Día 7: Bled - ¡Oh, Bled!

Hola a todos desde Bled. Ha sido un día de naturaleza pura, mil sorpresas y poder ver el que, para nosotros, es uno de los sitios más bonitos del mundo. Encima hemos pillado una habitación donde se ve el lago con solo girar la cabeza. Es una maravilla. De hecho, en esta entrada habrá más fotos que texto, siempre que consiga resolver el problema de la conexión en el hotel, que iba como un tiro esta mañana y como el mismísimo culo ahora mismo.

Esta mañana nos han pasado más cosas de las que deberían pasar en un simple trayecto de tres horas en autobús desde Zagreb a Bled. Llegamos con una hora de antelación a la estación de autobuses de Zagreb, pero la oficina de la compañía, Croatia Bus, estaba cerrada. Empezamos bien, porque nos habían adelantado el viaje una hora y no sabíamos mucho más. En información nos dijeron que fuésemos al andén 301 y allí llegamos a las 07:35. Había un autobús esperando, se bajó el conductor a meter maletas. Cojonudo. Aún así tenía que preguntarle.

- Oiga, amable señor conductor, ¿tendría la bondad de decirme si este autobús va hasta Bled, por favor?
+ ¡Gññññ!
- Entiendo que usted no habla inglés. Decía un proverbio chino que conocer nuestra ignorancia es la mejor parte del conocimiento. ¿Habla usted inglés?
+ ¡Gññññ!
- A ver, no nos precipitemos. Al menos, ¿puede usted decirme si este autobús sale a las 08:00? (marcando el número ocho con los dedos)
+ ¡Gññññ! (apunta a un punto arrba, es el número del andén, 301)
- Mire, váyase usted ya al carajo, a ver si este autobús va al infierno y se reencuentra con su puta madre, tío borde.

Evidentemente no era nuestro autobús, pero se fue antes de las 08:00, cuando apareció el de verdad. El conductor tenía que cobrarnos 2 EUR o 16 Kunas por llevar las dos maletas. Solo teníamos un billete de 200 Kn y otro de 20 EUR. El tipo estaba ya preparándose para cagarse en toda nuestra descendencia cuando Belén sacó las modenas. Cinco, 10, 12, 14... 16. Cojonudo, nos quitamos una chasca que daría vueltas infinitas por casa y el tío tiene hasta cambio. Por cierto, que el bus ponía Dubrovnik - Split - Zagreb - Bled. Imposible, pensé, es una paliza de cojones hacer eso. Pues resulta que es hasta peor. El autobús hace el recorrido Dubrovnk - Makarska - Spit - Zagreb - Ljubljana. Sale a las 21:00 de Dubrovnik y llega a las 11:20 a Bled. Trece horas, con dos cojones.

No tengo muchos recuerdos de mi visita a Eslovenia en 1997 porque mi mente es bastante buena cuando se trata de eliminar malos momentos, pero sí me acuerdo del paso de la frontera entre Croacia y Eslovenia, con dos policías enormes mirando cada pasaporte y dos perros de presa detrás. A ver, ahora es más amable, pero no penséis que es mucho más fácil que hace 20 años. Nos hicieron bajar el autobus dos veces para pasar controles de pasaporte en Croacia y Eslovenia. Había una chica asíatica que dijo, con todo el papo del mundo, "pues me he dejado el pasaporte en el hotel". Pero vamos a ver, alma de cántaro, ¿pretendes pasar a la zona Schengen enseñando tu coño moreno? Obviamente, tras 20 minutos de bastante confusión, la chica no ha podido pasar a Eslovenia ante la atenta mirada de sus amigas, sanas y salvas a unos 60 metros de la acción. Las muy cabrones no hicieron nada de nada. Serán arpías, malas pécoras. "Yo es que a la Kim no la conozco de nada". Pero si fuiste al instituto de Jakarta con ella, so hija de la gran puta, falsa, que has vendido a tu amiga por ir a ver Ljubljana.

Hicimos un pequeño parón en Ljubljana donde se bajaron casi todos. Por fin llegamos a Bled con un poco de retraso, pero es de esos momentos en los que se para el tiempo. Fuimos con nuestras maletas hacia el hotel y nos dimos de frente con el lago, la isla y la iglesia que la ocupa casi en su totalidad. Realmente, todas las fotos que vamos a poner, que son muchas, no le hace justicia al sitio, uno de los más bonitos de Europa sin lugar a dudas.

Nada más soltar las maletas en el hotel nos informamos y hay un barco de remo que te lleva y trae a la isla del lago por 14 EUR por persona. Mucho mejor que alquilar un bote y acabar en una cuneta después de habernos caído tres veces al agua. Nuestro remero era un hombre veterano, una mala bestia con 60 años que debe llevar décadas dándole caña al tema. Cuanto más cerca estábamos de la isla, más bonito era el paisaje. Habría sido perfecto si no fuese por dos chavales ingleses que venían con su familia y que estaban claramente hasta los cojones de sus padres. Muchas veces no aprecias las cosas hasta que las pagas tú, seguro. Tenían el mejor sitio y todo lo que hacían era quejarse.

En fin, estuvimos un rato en la isla, con momentos sorprendentes, comimos en una pizzería buenísima a mitad de camino del castillo, que está en lo alto de un risco, y nos planteamos subir hoy o mañana. Finalmente lo haremos mañana, llenos de energía, tras desayunar en el hotel... a ver, el hecho de que mañana tengamos coche y nos evitemos la cuesta ayuda. No hay mucho más que hacer aquí, Bled es precioso pero se ve en un día, así que nos fuimos rodando al hotel a pegarnos una siesta mítica, porque la cama del hotel es lo más cómodo que he visto. Comodidad nivel el Real Madrid de fútbol teniendo que ganar en casa a un equipo de artistas y famosos.

Hemos cenado en un sitio muy bonito, muy retirado, llamado Granjska Plaza. Nos sorprende que haya tan poca gente aquí, la verdad, porque debería estar masificado. En fin, no es problema nuestro. Mañana nos vamos a Ljubljana, la capital de Eslovenia. Puedo decir que 20 años después, Bled ha superado mis recuerdos. Espero más de lo mismo en Ljubljana. ¡Hasta mañana!