domingo, 21 de agosto de 2016

Días 18-19-20: Caída y Auge de Aventura Global



Hola a todos ya desde Barcelona. La verdad es que no pensábamos escribir en un tiempo porque el cierre de blog desde Perth, con Belén dejándolo en todo lo alto, era perfecto. ¿Qué ha pasado? Pues que la vuelta a Barcelona ha sido tan divertida, de tantos altos y tantos bajos, de pasar del infierno al cielo, con situaciones tan extremamente bizarras... que no podemos resistirnos a escribir sobre todo ello.








Bien, os dejamos en Perth después de un día lluvioso, con vientos "destructivos" - literalmente, eso ponía el pronóstico del tiempo - y cayendo la del pulpo, así en líneas generales. Obviamente, el día que nos íbamos amaneció radiante, soleado y cojonudo. No nos hemos puesto de acuerdo con Perth y el tiempo pero bueno, el día de la excursión fue buenísimo y con eso lo damos por hecho. Por la noche, comprobando las condiciones de estancia en el hotel de aeropuerto de Kuala Lumpur, nos dimos cuenta de que teníamos un grave problema: el hotel está pasado el control de maletas, con lo cual debíamos facturar antes de entrar allí, pero la facturación de Turkish Airlines no abría hasta 4 horas antes del vuelo. Preguntamos al hotel y dijeron que siempre podíamos no recoger las maletas (!) y reclamarlas en objetos perdidos (!!!!!).

La idea de dejar nuestras maletas tiradas en un aeropuerto malayo no era de nuestro agrado, así que cancelamos la reserva del hotel de aeropuerto - 110 EUR tirados por el mismísimo retrete. Hay que ser hijos de puta como para no avisar de una cosa así. Objetos perdidos, qué cabrones, que se vayan a tomar por culo. Teníamos varias opciones, a saber:

1) dormir en otro hotel de aeropuerto que estuviese fuera de la terminal, pero todos estaban pillados.

2) aguantar sin dormir hasta la mañana siguiente tirados en la terminal, pero a ver quién coño nos aguanta después de eso

3) decidimos hacer lo siguiente: sabemos que el tren express a Kuala Lumpur funciona muy bien y vale 36 EUR los dos ida y vuelta. La última parada es KL Sentral, la estación de trenes. Cogemos una habitación barata en un hotel cerca del KL Sentral y volvemos al aeropuerto a la mañana siguiente, total, el treb es media hora y muy amable. Encontramos una habitación en el Hotel Sentral, donde ya habíamos estado en 2011, por 32 EUR. Total, problema resuelto por menos de 70 EUR. Quiero pensar que estuvimos bastante resolutivos, dadas las circunstancias de mierda.







A la mañana siguiente en Perth cogimos el bus público hasta el aeropuerto, donde gastamos nuestros últimos dólares australianos. El vuelo de Air Asia fue como un reloj, llegando a su hora y tal. A ver, la comida - que la pedí aleatoriamente cuando saqué el vuelo - picaba como el mismísimo infierno y el sistema de entretenimiento en el avión era la misma mierda de siempre: esta vez hemos hecho un vídeo para explicarlo. Encima, nos sentaron al lado de un japonés-australiano superobeso que comía nueces de macadamia recubiertas de wasabi. Y no solo eso, hacía el mismo ruido que una piara de cerdos, chupándose los dedos con el mismo afán que una actriz primeriza chuparía en una película porno. Afortunadamente el vuelo no iba lleno y nos cambiamos de sitio. Qué asco de pavo, joder.










Una vez en la terminal de vuelos baratos del aeropuerto de Kuala Lumpur hay aproximadamente 100 kilómetros hasta donde se recogen las maletas. Bueno, igual no eran 100 Km pero lo parecían, porque además íbamos con prisa para intentar salir de allí lo antes posible. Funcionó, porque cogimos el tren express por un minuto, cargando con las dos maletas, una de ellas coja perdida, y dos bolsas de mano que, esta vez sin exagerar, pesaban 25 kilos entre las dos. Llegamos a KL Sentral y preguntamos cómo ir al Hotel Sentral. Recordábamos que el hotel estaba al lado de una calle llena de putas en un barrio de mala muerte, todo con mucho glamour y clase. Preguntamos a un paisano que nos indicó cómo ir, sí, pero nos hizo tirar por un sitio peligroso, cruzando una estación de autobuses y saliendo por un vertedero que olía como una cuadra de cabras en Bangladesh. Va a ser difícil que olvide el olor a mierda podrida, a 28 grados y 100% de humedad, cargando con una maleta coja y una bolsa de mano pesadísima.











