquerosas le estoy convirtiendo en una geisha sumisa... Los cojones!, en realidad, si no le gusta, lo tira, así que ¡NO SUFRAIS!. Lo de la carne es brutal, otro nivel, en serio

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