Hola a todos desde Nara, sexta ciudad que visitamos en seis días frenéticos por la zona central de Japón. Mañana volvemos a Tokyo para rematar este gran viaje, uno de los mejores - quizás, el mejor - que hemos hecho. Hoy nos lo hemos tomado con tranquilidad. No sé por qué, pero anoche dormí fatal en Osaka. No sé si era la almohada, que parecía de una cárcel birmana, o el hecho de que se escuchaba un "clack" cada 10 minutos, que parecía que entrasen en la puta habitación a acabar con nosotros, o que había una luz que no se apagaba, el caso es que no he dormido bien - y esta mañana no estaba en la mejor de mis versiones, las cosas como son.
La idea era llegar a la estación de Osaka y tirar dirección Nara. Menos de una hora, decía la web hyperdia, básica para todo el que viaje por Japón porque te da todos los horarios de todos los trenes. Ya puestos a hacer el gamba, hemos hecho el Reto de Bebidas Japonesas en el metro de Osaka. Esta vez tengo que confesar que he mentido. He dicho en cámara que estaba medio qué, pero la bebida rosa esa de mierda sabía directamente a PEGAMENTO, y de hecho poco después he subido un tramo de escaleras que, unido al sabor de la bebida, ha hecho que me marease momentáneamente. Eviten las bebidas de colores llamativos en Japón. Díganselo a sus hijos, pero no a sus enemigos. Esos, que se jodan, por puercos.
Hemos intentado llamar nuestro asiento en primera clase para Nara pero el eficiente y disciplinado operario nos ha mandado al carajo. No hay asientos reservados para Nara, porque el tren es de los cutres y no hay ni revisor, ni nada. Total, que hemos llegado al andén - todos los trenes a Nara salen por la vía 1 - y nos hemos subido en el primero que ha llegado. Ha sido un error por mi parte, porque no todos los trenes de la vía 1 van a Nara. De hecho, este era de una línea circular que nos habría dejado dando vueltas por Osaka hasta que los japoneses vuelvan a invadir Pearl Harbour. Nos hemos bajado en un sitio llamado Noda y hemos vuelto para atrás. No hay mal que por bien no venga, porque hemos vuelto para ver que el mito es realidad. Sí, hay vagones de metros solo para mujeres en Japón. Se ve que lo hacen porque los locales - y algún turista, fijo - les da por tocarle el culo a las señoras en hora punta. He intentado que Belén se meta en uno de esos vagones a cantar "It's Raining Men" sin conseguirlo. Al final, tras la confusión, nos hemos ido a Nara en un vagón bastante cutre.
No teníamos muchas expectativas en Nara pero nos ha sorprendido muchísimo. Primero, está bastante bien que el hotel estaba dentro de la estación, lo cual nos ha permitido ganar tiempo. Es un hotel que pertenece a Japanese Rail, con siglas JR. Hay muchos carteles en japonés en los que JR sale en caracteres occidentales. Nos imaginamos que el dueño de JR es como el personaje del mismo nombre en la mítica serie ochentera Dallas. Esto es, un japonés mayor, forrado de pasta, con un sombrero de cowboy y seis putazas en el regazo. El caso es que nuestra amistad con JR acaba mañana, cuando expira nuestro muy bien aprovechado Japan Rail Pass. Nada más llegar hemos descubierto que no era un domingo más en Nara. Había una serie de bandas bailando en una plaza, con la televisión grabando.
A pesar del cachondeo que había, hemos decidido tirar para la mayor atracción de la ciudad - el templo de Todai-ji. Es famoso por dos cosas, básicamente. Una, que dentro hay un buda gigante que impresiona mucho y dos, alrededor del templo hay un parque lleno de ciervos que más que ciervos parecen gremlins, los hijos de puta. Si les das de comer, los ciervos te persiguen, hambrientos como un fugitivo que lleva tres días corriendo tras escapar de la cárcel, te golpean y te joden vivo hasta que le das más comida. Vamos a empezar por el buda - el templo mola mucho, es grandísimo, y el buda es impresionante, despide un halo de paz y un buen rollo que ni Miliki en sus buenos tiempos.
Una de las supersticiones de este sitio es que hay un agujero en una columna dentro del templo y si pasas por dicho agujero, Buda te perdona todos tus pecados. O sea, si Yamamoto se ha follado a mil putas, ha matado a dos hombres por su infame corte de pelo y se la cascado en el Cruce de Sibuya, no problem, puede pasar por el agujero este y tachán, limpio a los ojos de Dios. No nos extraña, por tanto, que este señor haya hecho todos los esfuerzos del mundo en pasar por allí - a saber lo que habrá hecho este prenda. En mi caso no hay problema, primero, porque tengo la conciencia muy tranquila y segundo, porque ni untándome de vaselina todo el cuerpo y adelgazando 20 kilos quepo por esa mierda de agujero.