Volvimos a preguntar a un tipo y nada más formular la pregunta vi el cartel del hotel. El tipo me indicó para el lado opuesto y lo mandé a tomar por culo. "Coño, si está ahí, so hijo de puta, que no tienes ni puta idea", le dije con todo el respeto del mundo. Ratas pasando por la calle, gente comiendo un rancho extraño en un bar de mala muerte y la recepción del hotel, llena de colores imposibles. En fin, el hotel estaba limpio. Las toallas olían como las cajas de gusanos de seda cuando los bichos llevan ahí un mes, pero por 32 EUR y en un barrio de mala muerte en Kuala Lumpur no iba a encontrar nada mejor. Bajamos a comprar agua, patatas, chocolatinas, pistachos y un par de cervezas para una cena nutritiva.

Llegamos pronto al aeropuerto de Kuala Lumpur para ver si con los puntos que tenía de Turkish Airlines (40,000) podíamos subir a business. A ver, una sola persona vale 45,000, pero el paso a business de Estambul a Barcelona eran 15,000 y eso sí era factible. Preguntamos por la oficina de Turkish Airlines y sí, nos mandaron a una oficina, pero de empleados y en la que no había nadie, en un sitio donde en teoría no podemos acceder. Teníamos que salir de allí con todo el equipaje rápidamente.

Belén: "Sobre todo, que parezca que sabemos dónde estamos. Que no piense la gente que estamos perdidos".

Javi: "Vale. Tenemos que salir por donde hemos entrado, por al..."

Belén: "Mira, un ascensor, ¡entra entra entra!"

Javi: "¡Joder, Belén! ¡Que no es por aquí!

Belén: "Vamos al quinto piso, tercero, cuarto... aquí no pone nada pero será este botón de arriba"

RRRRRIIIIINNNGGG!!! RRRRIIIIIIIINNNNG!!!!

Belén: "¡Jodeeeer, la alaaaarmaaaa! ¡Vámonos, Javi!"

Javi: "Belén, una cosa solo"

Belén: "Qué te pasa ahora?

Javi: "Sobre todo, que parezca que sabemos dónde estamos."

Belén: "¡¡¡Vete a la mierda!!!"

Javi: "Que no piense la gente que estamos perdidos".

Al final llegamos a un sitio donde se podía reclamar lo de los puntos. Una señora obesa sin puta idea de lo que hacía nos dijo algo que sabíamos - que con los puntos que tenía no se podía hacer el upgrade - y un par de cosas que no sabíamos:

Señora: "Pero si pagan 400 EUR por persona pueden subir a business, es una oferta de este mes."

Javi: "Usted no sabe con quién está hablando. Nuestro presupuesto se agotó hace meses"

Señora: "Respecto a lo de Estambul a Barcelona, solo le podemos subir a business a usted."

Javi: "Pero si es mi mujer... y tengo puntos para los dos, es la misma reserva, ¿qué coño está usted diciendo?"

Señora: "Ya me has oído, gordo de mierda"

Javi: "Pues métase la subida a business por el culo, rancia, que no tienes razón. Y una paella para siete, que con ese culo fijo que te cabe."

Tras dar una vuelta por el aeropuerto y comprar cuatro mamonadas llegamos a la puerta de embarque y pam, lo inesperado sucedió: nuestras tarjetas de embarque no funcionaban. Lo que faltaba, pensé. El vuelo tiene overbooking y nos van a dar por culo. Nos hicieron ir a un mostrador anexo y ahí es cuando nuestra suerte dio un giro de 180 grados tras la cochambre de Kuala Lumpur, el desencuentro en el aeropuerto y las borderías que escuchamos.







