martes, 29 de agosto de 2017

USA 2017, Día 1: Largo camino a Washington



Hola desde algún lugar del Océano Atlántico. No, no es que el avión haya sobrevivido, hayamos sobrevivido y a mí me haya dado por escribir desde aquí pidiendo socorro aprovechando el potente wi-fi de las desconocidas Islas Pajo en el medio del océano. No. Lo que realmente pasa es que estamos en pleno vuelo y trato de no quedarme dormido. Por circunstancias del guión, el día de hoy tendrá 30 horas - las 24 habituales y las seis del cambio de país - y la mejor forma de combatir el jet lag es quedarse despierto hasta que nos acostemos en Washington. En mi propia experiencia, cualquier cosa que no sea eso es cagarla. Además, luego hay que ser consecuente. Recuerdo una vez que fui a Taipei y lo hice de puta madre, llegó a las 11 de la noche, me acosté y me levanté a las 11 de la mañana. Perfecto. Al día siguiente salí por la noche, volví al hotel y me puse a ver un combate de boxeo entre Mike Tyson y Evander Holyfield. Cuando me quise dar cuenta eran las 12 de la mañana y me dormí hasta las 12 de la noche. Estuve dos semanas jodido para cambiar la hora. Nunca más.

Anoche nos fuimos a dormir con todo preparado. Bueno, menos una cosa. A las dos de la mañana me desperté y pensé "mierda, los enchufes en Estados Unidos son distintos, tengo que llevarme los putos adaptadores". Tampoco me iba a poner a hacer el carajote a las dos de la mañana, así que lo dejé para la mañana siguiente. No hay ninguna huelga en el Aeropuerto de Barcelona ni nada que se le parezca. Eso sí, si vas a Estados Unidos tienes que pasar más controles que a otros países. Al llegar a la hora de facturación te hacen una entrevista - dónde vas, dónde te alojas, cuánto tiempo vas a estar, para qué cojones vas a Estados Unidos pudiendo ir a Cuenca, que está más cerca, y cosas así. Te piden también la ESTA, que es un visado obligatorio que has de sacar antes de ir. Es un trámite que has de hacer online pero que sin él no pasas, vaya. Pasamos un control de pasaportes y otra serie de preguntas antes de llegar al avión. Lo mejor es ser simpático pero sin dar la nota. Por ejemplo, si llegamos a USA y nos vuelven a pedir la ESTA, imitar a Chimo Bayo diciendo ESTA SÍ!!!!! ESTA NO!!!! delante de las autoridades no sería una buena idea.





Hay que decir que alabamos mucho los aeropuertos de aquí y allá, pero la T1 de Barcelona es cojonuda. Todo es muy caro, es cierto, pero el duty free del aeropuerto es impresionante - alcohol, tabaco, perfumes, dulces... todo lo que puedas imaginar y más. No hemos tenido mayores problemas, la verdad. Bueno, en el control de seguridad un inglés se nos ha colado. Le he dicho de todo: que había una cola y que siendo inglés debería, por encima de todo, respetarla. Que viene de un país de mierda donde hay 10 o 12 cosas que están genuinamente muy bien y que el respeto por las colas es una de ellas. Que si quitamos lo bueno, todo lo que nos va a quedar de Inglaterra son los hooligans y las tías borrachas haciendo mamadas a cambio de chupitos en Magaluf. Vale, no le he dicho todo eso, pero lo he pensado. En una cafetería, una pareja se ha intentado quedar con mi café. Ahí sí que le he dicho, literalmente, "oigan, esto es sintomático y hasta significativo". Me han contestado "¿eeeeinn?" y lo he dejado por imposible.





United Airlines está de puta madre. Belén tiene una amiga que conoce a gente de United en Barcelona y nos han hecho un pequeño upgrade, de Economy a Economy Plus. No parece gran cosa, pero la verdad es que tenemos mucho espacio para las piernas y además hemos estado listos. Resulta que en la app de United Airlines tienes mucha, mucha información del vuelo, desde las comidas que van a servir, pasando por la lista de espera del vuelo y, he aquí lo importante, los asientos que están libres. La configuración del vuelo es tres columnas de asientos: dos juntos en cada ala y tres juntos en el medio. Bien, hemos visto que los tres asientos del medio justo al lado nuestra estaban vacíos, sin vender. Belén se ha sentado directamente allí y me ha dejado más espacio allí. En este momento está durmiendo a pierna suelta, tirada en los tres asientos, más feliz que una perdiz. Muy recomendado si viajáis con esta compañía. Tiene mala fama porque hace poco sacaron a un tío de uno de sus aviones arrastrándolo por el pasillo después de darle dos hostias, pero nuestra experiencia es que United está muy bien. Personal muy atento y hasta la comida estaba bastante por encima de la media. Nada más subirme en el avión he pensado "mierda, los enchufes en Estados Unidos son distintos, tenía que haberme traído los putos adaptadores, soy un gilipollas". En fin, nada que no se arregle esta misma tarde, pero tenía que haberme acordado, joder.




Os cuento el plan de los tres días en Washington, ya que estamos. Hoy iremos a un par de outlets cerca del aeropuerto: es la mejor manera de mantenernos despiertos y en episodios anteriores habréis visto que los outlets en Estados Unidos son maravillosos. Mis tallas en España son difíciles de encontrar, pero allí es lo más normal del mundo. En España, en la talla 48 de zapatos encuentras los de Herman Munster. Allí es una talla más. Intentaremos dormir mínimo ocho horas para ver Washington bien visto - La Casa Blanca (por fuera, claro), el Capitolio, el Monumento a Lincoln, etc - por la mañana. Hemos quedado a cenar con Nuria, una amiga de Belén que es la mujer del tiempo en Aragón TV, y su novio. El miércoles también utilizaremos la mañana para explorar Washington, sin olvidar que tenemos coche y eso es una ventaja, y por la noche está el concierto de Cher. De ahí nos iremos a North Carolina, donde tendremos menos tiempo porque la boda y todos los actos alrededor de ella son lo que realmente importa.





(unos segundos para vosotros, unas horas para nosotros: ah, la magia de los blogs) ¡Ya estamos en Washington! En el momento de escribir esto son las 3:50 hora española, así que seré breve. No paraba de llover, así que decidimos ir a un outlet - el Leesburg Corner Premium Outlet, muy recomendado - a hacer compras. Me he venido sin pantalones largos ante la previsión de que llegase un huracán, ole mis cojones. De todos modos es algo previsto cada vez que venimos a Estados Unidos. 





Hemos cenado en un sitio buenísimo llamado Logan Tavern. Buenas hamburguesas y un personal muy amable - nuestro camarero se parecía al Gato, el mítico personaje de la serie Enano Rojo. Mañana nos vamos a ver la Casa Blanca desde lejos, dudo que Donald Trump nos invite a té y pastas...



PD: El hotel está de puta madre, con un Internet rapidísimo. Edificio clásico totalmente renovado. Mañana os lo cuento todo. La foto es del extraño vehículo con el que fuimos del avión hasta la terminal. Muy psicodélico. 

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