sábado, 20 de agosto de 2022

Día 21: Nos vemos, Tailandia


Hola a todos desde Bangkok. Es nuestra última noche aquí, mañana volamos a Barcelona via Abu Dhabi, donde haremos una parada de cuatro horas que promete ser enternecedora, con el sueño completamente cambiado y no teniendo ni puta idea de dónde estamos. De hecho, esta será la penúltima entrada del blog de la Aventura 2022: haremos otra para cerrar ya desde España y seguramente alguno más con consejos, trucos y mierdas así, que parece que tiene más éxito que las tonterías que hacemos en el día a día.



La verdad es que hoy ha sido un día largamente esperado, tocaba hacer shopping masivamente. Sabiendo que las maletas pueden pesar hasta 32 Kgs comparados con los 20Kgs de Bangkok Airways, era el momento de hacerlo. Volvimos al Chatuchak Market, donde habíamos hecho una serie labor de scouting hace unos 8-10 días, y donde pillamos una diarrea importante tras comer en el mercado callejero. Esta vez fuimos a tiro hecho: sabíamos lo que queríamos, dónde comprarlo y en dos horas teníamos todo lo que necesitábamos y claro, un poco más. Cuando vas a un mercado de estos con intención de comprar, al final pringas con muchísimo gusto.







Es una putada que nos vayamos de Bangkok ahora que empezamos a dominar la ciudad. Por ejemplo, queríamos ir a un dim sum que nos gusta y llegamos en un pis pas pese a que el tuk-tuk nos dejó en el centro comercial que no era. Ya no necesitamos mapas para volver al hotel, sabemos perfectamente dónde estamos en todo sitio y cuál es la forma más rápida de volver: barco, tuk-tuk, taxi o metro. Hostia, es una pena que todo este aprendizaje se lo vaya a llevar el viento, porque aunque tenemos muy claro que volveremos a Bangkok... dudamos mucho que sea pronto. No me quiero olvidar que nos pegamos una merienda en el Swensen's, mítica heladería que está por toda Asia y tiene el sello de excelencia de Aventura Global. Dicho de otro modo: joder, qué buenos están los putos helados del Swensen's. DAME. DAME.








Tras una siesta estrepitosa, decidimos meterle mano a las maletas y creo que hemos hecho un trabajo de descarte, empaque y compresión digno del mejor viajero. Por lo menos en mi maleta no cabe absolutamente nada más, y creo que la de Belén va incluso más apretada. Para celebrar nuestra última noche en Bangkok decidimos irnos a un karaoke. Los karaokes en Asia no tienen nada que ver con los que hay en España, nada de cantar delante de gente desconocida y pollas así, no. Allí te alquilas una sala privada, que puede ser desde dos personas hasta 16, completamente insonorizada, pides comida y bebida y te pones a cantar y a comer. Maravilloso concepto. Es un poco caro - dos horas de karaoke con comida y bebida nos ha salido por unos 38 EUR por persona - pero merece la pena. Es algo que hay que hacer en Asia sí o sí.



Nos da un poco de pena volver, personalmente me quedaría aquí con Belén otras tres semanas, repitiendo itinerario si hace falta. Nos ha sorprendido el contraste que hay entre Bangkok, Chiang Mai y las islas, todos los sitios que hemos ido son complementarios y parte de un viaje que creemos que ha sido maravilloso. Nos ha reconectado con el placer de viajar y de pasar tiempo juntos. No hay palabras para describir los muchos momentos absurdos que hay en un viaje de los nuestros, en este caso ayudado por la amabilidad extrema de los tailandeses, que se han ganado nuestro corazoncito hasta el resto de nuestras vidas.




Ojalá, en el mejor de los casos, este blog os inspire a coger el petate y salir a algún sitio. No hace falta irse al quinto coño para descubrir cosas nuevas que te llenen. A veces lo más importante, seguro en nuestro caso, es disfrutar el uno del otro, aprender muchísimas cosas juntos, a veces razonándolas, otras por pura casualidad. La vida es mucho más de lo que nos enseñan en los libros, y viajar es aprender.

