martes, 15 de agosto de 2017

Día 15: en Trakai llegó el caos...



Hola a todos desde Vilnius, Lituania. En cada viaje - al menos, en los nuestros - hay un día que es un caos total, un no parar, y este viaje de seis países en 17 días no podía ser menos. Prácticamente todo lo que teníamos planeado ha saltado por los aires, pero hemos sido capaces de reconducirlo y pasarlo muy bien, haciendo cosas bastante interesantes. Ha sido el día más divertido del viaje, con momentos rozando lo esperpéntico, lo verdaderamente raro, así que espero estar a la altura y contarlo de forma divertida, porque ha merecido la pena.










La primera en la frente. Justo después de desayunar y hacer un mandado matutino, Belén me informó que los dos planes de la mañana se habían caído. Primero, el museo de la KGB no abre los festivos. Y digo yo, ¿qué mierda de espías son esos, que paran los días de fiesta? Hey, mira, Dimitri, va por allí el sospechoso con 50 kilos de explosivo plástico. Ah, bueno, hoy es 15 de Agosto, tío, es fiesta, que le den por culo. El caso es que no hemos podido ir. El otro plan era subir a un barco vikingo que da una vuelta por el río, pero hemos llegado allí y no había nadie. A ver, el barco estaba, pero no había más que unos jambos jugando al voley playa en una pista al lado del barco. Tocaba reflexionar, y nos metimos en un centro comercial a buscar planes alternativos. Belén, de hecho, también reflexionó sobre Lituania en la cafetería.












No, no es que el centro comercial nos digan qué hacer, es que estaba al lado de donde estábamos y había una cafetería Dziugas, a saber: tienda de queso exquisito y cafetería, todo en uno. Después de pensar un poco, Belén decidió que ya que estábamos en el río podríamos hacer un tour, el que sea, por ahí. Resultó que había un tour en góndola. Cojonudo, pensé, un hombre fuerte lituano cantando arias de Pavarotti mientras surcamos el río Neris. De puta madre, y por solo siete euros. Resultó que era un barco a motor. El hombre lituano estaba, pero era un gordo barbudo, y éramos en total unas 15 personas. Mereció la pena, porque fueron 45 minutos alrededor de la ciudad, y como el día era soleado con nubes aisladas, la luz era perfecta para hacer unas fotos espectaculares. Los edificios se reflejaban por completo en el río. Momentazo de tranquilidad, al menos hasta que uno de los niños que iban a bordo empezó a llorar como si le hubiese cagado encima un ejército de palomas. En fin, no se puede tener todo.










Teníamos un par de horas tontas y nos fuimos a un outlet bastante guapo - primeras marcas, buenos precios y tallas generosas, lo cual, en mi caso, siempre es bienvenido. Me he comprado unos calcetines, porque ya ando corto de ropa limpia, y una camiseta Adidas. Belén ha comprado una banda para la cabeza. Hemos comido en un burger a la salida del outlet, todo con mucho glamur y categoría. El caso es que las hamburguesas estaban cojonudas. No sé qué pasa, pero en Lituania - al menos en Vilnius - hay abejas por todas partes. Siempre que comes al aire libre, esas pequeñas bastardas aparecen de la nada a dar por culo, básicamente. Estas sí que podrían trabajar para la KGB y no los espías vagos esos de los cojones.






A las 16:10 teníamos un autobús para ir hasta Trakai, la antigua capital lituana, donde hay un castillo imponente. Llegamos a la estación a las 15:10 con la intención de tomar un café tranquilos. Había tres bares en la parte de atrás de la estación, a cual más cochambroso, decadente y lamentable. En uno de ellos había un tipo mirando a una mesa con cuatro chupitos de vodka vacíos y una botella también a punto de finalizar su vida útil. En otra, un montón de gente se apelotonaba alrededor de dos mesas de mínimas dimensiones. En la otra había un señor sentado que bien podría llevar en esa posición desde 1964. Decidimos ir al supermercado y comprar dos cafés fríos, que por cierto eran imbebibles. Una escena de pánico nos amenizó la espera - una guiri se metió por la cara en un autobús, dinero en mano, haciendo que el mismo tuviese una persona más de lo permitido. Al final una señora, 55 años, ojos azules profundos, le intentó explicar lo que pasaba a Belén. Sonó en plan "esto hace 20 años no me habría pasado, cuando estaba casada con Jonas - me habría llevado a Kaunas en el Lada y nos habría sobrado tiempo para hacerle chuska chuska".










En fin, que salimos para Trakai y nos plantamos en la estación de autobuses rápidamente. Si la de Vilnius es cutre, la de Trakai es directamente un espacio mínimo al lado de un descampado que tiene que acojonar lo suyo de noche. Esta vez hemos hecho un vídeo porque las palabras nunca le harán justicia a un sitio así. Al bajar había un trenecito chu-chu que iba hasta el castillo. Fuimos a hablar con el conductor:

- Hola, amable señor, ¿nos puede decir cuánto vale subirse en su trenecito chu-chu? No lo tome como una proposición de sexo gay, nada más lejos de la realidad.
+ (el señor coge un cuaderno y empieza a buscar por todas las hojas, y en una de ellas, en medio del cuaderno, encuentra un número, 17:26)
- Uf, faltan 50 minutos. Gracias. Entiendo que no habla mi idioma: me gustaría poder decirle que la próxima vez lo apunte al principio del cuaderno para no hacer el rídiculo.
+ Usted no tiene ni puta idea, puto guiri de mierda. Aristóteles dijo que la duda es el principio de la sabiduría. Váyase andando, que a mi tren no se sube, ni usted ni su mujer.