Sí, había overbooking, pero probablemente por ser los primeros en sacar la tarjeta de embarque nos subieron a business. En un vuelo de 10 horas. Era un sueño hecho realidad, empezamos a saltar y a besarnos como si nos hubiese tocado la lotería. Todo lo que pueda decir es poco, normal que los ricos viajen tanto en business, es cojonudo. 















El asiento era enorme, yo podía estirar los pies a tope sin llegar al final y dándole a un botón te llegabas a tumbar del todo, una auténtica cama voladora. La comida fue excelente y abundante, podías pedir todo el alcohol que quisieses. Pillamos una copa de champagne y brindamos por toda la gente que nos lee. El nivel de atención de las azafatas, de 10. Todo fue maravilloso - de hecho, no nos queríamos ir. Fantástica experiencia, en serio. Por una vez la suerte estuvo de nuestro lado.














Llegamos al aeropuerto de Estambul con un solo objetivo: intentar cambiar los billetes de turista a business con los puntos de Turkish para así acceder al maravilloso lounge de Turkish Airlines, al cual solo se puede entrar si tienes billetes de business o una tarjeta oro o platino de Star Alliance. Tras preguntar en un par de sitios llegamos al lugar adecuado y ¡así fue! Me cago en la tipa malaya esa que no tenía ni idea de lo que decía, pensé. Ya había estado en el lounge de Turkish un par de veces por trabajo y es MARAVILLOSO. Mi sueño era llevar a Belén aunque fuese una vez en la vida. Excelente comida, todo el alcohol que quieras, un montón de ordenadores Mac a tu servicio, salas oscuras para dormir, los servicios más lujosos que puedas imaginar... en dos plantas al servicio de la gente adinerada. Belén disfrutó de la experiencia a tope y nos bebimos un par de gintonics para celebrarlo. Personalmente era algo que quería hacer - llevar a Belén a tan exclusivo sitio - y conseguirlo compensa todas las veces que voy a hoteles, alquileres de coches, vuelos de otras compañías y peleo para que me sumen los puntos de Turkish. El sitio era tan increíble que se retrasó nuestro vuelo 25 minutos... y lo celebramos a lo grande, porque así podíamos estar un poco más en el lounge. ¡Ojalá se hubiese retrasado dos horas! :)


















El vuelo en business de Estambul a Barcelona fue peor que el anterior, pero fuimos anchos, panchos y llegábamos reventados. Fue el punto final perfecto a un par de días donde caímos a lo más bajo... y subimos más alto que nunca.

Nada más de momento, volveremos con un par de especiales aquí y allá. Gracias a todos por viajar con nosotros, por interesaros por nosotros y compartir con nosotros la experiencia de salir por ahí. Nuestro objetivo no es más que reirnos juntos, enseñaros desde dentro los sitios a los que viajamos y entretener un poco. En nada volveremos a la vida normal: comprar en el supermercado, trabajar de sol a sol, intentar cuidar la línea, tomar cafés con los amigos, pasear, dormir en casa, tirar para alante...

...y soñar con el próximo viaje, claro.




PD: y antes de salir de Australia, dejamos nuestra marca en Perth :)

miércoles, 17 de agosto de 2016

Día 17: ¡Hasta pronto, Australia!



Aviso a navegantes: Esta aventura está cerca de acabar, pero sabemos rotundamente que habrá muchas más, pero muchas. Esto nos tiene yonkis y deseando organizar diferentes rutas y lugares que explorar juntos.




Hoy ha sido un día protagonizado por los rayos y centellas, pero literalmente. El pronóstico del tiempo de Perth se ha despertado tan apocalíptico que a Pedro Piqueras se le pondrían los pezones más duros que los de Mazinger Z: lluvias torrenciales, vientos desagradables, granizo... vaya, lo que se dice un día de mierda, pero eso no ha frenado nuestras ganas de explorar. Bueno, para ser sinceros, teníamos contratada una excursión en barco con papeo y vino incluido y no queríamos perder el dinero, pero que no decaiga el espíritu aventurero.






Valientemente nos hemos dirigido al Pier 3 de la bahía de Perth y no hemos sido los únicos valientes, ya que un grupo de maduritos del tipo Imserso estaban también allí para recorrer las aguas del rio Swan - suponemos que a ellos lo del papeo y del vino también les ha sacado de la cama como a nosotros.