Me dejo ya de tanta filosofía. Gracias a todos por viajar con nosotros. Nos vemos en España.





viernes, 19 de agosto de 2022

Dia 20: Sin canciones que hablen de Bangkok - by Belén



Cuando hoy nos hemos despertado no quedaba rastro de las palmeras y el mar tras la ventana, a cambio, tenemos una vista espectacular de esta loca ciudad, colmenas de edificios, tráfico a todas horas y mucho “parriba y pabajo”.

Estábamos un poco nerviosos porque en nuestra memoria, el desayuno del lebua era el santo grial de los desayunos y no sabíamos qué nos íbamos a encontrar 11 años más tarde.

Al bajar del ascensor he notado la ausencia de las dos señoritas que te esperaban solo para darte los buenos días e invitarte a pasar al desayuno buffet, lo cual ha sido una decepción, porque las recuerdo con gran cariño, pero, el resto… ohhhhh, el resto sigue siendo maravilloso.




Te podrías pasar 4 horas comiendo en el desayuno buffet y salir de allí más contento que Jesulín de Ubrique cuando le tiraron bragas y sujetadores en la plaza de toros. Que maravilla oiga, que alivio ver que hay cosas que no cambian porque no tienen que cambiar.



Si echo algo de menos de España es el pan (aquí no lo usan demasiado), el queso, que, habiendo millones de asiáticos que comen a todas horas ¿por qué no hacen quesos? Y el vino… ayssss, ese verdejo bueno, pero vaya, que gastronómicamente Tailandia es un pelotazo.

Después de haber desayunado como campeones nos hemos ido al templo grande que nos faltaba: el Wat Arun, el cual tampoco habíamos visto en 2011.

Moverse por Bangkok es un estrés. El tráfico es muy denso y los taxistas son unos hijos de puta piratas como en el resto del mundo, así que la forma más fácil para llegar desde nuestro hotel al Wat Arun es en un barco público, como si fuera un bus, pero por el agua.



Al llegar al embarcadero, había un tipo uniformado que nos ha intentado colar un barco exclusivo para llegar por 200 bahts cada uno, yo lo entiendo, pero es que nos la intentan colar cada cinco minutos.





No le hicimos demasiado caso, a pesar de su insistencia, y esperamos el barquito, viendo como el tráfico por el río también es una locura, barcos de un lado al otro surcando estas aguas de color diarrea de más de 3 semanas. Es más peligroso caerse al rio que caerse desde el piso 53 de nuestro hotel.





La espera dio sus frutos y por menos de 1€ llegamos directamente al Wat Arun, como auténticas reinonas.









El Wat Arun está hecho todo de porcelana china y es espectacular. Muy recomendable su visita y, de hacerlo, insistimos en venir en barco.





A la vuelta decidimos volver con el barco y, para que la espera fuera más amena, compré comida para los peces...






Una vez finalizada la visita teníamos 2 objetivos distintos: Javi ir a por su traje y yo irme a hacer una manicura, así que hemos separado nuestros caminos y nos hemos dado un tiempo solos por la ciudad, que también le da mucha calidad a la película.

Tras un almuerzo juntos y un siestorro padre, que no olvidemos que estamos de vacaciones y tenemos que aprovecharlas, nos hemos ido al Siam Paragon, un centro comercial de alto nivel en el que, entre otras muchísimas tiendas, se encuentra la de nuestro té favorito: el TWG.

En las tiendas TWG mola todo menos el capullo que nos ha recibido:

CAPU-YING: Buenas tardes, bienvenidos a la cara, exclusiva y chulísima tienda de TWG

NOSOTROS: Gracias, estamos entusiasmados! ¿podemos sentarnos y tomarnos un té?

CAPU-YING: Pues va a ser que no, porque hace 1 minuto que he apagado la kettle y ya no me queda agua caliente, pero se pueden gastar una pasta en nuestros artículos y tomarse el té en su puta casa.