Ya que estábamos con las supersticiones, hemos pagado 200 yenes por conocer cómo le va a ir a Belén en el futuro próximo. A ver, dudo que haya alguna tarjeta que ponga que todo le va a ir como el culo, que va a tener multitud de caspa, en el curro le van a escupir y que su marido se va a hacer de Fuerza Nueva. Esas cosas no pasan, vaya. Lógicamente, le salió una tarjeta llena de generalidades, y en este caso bastante positivas.
Pero aquí lo que mola es la historia de los ciervos porque Belén ha salido al campo a dar espectáculo. Se ha traído unas galletas desde Osaka para repartirla entre los ciervos. Muy amorosa ella, creo que no era consciente de que los ciervos estos de los cojones son unos yonkis que igual se comen sus galletas que el pasaporte de algún turista gilipollas. Total, que Belén ha sido muy gentil a la hora de ofrecerle comida a estas criaturas del infierno... y los ciervos han dado bastante juego. Si tienen que ver un vídeo de esta aventura, no os perdáis los dos siguientes.
No contenta con el primer contacto con los ciervos y pensando "pobrecitos", Belén ha comprado COMIDA ESPECÍFICA PARA LOS CIERVOS, LO QUE LES GUSTA DE VERDAD. Pobrecitos, dice. Los ciervos son unos gordos, glotones, tragaldabas que andan locos por pillar lo que sea, especialmente lo que les gusta. Pobrecita ella, con la que le iba a caer encima en cuando sacase las putas galletas de diseño. Hasta le han mordido el culo. La putada es que, no sé por qué, el vídeo se ha perdido - lo grabé, pero no está en el móvil. Esta escena se queda solo para nosotros, con Belén tirando la comida al suelo y saliendo despavorida. Todo lo que nos quedan son unas cuantas fotos, eso sí, muy buenas.
Hemos dado un paseo hasta la parte central de la ciudad y ahí es cuando ha llegado la sorpresa. Resulta que hay un festival de bandas en Nara. Gente disfrazada con vestidos de unos colores imposibles, tocando el tambor, cantando todos juntos en la calle. Las agrupaciones iban detrás de un vehículo que abría camino y detrás de ellos, alguien ondeando una bandera gigante. Todo un espectáculo. Había chicas no japonesas en algunas agrupaciones. Hemos grabado a tres grupos - el tercero, como eran rojo y verde, hemos dicho que son del Caja y están celebrando que seguirá habiendo baloncesto en Sevilla. Lo más importante es que no esperábamos nada de Nara y al final lo hemos pasado muy bien. Nos hemos hecho fotos con la gente, nos han deseado buena suerte... y ha sido un gran día.
Y eso es todo, porque tras la comida y un paseo por la zona comercial de Nara, a mí me ha dado un bajón brutal y he necesitado de una siesta de dos horas. Después se ha puesto a llover como si no hubiese mañana y hemos decidido rescatar un clásico de nuestros viajes: ¡La noche de quesos y vinos! Comprar queso, vino, algo de pan bueno (que sorprendentemente hemos encontrado) y montar una cena de puta madre en nuestra habitación. Alguno pensará que es una cutrez, pero será el típico gilipollas que sale a comer a un Kentucky Fried Chicken guarro en medio de la lluvia mientras nosotros nos comemos un pedazo de bocata de jamón ibérico con un vino chileno estupendo, echándonos unas risas. Y ese pobre mamón mojándose por ahí y comiendo como el culo. Bueno, lo único reseñable es que nos encontramos a un grupo de muchachos locales que el más joven tendría 56 años cantando en plan protesta por algo... pero parece que decían "sexo, amor y paz". Si es así, los apoyamos al 100%.
Resumiendo: que lo hemos pasado mejor que bien en Nara, que se lo recomendamos a todo el mundo. Y que tenemos muchas ganas de volver a Tokyo, aunque eso signifique que estamos muy cerca de que se acaben nuestras vacaciones. Lo estamos pasando muy bien, Japón nos ha sorprendido de un millón de formas... y vamos a vivir estos días a tope. Lamentablemente, no hay ciervos sueltos en Tokyo. Lo de hoy ha sido muy divertido. Aún creemos que a mitad de noche tendremos a 10 ciervos tocando en la puerta de hotel pidiéndonos jamón...
...y lo poco que nos queda lo defenderé con la vida. ¡¡¡La madre de Bambi era mala!!! ¡¡¡Hijos de puta!!!
Geniales los ciervos,yo me defendía con el flash de la cámara.
ResponderEliminarLa gente que canta con carteles de NO es por protestas que había hoy en todo Japón en contra del cambio en la constitución a la hora de participar en conflictos bélicos
Namaste
La verdad es que el tema ciervos es una risa! Aysssssss, los echaremos de menos!!
EliminarQue suerte haber encontrado la ciudads en fiestas, ha sido un regalo. Belen, te tenias que haber traido un ciervo de mascota, te sientan muy bie, estas nuy guapa con ellos.
ResponderEliminarQue suerte haber encontrado la ciudads en fiestas, ha sido un regalo. Belen, te tenias que haber traido un ciervo de mascota, te sientan muy bie, estas nuy guapa con ellos.
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