viernes, 12 de agosto de 2016

Día 13: trenes, kookaburras y mucho vino



Hola a todos aún desde Melbourne. Ha sido un día fantástico aquí en el otro lado del mundo, uno de los mejores de este viaje, quizás el mejor. Empezó el día temprano con los pingüinos despertándonos a las 06:30. Nos fuimos de Disneylandia - no porque sea una habitación llena de magia, sino porque podría estar aquí congelado el cadáver de Walt Disney del frío que hace - y nos plantamos en el punto de recogida bastante antes de la hora prevista. Hacía frío, aunque no tanto como en la habitación, teníamos sueño y lo único que nos entretenía era el wifi gratis de un autobús turístico que ni siquiera era el nuestro. Una manera un tanto mierdosa de empezar el día, pero había que reirse.



Nuestro conductor Steve nos llevó rápidamente a un lugar donde hay multitud de pájaros enormes más que acostumbrados a los humanos llamados kookaburras, uno de los animales autóctonos australianos. Blancos, grandes y hambrientos. Fuimos el primer autobús en llegar y yo, la primera persona en tener la penosa idea de alimentar a los animales. Unos bichos que llevaban horas y horas sin comer el delicioso grano que me dio el tipo sonriente de la entrada. "Pasa, pasa, que tienen hambre", decían. "Menos mal que llevas las semillas porque si no estos te iban a sacar los ojos, a quien se le ocurre entrar primero, tonto de la polla". Es un vídeo de 22 segundos pero es bastante explicativo. Vean.







Belén también entró a alimentar los pájaros tras un excelente desayuno de te y scones, una especie de bollo a medio camino entre el panecillo y el croissant. Claro, ya habían comido y fueron más moderados con ella, pero no es fácil. A mí me arañaron por todas partes, las hijas de puta. Como las pille otra vez van a comer cianuro de pájaro, por mis santos huevos.



(ya en serio, arañaban, me hicieron un poco de daño, pero ya está)








De ahí nos fuimos al Puffing Billy, que es un tren de vapor de más de 200 años que aún funciona estupendamente. Todas las excursiones al valle de Yarra incluyen un paseo en este simpático tren que rara vez alcanza los 20 kilómetros por hora, que cruza el bosque tropical por completo y en el que puedes sacar los pies por la ventanilla porque todo el mundo lo hace y total, si te caes es un tren de 200 años que va por vías de madera: la hostia que te metes es para matarte allí mismo vayas con los pies por fuera o no. Fue un rato muy divertido, de lo mejor del viaje, y os lo recomendamos si alguna vez vais por Melbourne.





Teníamos dos opciones - tres catas de vino por todo el valle o una visita para ver animales en semicautividad, así que obviamente nos hemos tirado a por el vino. La primera parada ha sido en un sitio superpijo en el que básicamente nos han obligado a comer por cojones, porque no había nada más alrededor, solo hierba, hierba y más hierba. Bueno, y viñas, claro. Total, que nos han pegado una clavada por una comida que estaba solamente correcta y la cata de vino ha sido un fiasco total - vinos malos o muy malos, una somelier nada preparada, no nos han cambiado las copas, no nos han explicado nada de nada. El horror.







Menos mal que con la segunda cata de vino todo se ha enderezado - vinos muchos mejores, una explicación profesional de cada vino y un sitio con mucha más personalidad, hasta tenía un campo de petanca y todo. Uno se pregunta cómo será jugar a la petanca borracho, dónde coño puede acabar una de esas bolas de hierro. Mejor no pensarlo. Si bebes, no juegues a la petanca, por muy a huevo que te lo pongan. La tercera cata no mereció mucho la pena si no fuese porque el dueño, bendito sean sus huevos alemanes, hace un zumo de manzana casero que es el mejor que hemos probado. A tomar por culo tu vino, amigo, es una mierda, sírveme más de tu delicioso zumo. Hemos comprado dos litros con la sana intención de bebérnoslos entre mañana y pasado.