NOSOTROS: vaya… Capu-ying, cómo te las gastas mamón, pues venga, cóbranos estas dos cajas de té.

CAPUYING: Id buscando un punto de apoyo, que soy más torpe que un tractor con las ruedas cuadradas y voy a tardar lo que me salga del nabo.

NOSOTROS: Claro Capu-ying, faltaría menos.

Después de hacernos con nuestro precioso botín del TWG nos faltaba otra asignatura pendiente: EL PATO LAQUEADO, manjar de los manjares que llevábamos días soñando y, aprovechando el food court del Siam Paragon, nos hemos calzado un dosis de pato lo suficientemente grande como para quitarnos el mono durante unos meses.



Parece que no, pero el día ha dado para mucho, lo mejor es que no tenemos ansiedad o estrés por ver las cosas. Hemos hecho una pequeña lista de lo que nos falta y lo vamos cumpliendo entre risas, paseos y olores de todo tipo de comida.

Mañana Chatuchak Weekend Market e improvisación.

Gracias Bangkok por todo lo que nos estás dando.



PD: Aquí os va un nuevo Reto de Bebidas.

jueves, 18 de agosto de 2022

Día 19: Back to Bangkok, back to lebua


Hola a todos desde Bangkok, estamos en el piso 53 del lebua at State Tower, nuestro hotel favorito del mundo mundial, al menos hasta que comprobemos mañana si el desayuno sigue estando al mismo nivel que hace 11 años. Es nuestra última parada del viaje y pasaremos aquí tres noches. Ha sido un día de transición que se ha complicado porque el vuelo desde Koh Samui a Bangkok ha llegado dos horas tarde, pero creo que ha sido interesante, y siempre hay cosas que contar.







El aeropuerto de Koh Samui es una pasada. Es completamente exterior, me explico: una vez que haces check-in de las maletas en una cabaña, la zona de salidas es un pasillo de bares, cafeterías y tiendas al aire libre hasta llegar al control de seguridad. Una vez lo pasas, hay un amplio espacio con grandes sombrillas, columpios, bares y el lounge de cortesía de Bangkok Airways, en el que todos los pasajeros de la compañía, vayan en business o no, pueden consumir agua, café, bollería industrial y zumo de naranja completamente gratis. Me gustaría que, por ejemplo, Vueling hiciese esto pero claro, si hacemos esto es España todos saldríamos con 20 cafés y 10 aguas. Lo puedo llegar a entender.






El caso es que el aeropuerto de Koh Samui se autodenomina el más bonito del mundo, y desde luego en singular. Habrá que verlo un día que llueva mucho, seguro que no es tan agradable. Es más, tiene que ser molesto de cojones en esas condiciones. Hablando de gente molesta, había una familia israelí que nos seguía a todas partes. Si nos levantábamos, a los cinco minutos estaban allí. Pasó tres o cuatro veces, por un momento pensaba que nos seguía el Mosad.






Por fin llegamos a Bangkok y tras esperar una eternidad para pillar las maletas, llamamos a un taxi con Grab. Nos salió muy barato, 10 EUR por un trayecto de 30Km, pero el taxi era para verlo: solo cabía una maleta detrás, así que la otra iba en el asiento delantero junto con los 300 colgantes que llevaba el tío. Detras, cada uno con su bolsa de mano en un espacio mínimo y rodeados de mantas, sábanas y demás mierdas. El tipo no paraba de hablar - tras 42 años, había empezado en esto del taxi y hablaba un inglés que al principio era muy gracioso, pero luego fue muy, MUY cargante. Pudo decir la palabra "happy" 200 veces en 45 minutos. Pensábamos que cuando se diese cuenta que no le íbamos a dar propina, sacaría un AK-47 y nos reventaría, pero no fue el caso. 






Llegamos al lebua - con l minuscula, es como les gusta escribirlo - y nos vieron cara de buenas personas, así que nos han hecho un upgrade gratis. Debe ser algo habitual porque esto ya nos pasó en 2011. De hecho, hace 11 años nos dieron la habitación 5304 y esta vez estamos en la 5316. Es exactamente igual, pero especular - lo que estaba a la izquierda, ahora está a la derecha y al revés. Tremendas vistas de la ciudad, de día y de noche.