Esperando a embarcar hemos empezado a temer que no íbamos a hacer la excursión, de verdad que ha empezado a dar miedo y, entre que Javi se marea con solo mirar un tíovivo y que yo no soy lo que se llama una valiente, hemos ido a hablar con la señorita de la taquilla y la cosa ha ido así:

Nosotros: Buenos días amable señorita, mire usted, aquí, mi marido y yo, que todo lo que tenemos de grandes lo tenemos de cobardes, queríamos saber si esto del barquito, el papeo y el vino sigue vigente con semejante temporal.

Señorita: Veamos, para empezar las aguas del río Swan son como la de una bañera tamaño kingsize, o sea, que esto no se mueve ni aunque lo agiten...

Nosotros: Si, claro, nosotros eso ya lo imaginábamos, pero es que mi mozo y yo no queremos hacer un Titanic en aguas australianas, oiga.

Señorita: Que no, paletos, que si el capitán Cook dice que embarcamos que no se me preocupen, oigan.

Nos la hemos quedado mirando fíjamente a los ojos y como no ha pestañeado le hemos creído, así que pallá que hemos ido, eso sí, habiéndonos comido 2 biodraminas cada uno, no vaya a ser que hoy le de al río Swan por salir en el Telediario.






La excursión consistía en llegar a Fremantle (donde los helados con algodón de azúcar) y, una vez allí, recogíamos al resto de valientes y abrían el buffet para deleite de la afición.








Nos hemos sentado en una mesa que tenían reservada para nosotros al grito de: CALAFELL PARTY... qué ilusión más grande! una fiestaca!!, pero no, sólo era un título, ya que fiesta, fiesta, lo que se dice fiesta, como que no. El barco tranquilito y los paisanos tranquilitos también.




La sorpresa ha llegado cuando hemos llegado a Fremantle y va y resulta que la mesa vecina estaba reservada para una pareja francesa la mar de maja que conocimos ayer en la excursión de los Pinnacles. ¡Menuda casualidad! ¡los franceses majos de ayer!. Así que se han sentado con nosotros en nuestra mesa y hemos compartido anécdotas, aventuras y nos han revelado que los franceses odian más a los belgas que a los españoles, lo cual nos he dado un gran alivio. Nosotros, por si las moscas, no hemos sacado en la conversación lo de los camiones con fruta que nos volcaban en la frontera (herida no curada de todo españolito de a pie).





Cuando hemos llegado al puerto aun diluviaba, bueno, para ser sincera, aun sigue cayendo la del pulpo. Todo en Australia es XXL, hasta las tormentas, así que el plan tenía que tener techo y por eso nos hemos vuelto al outlet a apurar los dólares australianos que nos quedaban y a estirar las piernas. Por cierto, lo del autobús público aquí es alucinante.







Como la tarde pintaba mojada y oscura nos hemos comprado cena y parapetado en el hotel, ya que el jefe de la expedición presenta síntomas de enfermito, un poco de fiebre y mal cuerpo... Si esto le llega a pasar a la llegada del viaje no le dejan entrar, lo que me preocupa es que si le pillan con fiebre le echen a gorrazos del país, que estos australianos con los virus y las frutas de otros lugares son realmente bordes.

Así que eso, ya tenemos las maletas hechas y todo preparado para volver poquito a poco, ya que hacemos parada en Kuala Lumpur y pernoctamos en el hotel del aeropuerto con la firme intención de no dormir a la vuelta y vencer al jet lag, aunque para mí, el auténtico jet lag no es tener sueño o cansancio, es que no te entre un apretón a las 04:00 de la mañana... eso es el auténtico jet lag.




Este viaje ha sido especial para nosotros. Todos lo son, pero cada uno que hacemos suma una larga lista de aventuras, sensaciones, confesiones, risas y momentos irrepetibles. Hemos pasado prácticamente los últimos 17 días juntos las 24 horas y no cambiaría nada de este viaje, lo repetiría todo, hasta las siestas.




Viajar es crecer, es soñar, es experimentar y nosotros lo hacemos en cada momento. Gracias a todos los que nos animáis a seguir viajando, a los que habéis compartido nuestra experiéncia, a los que nos habéis comentado y a los que no, a los que nos decís que nos "odiáis" y a los que nos decís que nos queréis.