En ese momento justo salía un autobús con un escudo de Trakai, con el castillo grabado en un costado. Subimos rápidamente y Belén tuvo una rápida conversación con el conductor.

- Perdone, ¿este autobús va al castillo?
+ Skyñkyśhźźźź
- Oh, s y z con acento, es usted un verdadero cabrón. Vamos a entender que sí.

Nos cobró 1.80 EUR por el trayecto hasta el castillo, que son cinco minutos, lo mismo que vale venir desde Vilnius, que son 30 kilómetros. Qué cabrón, pensé. Claro, el tipo salió de la estación-descampado de autobuses dirección Vilnius. Nos habíamos equivocado. Teníamos que bajarnos de ese autobús lo antes posible. Yo iba al final del todo arrugado y casi en cuchillas entre el tonto del pueblo y un tipo que olía a avena, cerveza caliente y mierda. "Belén, dile que pare, pregunta". No sé cómo, Belén obró su magia y el tipo nos dejó en una cuneta, 400 metros más allá de la estación de autobuses.







Decidimos ir andando, claro - tras el fallo del autobús y estar vetados de por vida en el trenecito chu-chu, no quedaban más opciones. Hicimos dos kilómetros y pico andando, suficiente para visitar una iglesia ortodoxa que olía a pies de maratoniano sudados, cruzarnos con un loco que le daba patadas a los papeles que veía en el suelo y luego se santiguaba - hay gente para todo, amigos - y sacar dinero, porque estábamos en las últimas. Total, que llegamos a Trakai y fue espectacular, aunque no se llega a ver bien el castillo desde la via de acceso. Había mucha gente en barcos de todo tipo - remando, haciendo paddle surf, barcos a motor, hidropedales, un poco de todo - y seguro que todos estos notas han hecho mejores fotos que nosotros, pero no nos hemos quedado cortos con las fotos.



























El sitio mola pese a la falta de perspectiva. Es una fortaleza casi milenaria que ha tenido que ser reconstruída parcialmente, se nota mucho dónde está el ladrillo antiguo y el nuevo. La visita está bastante bien, enseñan tesoros, espadas, se puede recorrer la fortaleza por dentro, audiovisualmente está bastante bien complementada con imágenes, efectos sonoros y paridas. El mejor momento ha sido cuando hemos llegado a una sala llena de tigres, leones y leopardos disecados. Ahí estaban todas esas fieras cuando de repente di un giro de 180 grados y me encontré ahí sentada a la señora de seguridad, mirándome fijamente - cincuenta años, cierto parecido con la vieja de la peli Los Goonies. Claro, he pegado un salto y un grito en plan "aaayayayayayaycoooooooooooño SEÑORAAAAAA!!!" que ha hecho que Belén esté 10 minutos sin parar de reirse.




Hay un sitio en el que se puede tirar al arco a un par de dianas - seis tiros, dos euros - y Belén lo ha hecho bastante bien pese a su falta de práctica. También había un par de jaulas de tortura y claro, no nos hemos podido resistir a hacer el chorra. Como esta noche cenamos en la habitación, hemos decidido merendar en un extraño sitio de empanadas que había al lado del río. En la carta había un licor de 38 grados, así que hemos aprovechado la coyuntura para hacer un Reto de Bebidas Alcohólicas.















No ha habido mucho más, la verdad. Compramos un billete para salir antes, porque la verdad es que pueden pasar muchas cosas en la estación de autobuses de Trakai y ninguna buena. Hemos acabado pagando el doble por nuestros billetes, pero en total es un sobrecoste de 7.20 EUR, así que es pasable. Hablando de posibles errores, aprovechando que estábamos allí con tiempo, hemos comprado el billete de Vilnius a Kaunas para mañana. Lo hemos hecho en una máquina que solo tenía versión en lituano, pero somos gente espabilada. Solo tenéis que ver el último vídeo, justo encima de estas líneas, para corroborarlo. Así que si mañana os saludamos, no sé, desde Minsk, Bielorrusia, ya sabéis quién ha sido. ¡Dos días más y volvemos! ¡Dejen sus comentarios un poco más abajo, no se vayan así, tan fríamente!

9 comentarios:

  1. Bonitas vistas del castillo de Trakai. ¿No hay vídeo desde lo alto de la torre que se ve en el canal de Javi? Creo que no lo decís pero ¿cuanto vale entrar a este castillo? ¿Vais a visitar el museo de la KGB?

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    1. Hola, Mikel. No se puede subir hasta arriba del todo, creemos. Vale 7 EUR por persona. El museo de la KGB queda para otra ocasión...

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  2. Bueno, al menos podéis contarlo. Qué aventuras por esas tierras! Supongo que la gente joven hablará inglés además de las lenguas locales. Ya nos diréis si las bielorrusas son tan guapas como se dice. Suerte en lo que queda de aventura!

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    1. Buenas, Rafael. Sí, casi todos los jóvenes hablan inglés y un 20% lo habla a gran nivel. No es lo de Helsinki, que es escandaloso, pero está bien. Dios quiera que no acabemos en Bielorrusia hoy... ¡Gracias!

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Qué voy a deciros que no puedo parar de reir al leeros y también que alucino con vuestro espiritu aventurero y cachondil!!!.Salís guapisimos en las.fotones espectaculares que estais haciendo que lo sepais.
    A por más chicos y a disfrutarlo!!.
    Cate.

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    1. Cate te como entera! Te llevo un queso lituano pa chuparse los dedos

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  5. ¿El billete a Penevzys va con pistola incorporada? [Para los de la LOGSE, Panevezys es la ciudad con más suicidios de Europa]

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    1. Jocoso for ever and ever! Nos molas Cuester, y lo sabes!

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