Salimos rápido a hacer unos encargos - ahora que tenemos 35 kilos en el vuelo de vuelta en vez de 20, podemos comprar cosas un poco más pesadas. Acabamos en el MBK Center, que tiene un Daiso, tienda japonesa que los seguidores del blog recordarán porque nos encanta. Solo venden chorradas y cosas más o menos prácticas de menaje, hogar, higiene y poco más. En el centro comercial, Belén se prestó voluntaria para hacer un Reto de Comidas. Ojo con el resultado.



Cenamos en un sitio de filetes, porque no comimos casi nada a la ida. Se llama RodDeeDed The Steakhouse y está bastante bien, carne de muchos tipos a un precio razonable. La especialidad de la casa son spaghettis con un filete troceado y salsa de la casa, que es lo que me he pedido por 650 bahts, unos 17 EUR. Apetecía una cena contundente, la verdad.





Mañana nos vamos al Wat Arun, que es el templo que nos queda por ver. La verdad, es el único plan que tenemos que momento, pero ya improvisaremos algo. De momento, toca descansar, que ha sido un día muy largo...

miércoles, 17 de agosto de 2022

Día 18: Regreso accidentado a Koh Samui


Hola desde Koh Samui. Nos han dado una habitación magnífica en el The Sea, sin piscina privada pero amplísima y con unas vistas que quitan el hipo. Eso sí, para llegar hasta aquí hemos tenido que enfrentarnos a una especie de via crucis de gilipollez extrema, incompetencia y falsedad. Belén ha sido víctima de dos situaciones muy desagradables que creo que hemos superado con nota.





Estuvimos más de una hora esperando al ferry de Koh Tao a Koh Samui, algo que al parecer es habitual. De todos modos eso no es nada comparado con lo que estaba a punto de pasar. De esos momentos en los que la realidad supera la ficción.



Nos subimos a una parte del barco que es VIP - aire acondicionado, puertas que aislan el ruido - porque la diferencia de precio era ridícula, 200 Bahts por persona (unos 6 EUR). Así me aseguraba tener menos posibilidades de soltar la papa en plena travesía. Pues bien, yo estaba ya con los cascos puestos cuando entraron una familia de indios, padre, madre e hija. Hablaron con Belén para preguntarle si habíamos pagado los billetes. Belén dijo que sí, en el propio barco, y que en la ida le habían dicho que había una zona intermedia que valía 100 Bahts por persona, pero, con niños, tenían prioridad e iban gratis allí.

A los cinco minutos han vuelto los tres con una cara de mierda que flipas, mirándonos como si nos hubiésemos cagado en sus cereales mañaneros. El tío ha llegado y se ha quitado los zapatos Y LOS CALCETINES. Sus pies soltaban una peste extrema, tanto que nos hemos sentado tan lejos de él como fuese posible. Por fin me dormí y cuando me despierto, está la niña a 20 cm mío y Belén leyéndole la cartilla al tío. En estas, el señor oloroso se ha puesto a gritar a Belén diciendo que la había engañado con lo de los billetes, y que no pensaba hablar con nosotros, solo con la seguridad.

Ahí me tuve que levantar, claro. He intentado ser lo más respetuoso posible. Hasta cinco veces he intentado entablar comunicación con ellos pero la madre, que estaba histérica, gritaba que solo era una niña, que los niños son así y mil cosas más. Mientras tanto, Belén estaba llamando a seguridad, que para eso somos un buen equipo. A la sexta vez le he dicho "señora, yo no quiero hablar de su hija, joder, de hecho, es que me importa un carajo su hija - de lo que quiero hablar es de su marido quitándose las calcetines. Hostia, que le huelen los pies a mierda, que no está en su casa - entiendo que pueda ser algo cultural pero yo he pagado por estar en esta zona para no marearme y entre todos ustedes me están jodiendo vivo".

