domingo, 7 de agosto de 2016

Día 8: Mercado rico, mercado pobre



Muy buenas. Seguimos en Sydney, hoy con mejor tiempo, todo hay que decirlo. No nos ha llovido casi nada y eso nos ha permitido dar un paseo que ha durado horas y horas. Podremos haber andado unos 6 o 7 kilómetros a lo largo y ancho de la ciudad, pero amigos, así es como se conoce una ciudad de verdad. Hay que patearla, descubrir sitios nuevos e ir a los que tenías pensados. Estando metido en el hotel no vas a descubrir un carajo nunca, eso os lo podemos asegurar. Donde quiera que vayáis, hay que patear, moverse, ir a la mayoría de sitios posibles.






Así pues, hoy hemos empezado nuestro trayecto en Circular Quay. La idea inicial era ir a The Rocks Market, un mercadillo de fin de semana en el norte de Sydney, cerca del Harbour Bridge, y más tarde llegar a Paddy's, otro mercado muy distinto al inicial. The Rocks es impresionante. La oferta gastronómica es de lo más variado, hay gente tocando en la calle, el ambiente es bastante hipster y eso se nota también en el tipo de artículos que venden. En The Rocks no vas a encontrar puta mierda a granel. A ver, siempre hay cosas que son una mierda en todos los mercadillos pero en The Rocks intentan apostar por la calidad, el artículo hecho a mano, el souvenir de calidad, eso sí, a precio bastante alto y a veces desorbitado. Desde fotos firmadas por actores de cine con un trozo de metraje de una película en cuestión pasando por puzzles artesanales, artículos para el hogar... todo en un ambiente muy relajado. 







Ah, sí, también venden un abridor de botellas hecho con los cojones de un canguro. El tacto es sencillamente espeluznante. Nada recomendable. Vean, vean.



Mirando el mapa, vimos que ambos mercadillos están separados por una calle. Bajando George Street durante tres kilómetros y pico llegábamos a Paddy's, así que decidimos sentarnos a comer y salir para allá. Ha sido la mejor decisión del día, porque el paseo ha merecido la pena y porque la comida en The Rocks Cafe ha sido buenísima - ensalada César con lechuga superfresca y un sandwich de pollo al que hemos pillado la receta para hacerlo en casa. Estaba todo buenísimo y por un precio bastante competitivo, creo, al menos para ser Australia. George Street está medio cortada porque están construyendo un puente que acabarán en 2019 y que solucionará los problemas de tráfico de la ciudad, o eso dicen. No sé quién es el visionario soplapollas que ha dicho eso, pero lo ha dicho - en Sydney el tráfico puede ser terrible, lo aseguramos. Hemos visto muchas tiendas de souvenirs por el camino, a cual más cutre, la verdad, de esas que venden de todo y todo malísimo. La única tienda que merecía la pena era una cerca de un museo que se notaba un poco mejor. Hemos parado en un par de edificios antiguos - Martin Place, The Strand - y en el Queen Victoria Building, que es una pasada por fuera y encantador por dentro. Está a pocos minutos de nuestro hotel en 2006. Francamente, no sé por qué coño no fuimos entonces. 









De camino, pasando por una zona de clara influencia japonesa, cayó un rato de bebidas. Estaba cantado.



También pasamos por la zona donde dormimos en 2006 y pasamos por la puerta de nuestro antiguo hotel. Está en el Spanish quarter, un sitio con muchas tiendas españolas todas seguidas, así que decidimos celebrarlo con este vídeo un poco tonto...






Total, que llegamos a Paddy's y es un mercadillo completamente opuesto a The Rocks. Muchos puestos amontonados con souvenirs baratísimos y generalmente malísimos, con suficiente material para dar un regalo a todo habitante de Europa, legales o ilegales. Algunos puestos tenían ropa con polvo y telarañas encima, llevarían allí desde que estrenaron Cocodrilo Dundee por lo menos. Todo tipo de ropa barata, recuerdos, manteles, pañuelos, artículos electrónicos... ah sí, y las peores imitaciones de camisetas NBA que he visto en mucho tiempo. Rebuscando un poco siempre se encuentran cosas buenas y eso es lo que hicimos. Lo más interesante es que hay un centro comercial encima que ahí sí que hay cantidad y calidad. Había una tienda pop-up de zapatos de deporte en los que había un par de botas Timberland espectaculares y muy baratas... que no me voy a comprar porque no tengo espacio. Creíamos que lo mejor estaba arriba, con las tiendas de descuento extremo, pero no.

Para nada.


Había leído sobre ello pero ya no me acordaba hasta que lo vi. En el sótano del Paddy's Market hay un mercado inmenso de fruta y verdura. Resulta que cierra lunes y martes, así que los domingos a última hora los tenderos, mayoritariamente chinos, habilitan una mesa en su puestecito y rebajan bolsas enteras de fruta y verdura a un dólar. La gente lo sabe y el mercado está totalmente lleno a esa hora porque seamos serios, a todo el mundo le gusta una ganga, eso no entiende de razas, países ni religión. Los tenderos gritan "ONE DOLLAR!!!! ONE DOLLAR!!!" y la gente va corriendo a su puesto a ver qué se ofrece. Bueno, eso es el que sabe inglés. La mayoría grita "UANDOLA UANDOLA UANDOLA UANDOLA!!!!!" y allá que va la gente como alma que lleva el diablo. Algunos de los compradores podrían estar compitiendo en Río, qué velocidad de reacción, qué rapidez, joder. Fue una experiencia total. De lo mejor del viaje, unos señores verduleros gritando como lo que eran, en realidad. UANDOLA UANDOLA UANDOLA!!! Hemos hecho un vídeo, claro.



Acabamos la noche dando otro largo paseo hasta lo que creíamos que era la terminal de ferries de Harbour Bridge, la cual, por cierto, no existe. A ver, existe, pero no hay ferries públicos o nosotros no fuimos capaces de verlos. No penséis que hicimos el gamba, porque el paseo es una pasada y merece mucho la pena, con los rascacielos reflejados en el agua y una zona, la de Harbour Bridge, llena de restaurantes con clase al lado del océano. Una vez que descurbimos que, efectivamente, no había un ferry que nos llevase de vuelta ni nada parecido, en vez de poner cara de gilipollas y coger un taxi, encontramos una forma fácil de ir al metro y volver al hotel en un periquete. El final del día ha estado lleno de chascos, porque fuimos a una lavandería y estaba cerrada, y eso que nos habían hecho que abría 24 horas. Debe ser que abren 24 horas a la semana porque los horarios eran de risa, cerraban a las 4 los muy vividores. No worries, que dicen aquí - nos fuimos a cenar a un sitio llamado Harajuku Gyozas. Japonés, comida rica, no muy caro, con camareras muy simpáticas... pero que se negaron a darme el wifi del local, por lo que espero que ardan en el infierno de por vida. Habla de nosotros en Facebook, Twitter, Instagram, decían en la carta. Pero cómo voy a hablar si no tengo Internet, so hija de la gran puta, qué te cuesta darme el puto wifi, tía rancia.


Mañana subimos a la Sydney Tower y haremos unas cuantas cosas muy interesantes que serán desveladas al final del día, como siempre. ¡Salud!

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