Australia es un lugar único y, sin duda alguna VOLVEREMOS. Ahora a esperar que Javi mejore y tengamos unos buenos vuelos de vuelta.

Besitos sinceros desde el otro lado del mundo.

martes, 16 de agosto de 2016

Día 16: nuestro mejor día en Australia: ¡qué excursión!



No os vamos a engañar: hoy ha sido el mejor día de todo el viaje. Esperábamos mucho de esta excursión, especialmente después de que ayer los planes no fuesen como estaban previstos, pero ha excedido nuestras expectativas. El día de hoy es probablemente el mejor que hemos pasado nunca en Australia y la excursión de hoy, una de las tres mejores que hemos hecho jamás. Por eso vamos a meter fotos y vídeos por un tubo y quizás escriba menos, porque en fin, una imagen vale más que mil palabras, y mil imágenes no le harán justicia a lo que hemos vivido hoy. Pero en fin, un poco de sarcasmo tampoco viene mal.




El día empezó con madrugón porque nos recogían a las 07:20 en el espacio que una vez ocupó el hotel Rydges. Estábamos un poco cagados porque el autobús llegó un poco tarde. Nos llevaron al punto de encuentro donde nos esperaba nuestro autobús, un 4x4 para 26 personas, una auténtica máquina de matar que se mete por las dunas con facilidad. Si Hitler tuviese tenido 20 cacharros de estos durante la Segunda Guerra Mundial estaríamos hablando alemán ahora mismo: ese es el nivel.











Menos mal que nos dio por desayunar antes de salir porque no estaba incluído. Nuestro conductor Peter, un londinense que lleva 35 años en Perth, nos llevó rápidamente a un lugar llamado Caversham Wildlife Park, un parque natural con todo tipo de fauna autóctona suelta por ahí. Tanta prisa se dio que llegamos los primeros - imagino que por ahí pasarán docenas de tours parecidos. Los canguros nos estaban esperando con un hambre como si hubiesen pasado el Ramadán y Belén fue la primera en alimentarlos. Se tiraron a por la comida que había en su mano como si no hubiese mañana, pero pasó lo mismo con todos los demás. Creo que no hay animal más hambriento que el canguro, es alucinante. Siempre tienen hambre.
















De ahí nos fuimos a ver a un wombat, que es como un castor gigante y gordo, aunque al parecer corren más que los humanos, Usain Bolt incluído. Teníamos entendido que el wombat caga cuadrado, es un hecho bastante bien documentado en Internet... pero ha sido bastante decepcionante porque el bicho suelta cagarrutas que, desde luego, no son cuadradas. Vaya timo de bicho. Hemos tenido la oportunidad de tocar un koala, que es un animal la mar de blandito. También tienen pinta de tener una mala leche acojonante, pero eso ya es una impresión natural. Un bicho que duerme 20 horas al día debe pasar las cuatro restantes quejándose de todo. Se tardan cuatro horas en ver el parque y lo vimos en media hora. Ganas de volver y verlo con más calma, pero igual no volvemos a Perth, quién sabe.







De allí cogimos la tanqueta dirección norte durante hora y media, pasando por grandes cantidades de árboles, campos, ganado, lago... y prácticamente sin ver ni una casa. Hay algo especial en el cielo de la Australia Occidental - es todo plano y hay como más nubes y más espacio, no sé cómo explicarlo, pero es algo diferente. Tenía gracia porque Peter nos explicaba que la gente de allí bebe cerveza, quedan en los pocos pubs que hay, juegan a los dardos... y yo pensaba, claro, y hacen carreras de tractor y alguno hay que tiene tres hijos con sus dos primas hermanas, porque es que no hay nada más, coño. Total, que tras un largo camino llegamos a un pueblo llamado Cervantes, claramente fundado por españoles. Primero, porque hay una figura de Don Quijote y Sancho Panza presidiendo la entrada del pueblo y segundo, porque las calles se llaman Sevilla, Cádiz, Cataluña, Aragón, Madrid... hasta Talavera.