Llegó seguridad y mientras hablaba con ellos, la niña corría gritando de un lado para otro, chocando conmigo. Les he dicho "¿Ven? Es que no me invento nada". La decisión ha sido salomónica - o ellos o nosotros teníamos que salir de ahí, y han sido ellos, que se han ido donde estaba el capitán. Me ha sabido mal, porque aún con la puerta cerrada se oían los gritos demoníacos de la niña. Coño, si hasta el hombre ha pasado dos veces al servicio y no ha tenido ni huevos de mirarnos a la cara. Se pusieron muy farrucos al principio pero los hechos nos dieron la razón. No se puede ir por la vida con esa higiene corporal y luego ir de ciudadano perfecto. Le olían los pies, el sobaco, y no queremos ni saber cómo le olía la polla, pero explicaría el gran cabreo permanente de su mujer. Por cierto, y cambiando de tema, el barco hizo una parada en una isla intermedia y una señora vendía helados de forma muy graciosa.


                                        

Por fin llegamos al hotel y nos dimos prisa para pillar el Happy Hour de cocktails en la piscina, que era de 17:00 a 19:00. A ver, eran las 18:15 pero es que queríamos dos. Otra vez la mala suerte se ceba con Belén, que mete el pie en la única baldosa rota y se da una hostia. A ver, no fue como la de Bangkok, que está en la Champions League de las hostias mundiales, pero sí fue un buen golpe, con arañazos. Se queja al personal, concretamente al tipo que nos intentó timar con el taxi dos días antes, y nadie le dice ni "lo siento". Este tío va de bueno pero nos odia profundamente, a mí no me la da. Nos han devuelto las maletas con un código de cierre distinto, señal de que algo malo ha hecho ese cabrón. Es demoníaco, con su cara de buena persona y esos ojos deseando que nos metan una mamba negra por el culo. 





Belén se quejó y se quejó con toda la razón del mundo hasta que bajó una de las jefas, que sí le pidió perdón y intentó compensarla con un masaje gratis o algo parecido. Pero lo que queremos en realidad es que un buen hotel como este no se vaya a la mierda por tener empleados gilipollas y maleducados. Al final tuvieron la gentileza de invitarnos al primer y segundo Mai Tai, pero no puede ser que casi te rompas un hueso por un fallo en la estructura del hotel y nadie se disculpe. 



Con estas hemos acabado al día, porque hemos pedido comida en Grab. No hay que sacar las cosas de quicio: los dos, especialmente Belén, hemos estado en el sitio equivocado en el peor momento, pero son cosas que pasan. Estamos reventados y mañana salimos para Bangkok desde el aeropuerto de Koh Samui, el más bonito y posiblemente el más irritante del mundo. Son cosas que pasan, no le damos mayor importancia, pero ha quedado claro que si intentan pisarnos, los aventurers nos levantamos y montamos el pollo que haga falta. Bangkok, prepárate... que volvemos. 

PS: ¡Hemos recogido la colada! Todo perfectamente planchado. Unos cracks. 


martes, 16 de agosto de 2022

Días 16-17: Koh Tao y el triunfo total



Hola a todos desde Koh Tao. Lo primero de todo, no es nuestra intención dar rabia ni presumir de nada, solo contar los viajes que hacemos por el mundo... y este es uno de los mejores momentos que hemos vivido. Somos unos currantes, ahorramos mucho para hacer estos viajes y de hecho, la villa en Koh Tao nos ha salido por 177 EUR la noche, que no es nada descabellado. Intentaremos contar la experiencia con un poco de humor y mucho sentimiento, porque han sido dos de los mejores días de nuestra vida. Tal cual.



