Día 10: Bye bye Sydney....

¡Buenas a toda la parroquia! Para pena de la afición avisaré que hoy el blog va a ser escrito por la menda lerenda, la jefa, o sea, Belén (muahahahaha). Tengo a Javi de retiro bloguero porque hoy le apetece más hacer otra cosa. Básicamente es tocarse los huevos, lo cual en esta casa se respeta, oigan.




Hoy hemos pasado nuestro último día de este viaje en Sydney y, aclaro de este viaje, porque en esta ciudad nos encontramos francamente bien. No sé muy bien cómo explicarlo, pero estamos francamente a gusto en esta enorme ciudad, por lo menos de vacaciones, así que no damos el capítulo como cerrado y volveremos a la mínima que podamos.

Volver nos ha hecho verla con ojos distintos y con más madurez y hay muchas cosas de las que no nos acordábamos, como de sus semáforos imposibles. Aquí el sistema es el siguiente: después de esperar más que Forrest Gump a Jenny, por fín el semáforo se pone en verde, pero escasos 4 segundos en los que, se vuelve a poner rojo, pero intermitente. ¡Qué estrés la virgen Santa! Uno no puede relajarse para cruzar en esta ciudad.

Hoy hemos dedicado la mañana para ir a Bondi Beach, una de las playas de surferos más famosas del mundo y que ya visitamos la vez anterior en un tour prepagado y aburrido que nos dejó con la sensación de que nos habían tomado el pelo. Hoy hemos optado por coger un autobus de transporte público y hemos empezado el día yendo por la dirección opuesta... hoy ha sido el día en el que si yo decía que era por la izquierda, era por la derecha y así sucesivamente. Menos mal que esto no es Pekin Express y estamos de vacaciones con suficiente tiempo como para rectificar y así ha sido. Quien me conozca bien sabrá que siempre me gusta llevar la batuta en todo, excepto cuando viajo con Javi al que le paso el "honor" de ser el capitán de la expedición. Creo que es la única vez en la que me relajo de verdad... #graciasJavi



Tras media hora de autobus hemos llegado a Bondi con más hambre que el perro de un ciego, ya que no hemos desayunado con la intención de brunchear por allí, pero entre las equivocaciones, el tiempo de ida y todo eso, hemos llegado hambrientos a Bondi, por lo que la prioridad era comer algo. Nuestro amigo "tripadvisor" nos recomendaba un sitio llamado EL TRIO en el que todo es orgánico y prometían que, aunque fuera sano y esas cosas estaba rico y la verdad es que no ha estado nada mal.

Una vez que ya teníamos fuerzas para seguir caminando hemos ido a la playa, en la que, como el mar estaba picado, había un montón de surferos haciendo lo suyo y hemos aprovechado para hacer un poco de resumen, unas 800 fotos y un paseo de lo más agradable. Bondi no sólo es una zona de playa, es una manera de vivir, es el sueño surfero, el vivir por y para las olas y eso se nota en el ambiente.

Una vez que ya le hemos dado el paseo a la playa nos hemos vuelto hacia la city en bus, en uno que, directamente nos dejaba en Circular Quay, vaya, en tol tato, para despedirnos con honores de la bahía y volver a admirar el esplendor del puente, del Opera House e intentar hacernos las misma foto que nos hicimos hace 10 años en el mismo sitio y volver al maravilloso Royal Botanic Garden con sus variopintas especies.

Aquí hay bichos que no salen en los libros de texto de España, en serio... pájaros bizcos, grullas con un pico como un garfio, pájaros de colores imposibles y murciélagos más gordos que Falete, es parte del encanto de esta enorme ciudad.




Como chica he de decir que me llama mucho la atención los tacones de las australianas, madre del amor hermoso, tacones imposibles, de esos que te los pones y 1) caminas como si fueras a montar una yegua, 2) no duras con ellos puestos más de 15 minutos y 3) no puedes caminar como una persona en 3 semanas por lo menos después de habértelos puesto... ays que dolor más grande.

Otra cosa es que aquí el champú Aussie que nos venden en España como lo más australiano del mundo ¡¡NO EXISTE!!, malditos bastardos, y yo pensando que aquí lo encontraría baratito y resulta que es una invención inglesa, cabrones.

Los australianos y australianas están de muy buen ver, pero de muy buen ver, en serio, son todos de una especie superior o algo, porque esos genes no deben ser muy normales.

Ahora toca terminar de hacer las maletas para dejarlo todo listo e irnos a cenar, no sin antes comentar que esta noche es "LA NOCHE DEL CENSO" y tu dirás ¿y a tí qué más te da tontalculo?, pues NO, resulta que todo el mundo que esté en Australia hoy tiene que rellenar un papelito del gobierno en el que te hacen preguntas intimas del tipo: ¿Es usted aborigen? Me imagino si pusiese que sí la conversación con el tío de inmigración...

- Oiga, pero usted ha puesto que es aborígen

+ Ya, bueno, soy de Mallorca. Autóctona, auténtica. ¿Ha visto usted alguna vez a un andritxol?

- ¿Qué es un andritxol?

+ Bueno, cuando lo vea se dará cuenta de que los aborígenes y nosotros somos del mismo mono. ¿Ha visto usted de pasar por aquí un monorl?

- ¿Un mono que le ha dado por culo a un león?

+ Ea, ya ha salido en el periódico. Cobarde.

Menudas cosas tiene el gobierno australiano. Vamos a ver qué nos depara Melbourne, seguro que cosas buenas. ¡Nos vemos allí!