jueves, 9 de agosto de 2018

Días 22-23: Siquijor y la tranquilidad total



Hola a todos aún desde Siquijor, donde hemos pasado tres días de relax, risas y tranquilidad al lado del Mar de Bohol. Hemos estado muy bien en el Coco Grove Beach Resort pese a descubrir algo bastante raro: que maximizan las opciones de que te quedes en el hotel utilizando algunos trucos que no están bien. Primero, cualquier dispositivo de wifi externo queda inutilizado. Segundo, no se puede acceder a Google. De esa manera no puedes utilizar Google Maps para saber qué restaurantes, lavanderías o bares de copas hay cerca del hotel, y así te quedas en el resort y consumes más. Al hotel no se puede acceder con comida o bebida comprada fuera del mismo - hay un cartel en la puerta, y me parece algo que debe ser completamente ilegal. Además, el personal no escatima en mentirte para que te quedes más tiempo en el, eso sí, magnífico hotel. El primer día preguntamos si había supermercados fuera, nos dijeron que a 10 minutos en coche, salimos... y había tres nada más salir. Ayer nos dijeron que iba a llover cuando nos íbamos a cenar fuera... y no llovió absolutamente nada.








Obviamente, esta gente no sabe con quién se estaba metiendo. Habíamos comprado una VPN, que sitúa a tu ordenador virtualmente fuera del hotel y así puedes acceder a lo que quieras. Algo tan simple como subir vídeos a YouTube es imposible aquí sin una VPN. Por supuesto, hemos colado comida y bebida de fuera, faltaría más. Tuvimos una pequeña reunión familiar en nuestro segundo día en el Coco Grove y decidimos que no íbamos a gastar un céntimo en el hotel durante 24 horas. Y así fue: en vez de contratar una excursión a las Cataratas de Cambugahay, lo mejor que hay en Siquijor, decidimos ir nosotros mismos en triciclo. Qué digo, en el peor triciclo de toda la puta isla, conducido por Yoyó, un hombre con seis hijos de dos mujeres distintas. Primero nos paró en una lavandería en un soportal de una cancha de basket y luego hicimos una parada previa en un árbol supuestamente sagrado, que tiene una pequeña laguna con peces de esos que te comen los callos de los pies. El árbol tiene 400 años y es bastante guay, pero la historia de la laguna y los peces es difícilmente creíble: aparecieron espontáneamente. Coño, no será tan difícil que alguien haya aparecido una noche y tirado 100 peces en una charca. A mí me pareció una engañifa, pero el sitio no estaba mal.














Por fin llegamos a las Cataratas de Cambugahay. Son tres cascadas, te puedes bañar en las tres y eso sí, hay que bajar 125 escalones de piedra irregular para acceder a ellas - y por supuesto, subirlos otra vez cuando hayas acabado. En la tercera cascada hay tirolinas y cosas así: pagando una vez te puedes tirar las veces que quieras. No sabíamos la profundidad del lago así que valientemente decidimos no tirarnos - de hecho, Belén cambió de opinión cuando ya había decidido saltar al vacío. Llegamos a la primera cascada, la más tranquila, sin demasiados turistas chinos, y nos encontramos a nuestros vecinos en el Coco Grove, Pilou y Sophie, franceses, jóvenes, guapos, residentes en Madrid y muy buena gente. Estuvimos charlando de todo un poco y hasta nos hicimos algunas fotos pese a estar rodeados de agua - Belén compró un par de bolsas estancas impermeables y sacar el móvil fue fácil. Quedamos para cenar en un lugar llamado Baha Bar a las 19:30. Las cascadas son impresionantes y algo que hay que hacer sí o sí en Siquijor.






