viernes, 19 de agosto de 2022

Dia 20: Sin canciones que hablen de Bangkok - by Belén



Cuando hoy nos hemos despertado no quedaba rastro de las palmeras y el mar tras la ventana, a cambio, tenemos una vista espectacular de esta loca ciudad, colmenas de edificios, tráfico a todas horas y mucho “parriba y pabajo”.

Estábamos un poco nerviosos porque en nuestra memoria, el desayuno del lebua era el santo grial de los desayunos y no sabíamos qué nos íbamos a encontrar 11 años más tarde.

Al bajar del ascensor he notado la ausencia de las dos señoritas que te esperaban solo para darte los buenos días e invitarte a pasar al desayuno buffet, lo cual ha sido una decepción, porque las recuerdo con gran cariño, pero, el resto… ohhhhh, el resto sigue siendo maravilloso.




Te podrías pasar 4 horas comiendo en el desayuno buffet y salir de allí más contento que Jesulín de Ubrique cuando le tiraron bragas y sujetadores en la plaza de toros. Que maravilla oiga, que alivio ver que hay cosas que no cambian porque no tienen que cambiar.



Si echo algo de menos de España es el pan (aquí no lo usan demasiado), el queso, que, habiendo millones de asiáticos que comen a todas horas ¿por qué no hacen quesos? Y el vino… ayssss, ese verdejo bueno, pero vaya, que gastronómicamente Tailandia es un pelotazo.

Después de haber desayunado como campeones nos hemos ido al templo grande que nos faltaba: el Wat Arun, el cual tampoco habíamos visto en 2011.

Moverse por Bangkok es un estrés. El tráfico es muy denso y los taxistas son unos hijos de puta piratas como en el resto del mundo, así que la forma más fácil para llegar desde nuestro hotel al Wat Arun es en un barco público, como si fuera un bus, pero por el agua.



Al llegar al embarcadero, había un tipo uniformado que nos ha intentado colar un barco exclusivo para llegar por 200 bahts cada uno, yo lo entiendo, pero es que nos la intentan colar cada cinco minutos.





No le hicimos demasiado caso, a pesar de su insistencia, y esperamos el barquito, viendo como el tráfico por el río también es una locura, barcos de un lado al otro surcando estas aguas de color diarrea de más de 3 semanas. Es más peligroso caerse al rio que caerse desde el piso 53 de nuestro hotel.





La espera dio sus frutos y por menos de 1€ llegamos directamente al Wat Arun, como auténticas reinonas.









El Wat Arun está hecho todo de porcelana china y es espectacular. Muy recomendable su visita y, de hacerlo, insistimos en venir en barco.





A la vuelta decidimos volver con el barco y, para que la espera fuera más amena, compré comida para los peces...






Una vez finalizada la visita teníamos 2 objetivos distintos: Javi ir a por su traje y yo irme a hacer una manicura, así que hemos separado nuestros caminos y nos hemos dado un tiempo solos por la ciudad, que también le da mucha calidad a la película.

Tras un almuerzo juntos y un siestorro padre, que no olvidemos que estamos de vacaciones y tenemos que aprovecharlas, nos hemos ido al Siam Paragon, un centro comercial de alto nivel en el que, entre otras muchísimas tiendas, se encuentra la de nuestro té favorito: el TWG.

En las tiendas TWG mola todo menos el capullo que nos ha recibido:

CAPU-YING: Buenas tardes, bienvenidos a la cara, exclusiva y chulísima tienda de TWG

NOSOTROS: Gracias, estamos entusiasmados! ¿podemos sentarnos y tomarnos un té?

CAPU-YING: Pues va a ser que no, porque hace 1 minuto que he apagado la kettle y ya no me queda agua caliente, pero se pueden gastar una pasta en nuestros artículos y tomarse el té en su puta casa.

NOSOTROS: vaya… Capu-ying, cómo te las gastas mamón, pues venga, cóbranos estas dos cajas de té.

CAPUYING: Id buscando un punto de apoyo, que soy más torpe que un tractor con las ruedas cuadradas y voy a tardar lo que me salga del nabo.

NOSOTROS: Claro Capu-ying, faltaría menos.

Después de hacernos con nuestro precioso botín del TWG nos faltaba otra asignatura pendiente: EL PATO LAQUEADO, manjar de los manjares que llevábamos días soñando y, aprovechando el food court del Siam Paragon, nos hemos calzado un dosis de pato lo suficientemente grande como para quitarnos el mono durante unos meses.



Parece que no, pero el día ha dado para mucho, lo mejor es que no tenemos ansiedad o estrés por ver las cosas. Hemos hecho una pequeña lista de lo que nos falta y lo vamos cumpliendo entre risas, paseos y olores de todo tipo de comida.

Mañana Chatuchak Weekend Market e improvisación.

Gracias Bangkok por todo lo que nos estás dando.



PD: Aquí os va un nuevo Reto de Bebidas.

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