¿Qué fuimos a hacer a Cervantes, en el verdadero quinto coño del mundo mundial? ¡Comer langosta! Hay un lugar llamado Lobster Shack que es todo lo que te puedes esperar de un caladero de langostas en un pueblo de 650 habitantes. Nos pusieron un vídeo malísimo que estaba en indonesio, chino, francés, italiano, inglés y japonés, pero no en español. Cervantes se revolvería en su tumba si se entera, seguro. Nos enseñaron la fábrica de procesado por dentro, con un jambo que trabajaba allí sujetando una langosta del tamaño de un gato. Todo eso nos la pelaba muchísimo - nos dieron audioguías y todo, pero pasamos tres cojones de la explicación. Había dos opciones: una mierda de kit preparado con pollo y no sé qué coño más, y pagando 20 EUR más, media langosta a la brasa con tres empanadillas de langosta y patatas fritas. Pues bien - solo el 50% de la excursión había optado por la langosta. Joder, vas a un sitio donde cogen langosta cada día, donde te la van a servir fresca, ¿y te pones a comer pollo? Te gastas un pastón en venir a Australia, a la ciudad más aislada del país, conduces casi dos horas carretera arriba, te ofrecen langosta por 20 EUR más ¿y te pones a comer pollo? ¡Pero qué huevos! La langosta estaba deliciosa, impresionante... para quedarse a vivir, con la playa a 10 metros.






















Tras una breve parada en una playa preciosa que no estaba en el guión, con arena fina y unas vistas impresionantes - premio de Peter por ser muy puntuales - seguimos para alante hasta llegar a los Pinnacles, a saber, unas formaciones cálcicas que recuerdan a las estalgamitas de las cuevas - o sea, las que crecen desde el suelo: apuesto a que alguien ha salido de dudas con esta movida gracias a este blog, ¿eh? El caso es que estos Pinnacles no deberían estar allí, a pocos kilómetros de la playa, en un suelo claramente arenoso, pero están allí. Nadie se lo puede explicar a ciencia cierta. El caso es que el paisaje - el cielo de Perth, los Pinnacles, la arena amarilla - le da al sitio un halo de misterio importante. Es un paisaje único, genuino, muy difícil de ver en ninguna otra parte. Pasamos un buen rato contemplándolos, disfrutando el momento y por qué no, haciendo algún que otro chiste de pollas, que visto lo visto es lo que debe hacer cada español que pasa por allí.













La última parada de la excursión ha sido la más divertida. Primero, Peter ha tenido la idea de meter el 4x4 por unas dunas enormes de arena blanquísima. La tanqueta tenía conducción manual y casi nos quedamos tres veces tirados intentando subir una duna enorme. Supongo que Peter pensó como piensan los hombres cuando se le cala el coche subiendo una duna, esto es, que la única opción válida es dar marcha atrás, coger carrerilla y pensar que tanto él como sus putos cojones van a pasar por encima de la duna de mierda esa. Y así lo intentó, 4 veces, y nada. Al final dimos un rodeo y llegamos al sitio donde se hace sandboarding. La idea es subir una duna con una tabla de surf y tirarte en plan kamikaze duna abajo. Hay trucos - ponerle cera a la tabla, bajar por el surco que han hecho los que han bajado antes que tú - pero vaya, que ninguno de nosotros consiguió bajar en plan surfero: todos sentados en la tabla y con dificultades. A mí me salió a la tercera - la primera vez di una hostia de mil demonios, la segunda, documentada en vídeo, casi llego al final y con la tercera llegué más allá de las dunas, a las piedras. Menos mal que no perdí el control de la tabla porque ahí sí que me podía hacer pupita. Belén también estuvo torera y se tiró un par de veces, con mucho valor. Allí, en las dunas, vimos un atardecer increíble.











Naturaleza a lo bestia, animales autóctonos, playas paradisíacas, paisajes completamente impensables, diversión duna abajo... y buena compañía. ¿Se puede pedir más? Despediremos Perth a lo grande mañana, con un crucero cerca de la costa y, si el tiempo lo permite, un largo paseo en bici por un parque con las mejores vistas de la ciudad. ¡Nos queda poco para volver... y nos quedaríamos un mes más encantados!

PD: Recuerden dejar algún comentario en el espacio que encontrarán debajo de estas líneas. Siempre se agradece y nos hace mucha ilusión.