Tras una siesta apoteósica y un intento un poco frustrado de ver atardecer, se puso a llover con cierta fuerza y ahí es cuando nos planteamos el tema del Baha Bar. Pilou y Sophie nos dijeron que el pronóstico no daba lluvia pero en el hotel insistían que debíamos dejarnos los cuartos en sus restaurantes y sus bares. Decidimos arriesgar y pasamos una muy buena velada con nuestros nuevos amigos. Les gustan las mismas series que a nosotros, hablamos de las buenas cosas que hay en nuestros respectivos países y qué les atrajo de España. Había más españoles en el bar, pero no nos dimos cuenta de que estaban allí hasta que fue la hora de irnos. No había triciclos disponibles porque el único conductor que había estaba un poco borracho. Eran cuatro minutos en línea recta así que nos arriesgamos. El tipo iba empanado pero llegó sin problemas. Llegamos a la segunda puerta del hotel que estaba cerrada, y apareció de repente una cara, de la nada. Era un segurata.

- ¡¡¡¡¡¡AAAH!!!!! Joder, ¡qué susto! - dije yo.

+ ¿Qué hacen ustedes aquí?

- Joder, ¿y a ti que te parece? Somos clientes del hotel y esta es la puerta. ¿Qué crees que queremos hacer, jugar al tenis mixto?

+ Ya, pero por esta puerta no suele entrar nadie a estas horas.

- De verdad, somos clientes, aquí está la puta llave del hotel, déjamos pasar o montamos un pollo que de los gritos que pegamos arreglamos el Google Maps.

+ Ah, ¿pero saben lo del Google Maps? Son ustedes unos cabrones muy listos. Pasen, pasen.




Acabamos la noche bebiéndonos nuestra botella de San Miguel con Pilou y Sophie. Nos han caído muy bien y esperamos verles muy pronto. Hay una idea de que vengan a Sao Joao en Oporto en Junio del año que viene, pero seguro que nos vemos antes. En un momento de la noche un chino salió a quejarse del ruido que hacíamos. Es el karma puro y duro - los turistas chinos son los más ruidosos, maleducados y con menos escrúpulos del mundo. Aún así bajamos la voz y acabamos hablando de canciones famosas en Francia y España. Lo pasamos bien, y nos dieron las tres de la mañana casi sin darnos cuenta.








Nuestro último día ha sido de relax total. Nos levantamos cuando el desayuno estaba cerrado, descubrimos que la mejor piscina del hotel, la tercera, estaba vacía y pasamos allí todo el rato hasta la hora de comer. Fuimos a San Juan a por nuestra ropa limpia y compramos botellas de cerveza y Sprite para reemplazar las que nos bebimos la noche anterior. Otro baño, esta vez en la segunda piscina, supuestamente olímpica, vimos atarceder y cenamos en un sitio tranquilo. El día pasó rápido pero la intensidad fue baja y disfrutamos mucho de cada momento. Siquijor mola, y seguramente volveremos.

Mañana tenemos un día verdaderamente asqueroso, demencial, salido del culo del peor touroperador. Un primer ferry a Tagbilaran, dos horas de espera en esa estación de mierda, un segundo ferry hasta Cebu y atravesar toda la ciudad en taxi hasta llegar a un hotel de aeropuerto, donde dormir unas horas antes de coger dos vuelos para ir a Hong Kong. Por cierto, que no está claro que Juanpa, Jen y los niños estén. Jen tiene problemas de espaldas y de momento no puede viajar. Le deseamos que se cure pronto y podamos vernos en Hong Kong. No sería lo mismo sin ellos.

Me voy a terminar la maleta. Belén me acaba de hacer un Reto de Bebidas Asiáticas y quiere escribir un poco hoy. Os dejo con ella.




Ays... menudos días estamos pasando por tierras filipinas, amigos, de verdad que ha merecido mucho la pena pasar por aquí. Si bien es verdad que Filipinas es caótica, desordenada, parece construida de trozos de casas abandonadas y todo parece reciclado, Siquijor es otra cosa. Aquí hasta las casas están mejor construidas. Apenas hay tráfico y se respira una calma chicha de esa que te quedas mirando el mar y dejas de pensar en nada, mente en blanco, out total, lo cual, tanto a mi señor esposo como a una servidora nos ha sentado de maravilla.