De vuelta a la civilización hemos bajado en Federation Square y justo había una exposición sobre Martin Scorsese. Servidor de ustedes es un gran fan de Scorsese, desde Taxi Driver pasando por Uno de los Nuestros, Casino, Toro Salvaje, El Lobo de Wall Street, El Cabo del Miedo, Gangs of New York, Inflitrados y tantas y tantas películas cojonudas facturadas por este genio. La exposición era un poco cara - 25 dólares australianos, 17 EUR al cambio - pero ha valido cada céntimo - fotos exclusivas de su colección privada, artículos de sus películas, grandes pantallas con las escenas favoritas de cada peli, todo espectacularmente montado. La magia del cine de Scorsese y sus secretos. Hemos aprendido y disfrutado, que es de lo que se trata.










Por la noche hemos quedado con Altug y su novia B. Altug es el cuñado de uno de mis mejores amigos, turco para más señas, que se quedó en casa un par de días hace cinco años. Si mi amigo Kerem me dice que Altug es como su hermano, yo lo trato como tal. Y él nos ha devuelto el favor, invitándonos a cenar, regalándonos unas entradas para un partido de fútbol australiano - juegan los Sydney Swans, el equipo que vimos hace una semana, contra el St Kilda en un estadio supergrande - y ofreciéndose para llevarnos al aeropuerto el domingo, lo cual nos viene cojonudamente, todo sea dicho. Todo lo que tenemos son palabras de agradecimiento para él y su novia. Son unos cracks y espero que sigan siendo felices aquí en Melbourne. Ha sido muy gracioso porque hemos quedado en un restaurante alemán y un chico le ha propuesto matrimonio a su novia 10 segundos después de que entrara. Había una banda de músicos alemanes tocando a todo carajo y la situación era muy kafkiana. El chico le ha regalado un ramo de 99 rosas a su futura esposa, que debe trabajar en una tienda de todo a 99 centavos, porque no se me ocurre ninguna otra coincidencia con ese número.






Antes de terminar un apunte: el transporte público el Melbourne es EXCELENTE y un ejemplo para el resto de ciudades. Hay una zona en la que no se paga el transporte público - cuatro calles hacia arriba, abajo, izquierda y derecha de la ciudad. Hay muchas cuestas, algunas muy cabronas, y para la gente mayor o quien tenga prisa es una opción buenísima. Todo funciona como un reloj, en esto Sydney tiene mucho que aprender. Bueno, Sydney y cualquier ciudad. ¿Os imagináis que eso pasase en Barcelona? Metro gratis cuatro calles en todas direcciones de Plaza Catalunya. Entre la picaresca y el no poder trincar más pasta sería imposible de llevar a cabo.

Mañana iremos al partido, claro, pero también al Queen Victoria Market, esta vez de día. Será nuestro último día en Melbourne y lo vamos a aprovechar a tope.

7 comentarios:

  1. Enrique (el del noveno)13 de agosto de 2016, 2:07

    Me parto con vuestros comentarios. Da gusto leeros y pasar un buen rato. También con envidia por la cantidad de sitios tan lindos que visitáis. Espero veros algún día Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Enrique! Ventajas de ni tener niños, ni mascotas, ni vicios caros ni coche, supongo. Y sí, tenemos que quedar cuando vayamos a Sevilla. Un abrazo!

      Eliminar
  2. 1- todos los animales de Australia parecen hambrientos. Que se lo hagan mirar
    2- pensaba que lo de invierno en Australia era como en esas partes del mundo que celebran navidad en bikini,pero veo que no,que lleváis abrigo. Todos los días se aprende algo Nuevo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De hecho hay días de viento y lluvia que excitarían a Pedro Piqueras. Yo tampoco sabía que podía ser así...

      Eliminar
  3. Joder, cómo os lo habéis pasado... ¡cuanta envidia de la buena y qué ganas de imitaros en algún momento! :-)
    Por cierto, mencionáis en muchos posts a "vuestro conductor". Por pura curiosidad, ¿cómo los encontrabais?, ¿les contratabais todo el día, sólo para trayectos cortos?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estamos disponibles para consejos por un precio muy barato. Un café, un pequeño trozo de tarta y una exagerada cantidad de oro...

      Esto va por agencia. Te toca el que te toca, pero son todos muy serios y profesionales.

      Eliminar