La cosa no empezó especialmente bien. LLegamos a Koh Samui con nuestro billete de ferry, que tenía un código QR. Cualquiera pensaría que podrías acceder al ferry con el billete directamente, pero no. Aquí hay que esperar a hacer check-in una hora antes de la salida del barco, cambiando el código QR por un papel amarillo de mierda y dos pulseras de papel. Es como si vas a una tienda con un iPhone último modelo a descambiarlo y te dan una blackberry en la que solo funciona la letra A. Después viene una cola caótica, menos mal que no teníamos maletas como aquella vez en Filipinas. Había que pagar extra por estar en la zona central del barco - necesaria para mí porque me mareo - pero al final nadie nos pidió nada.






La duración estimada de la travesía era hora y media, pero tardamos casi tres horas. Al llegar, había gente con carteles de todo tipo esperando a turistas. Estaban todos menos el nuestro, literalmente. No sé si se habría aprovechado del retraso del barcco para hacerse una paja furtiva mirando al mar, pero el caso es que no estaba. Habíamos contratado un coche para que nos subiera a Koh Tao Heights y evitar 15 minutos de cuestas superempinadas. AL llegar, era un coche de cuatro plazas con una plataforma añadida para el equipaje. En la parte de atrás del coche había una pareja bebiéndose un coco, los hijos de puta. Nos subieron en la plataforma, como si fuésemos ganado, agarrados donde podíamos.



Total, llegamos a Koh Tao Heights con un cabreo de mil pares de cojones, pensando en tirar la maleta de los dos guiris esos a la mierda por ser unos gorrones hijos de puta. La dirección del hotel no nos cobró el viaje y, la verdad, toda esta mierda se nos pasó cuiando abrimos la puerta de la villa.










No podía ser verdad. Habíamos vistos fotos, pero no le hacían justicia. Unas vistas perfectas y una piscina privada, 30 grados de temperatura. En la villa, una cama cómoda, una ducha enorme, una cocinilla resultona y un sofá deluxe mirando a una tele en la que solo había Netflix. En la mesa del salón, un libro con la carta de restaurantes locales que hacían delivery.




Tomamos la decisión de no salir de allí bajo ningún concepto, pasar todo el tiempo en la villa y pasar tres cojones del blog, y del mundo en general. La prioridad absoluta era darnos tiempo de calidad el uno al otro, juntos. Disfrutar el uno del otro en un sitio magnífico, bonito y tranquilo. Qué más se puede pedir, ¿no? Muchas risas, muchos besos y largas charlas, fundamentalmente en la piscina.







Porque sí, obviamente hemos estado metidos en la piscina más o menos la mitad del tiempo, descansando, dándole al botón de pausa mientras el mundo seguía su curso fuera de la villa. El resto del tiempo hemos jugado a las cartas - estoy en racha - y aprovechado el sofá para ver un poco de tele. Hemos visto el final de Better Call Saul, que ha sido magnífico. Serie muy recomendada. Casi lo único que nos ha inquietado es el tamaño de las lagartijas que salían de noche. La más grande, a la que llamamos Clotilde, tenía 30-35cm y hacía un ruido rollo "KAKAKAKAKAKAKAKAKAK" que acojonaba mucho. La villa venía con su gato, al que llamamos Zape. Muy buena gente, pero es que soy alérgico a esa panda de cabrones.




De Koh Tao nos llevamos las vistas magníficas, la tranquilidad total y la sensación de haber sido unos verdaderos privilegiados. Cuando estemos en Barcelona completamente agobiados con nuestro tren de vida, pensaremos en nuestros días en Koh Tao, igual que pensamos en Hvar, Kyoto, Olympia, Taipei, Londres o cualquier sitio en el que hayamos estado verdaderamente en paz. Son casi todos.





Y ahora, vuelta a Koh Samui, donde tenemos que hacer la gran reorganización de las maletas, pero no nos perderemos el Happy Hour del hotel ni ese pedazo de desayuno al lado del mar. Empieza la desescalada, será rápida, pero nos quedan cinco días de aventura y los vamos a disfrutar a tope.

PS: No ha sido para tanto, ¿no? Además, podría haber sido peor, no hemos usado la cámara acuática esta vez... Las vistas serían injustas con la belleza del sitio, porque hemos estado en pelota picada al 90% del tiempo.