Hoy, después de una noche fantástica con Pilou y mi niña Sophie, nos hemos tomado en serio lo del "dolce far niente", así que, con un poco de resaca y libro en la mano, nos hemos ido a la piscina que queda más lejos del hotel, huyendo de mis amigos los chinos y hemos conseguido estar prácticamente solos, así que el plan de bañitos, lectura y relax nos ha salido de 10. Después de una siesta profunda teníamos que ir a buscar la ropa que habíamos dejado ayer para que nos la limpiaran en el pueblo de al lado: SAN JUAN, una pequeña población costera con una especie de mercadillo de ropa de segunda mano y algunos comercios interesantes en donde, por fín, he encontrado una bebida para que Javi no se vaya de rositas de Filipinas con el reto de bebidas.




El sitio donde nos han lavado la ropa amablemente se trataba de un patio trasero, en donde tenían una lavadora y muchas cuerdas para colgar la ropa, lo más humilde del mundo, pero nos han dejado nuestra apestosa y sudada ropa oliendo al jardín del Edén, qué maravilla oiga.






Como hoy teníamos que rehacer las maletas y teníamos menos ganas de salir de casa que un adolescente con wifi, hemos cenado en el hotel, pero no en la masiva barbacoa que han montado, ya que aquello es un enjambre de chinos hambrientos y gritando más que si a mí me pellizcaran con unas tenazas el juanete. Nos hemos ido a un pequeño restaurante con vistas a la playa y hemos cenado divinamente.




Asia nos está sentando muy bien, nos ha llevado la mente a un estado de nirvana placentero absoluto, nos ha medido en fuerzas y capacidad con las distancias y la climatología y nos ha respetado bastante el tema de las cagarrinas, aunque Javi ha descubierto que el batido de coco natural es mejor laxante que si te comes tres kiwis bañados en Activia y con un Micralax de guinda, pero bueno, de ahí no pasa la cosa.

Mañana tenemos por delante un día difícil de transición: dos ferrys para llegar a Cebú y dormir cerca del aeropuerto en un hotel casino, lo cual promete ser uno de los sitios más freaks en donde hayamos plantado el huevo. A ver si, como dice Javi, le damos a la ruleta y nos sale el viaje gratis, molaría ¿verdad?, pero mucho me temo que no pasará.




Voy a echar mucho de menos andar descalza por la playa con esta arena tan gustosa, el sonido del mar, las palmeras con cocos colgando, los triciclos, los cacahuetes con ajo, las piscinas, el paisaje tropical, los desayunos con huevos... pero todo eso se viene con nosotros y seguro que aflorará en nuestros recuerdos cuando más lo necesitemos.

Volvemos a la civilización, que también nos gusta mucho y tenemos muchas ganas de volver a Hong Kong, ya que es una ciudad con mil cosas que hacer y ver y, lo mejor, es que volveremos a comer el pato más rico que hemos comido nunca en el PEKING HOUSE, jamematen lo bueno que estaba ese pato virgencita. Así que ahí vamos, acumulando experiencias y palante. #GraciasSiquijor

PS: Por cierto, dicen que Siquijor es la isla de las brujas, pero aquí la única bruja que hay soy yo, os pongo en situación:

Hora de la siesta y nuestros vecinos asiáticos estaban en la terraza de al lado con una música tipo balada plañidera a toda leche, a lo que yo, como bruja mayor del reino, asomé el cabezón diciendo HELLOOOOOOOO! y con el móvil en la mano puse una canción de AC/DC bastante fuerte. A esas alturas de la película ya había captado la atención de mis queridos vecinos, la cara con la que me miraban era de foto, pero no podía hacerla ya que tenía el móvil dándolo todo con la música. Apagué el trasto y en el inglés más chusquero que os podáis imaginar les dije:

¿Os gusta mi música?, a lo que con cara de horror y moviendo la cabeza me dieron a entender que no y les contesté: pues a mí tampoco me gusta la vuestra.

Conseguí que apagaran su mierda de música y, lo mejor, creo que ya me he ganado una reputación en la zona.

Fue un momentazo, trust me #labrujadeSiquijor

1 comentario:

  1. jajajjajjajjaja ese momento trust me me encanta jajajjajjajjaa me imagino la situacion y me parto jajjajja que grande eres xikilla!!!
    Hong kong que recuerdos mareeeeeee disfrutarlo no se con que me vais a dar más envidia a estas alturas...si con el lugar..o con la comida!! que bien se come en Hong kong jue!!

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