Hoy ha sido un día de transición entre ciudades, algo que, tanto el jefe de la expedición (Javi), como yo (la susodicha), lo llevamos estupendamente. Nos hemos convertido en unos auténticos especialistas en saber cómo manejar el peso de nuestras maletas y somos pros en lo que se refiere a transitar por aeropuertos, aunque hoy nos lo han puesto fácil, ya que, gentilmente, nuestro amigo del alma Altug nos ha venido a buscar al hotel en coche y nos ha llevado como a unos señores al aeropuerto, no sin antes hacer una de nuestras tradiciones: “el abandono de artículos viejos”. Mi amado esposo Javi, que se calza un 48 la criaturita, ha decidido que sus Vans viejas se quedaban a vivir en Melbourne, la cosa ha sido poco melodramática, ya que están viejas y roídas y han sido suplantadas por unas siempre cómodas Skechers, que, para quien no las haya probado, hay un antes y un después de estas zapas cómodas-cómodas.
El vuelo de Melbourne a Perth ha sido un gustito, oiga. Para empezar, el aeropuerto doméstico de Melbourne es cómodo y, como no te piden más que la tarjeta de embarque, vas como si fueras por tu casa. Buenas cafeterías y todo muy accesible. Como hemos ido como señorones y con tiempo, nos hemos sentado en una cafetería a jugar a las cartas, también un clásico en nuestros viajes, ya que, aparte de en los aeropuertos, es difícil que juguemos a las cartas los dos y la partida ha sido mítica... primero porque ha ganado Javi, lo cual es más difícil de ver que a Carmen Lomana en una casa okupa y, segundo, porque mientras que estábamos allí en nuestro limbo, han pasado de refilón el equipo de futbol australiano de los SYDNEY SWANS, los cuales hemos visto en 2 partidos, el último anoche mismo. A mí se me ha caído un mito, ya que, entre lo que corren y las hostias que se dan, yo me imaginaba que serían, como mínimo espartanos, pero no, son unos chicos atléticos, jóvenes y poco más... pero han sido muy amigables y le hemos robado una foto mal hecha a uno de los machos alfa del equipo.
Una vez en el avión nos hemos puesto como locos con el sistema de entretenimiento de VIRGIN AUSTRALIA, una pantallita para cada uno con música, documentales, series y un montón de mamoneo del que hemos hecho un buen uso mientras que nos daban de comer un pollo con arroz que, por cierto, no estaba nada mal. Han sido cuatro horas y media que se han pasado volando.
Una vez en tierra se ha liado parda, ya notábamos que algo pasaba, pero, al llegar al final del finger del avión ha empezado a sonar una música, majorettes por todas partes, gente disfrazada de canguros, acróbatas y malabaristas de fuego y un despliegue como el que no os podéis ni imaginar ¡ LA VIRGEN SANTA! Lo más increíble ha sido cuando a Javi le han puesto una banda celebrando que llegaban los turistas número 100 y 101 a Perth. Como os podréis imaginar yo he sido la 101, ya que, con las patas largas que tiene mi niño, yo siempre voy dos metros por detrás. Bueno, ha sido increíble, sobre todo cuando el alcalde de la ciudad nos ha hecho entrega de las llaves, ¡menudas risas con the Major of Perth!... vale, esto no ha pasado, pero podría haber pasado perfectamente, porque aquí no viene ni el TATO.
Perth nos ha recibido como si llegáramos a Murcia un domingo por la tarde de invierno, o sea, con todo cerrado y un poco desolado, pero con un clima fantástico, entre 16º y 18º que nos han puesto de muy buen humor.
La verdad es que, como dice Javi, nos estamos yendo poco a poco. Venir a Perth es una manera de salir de la piscina suavemente, ya que nos hemos acercado casi 5 horas a Malasia y la vuelta no será tan traumática.
Como aquí no hay mucho que hacer un domingo por la tarde, hemos llegado al hotel, hemos soltado las cosas y nos hemos ido con toda la prisa del mundo a Fremantle, ya que, aquí la menda lerenda, que es una friki de cojones, lleva meses siguiendo por Instagram a una heladería que está dentro del Fremantle Markets y que te ponene el helado con algodón de azúcar, una locura. El problema es que el mercado cierra a las 18:00 y no vuelve a abrir hasta el miércoles, día en el que estaremos deslizándonos en trineo por los pinnacles si Dios quiere, así que, o nos poníamos las pilas o nos quedábamos sin Cottoni, que es como se llama el lugar.
Pues nada, hemos llegado, me he presentado como la groupie frikaza, nos hemos pedido un helado, nos han regalado un topping y nos hemos hecho unas fotos. Este helado es prácticamente imposible de comer, pero está bueno de cojones. Luego hemos aprovechado el viaje y nos hemos quedado por la zona que es muy pintoresca y puede recordar a un pueblito americano de Carolina del Norte.
Vaya, que el día tampoco ha sido como para ponerlo en los libros, pero lo increíble es lo que estamos disfrutando con las pequeñas cosas, con nuestra compañía, lo descansados que tenemos los cocos y lo orgullosos que nos sentimos de cómo nos manejamos por el mundo. Mañana día de perthardeo (llevamos todo el día con la coña esta de "¿Habrá perthcebes en perth?"y así hasta el infinito).
Perthibo que lo pasaremos bien. Vale, vale, ya lo dejo: ¡hasta mañana!
PD: Nos ha gustado mucho un cartel que hemos visto en el metro de Perth induciendo a que pienses en los demás cuando el transporte público: ceder el asiento, no poner música alta, ser amable en general. Hemos hecho una foto que va encima de estas líneas. El problema es que a los tres minutos de hacer la foto se ha puesto un chaval a cantar Olivia Newton-John desafinando a pleno pulmón, el hijoputa. Basta que sugieras algo para que la gente haga lo contrario... y esto pasa en Perth y en cualquier otro lugar.
ya estoy en casa, y, me voy leyendo, poco, a, pocotodo lo mandado. Os quiero
ResponderEliminarNos alegramos. Bienvenida a esta tu casa!
ResponderEliminarDio oops más chistes perthfidos jajaja
ResponderEliminarPor cierto, me habéis creado antojo de algodón! Y helado, y muerdas varias
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