viernes, 4 de agosto de 2017

Día 4: tremendo calor... ¡y aventura improvisada hasta Sibenik!



Hola a todos desde Split. No, no es que hayamos perdido alguna conexión. En este momento Belén está alquilando el coche y he aprovechado para adelantar un poco de esta entrada de blog, que luego por la noche me cuesta la misma vida escribir. Nos hemos despertado en Hvar a las 06:45 y rápidamente nos hemos puesto en marcha hacia la parada del ferry, no sin antes devolverle las llaves a la señora de la casa, que debe ser adicta al café, porque no importa a qué hora lleguemos a su edificio, siempre, SIEMPRE estaba despierta. Bajar la pila de escalones no ha sido para tanto, y eso que las maletas pesan un poco menos, pero las dos pasan de 20 kilos con facilidad. Supongo que nos hemos acostumbrado al tute de subir y bajar escalones.




El viaje el barco ha sido cojonudo, hasta me he dormido más de la mitad del camino. Habría que darle crédito a las pulseras antimareo que compramos en Barcelona, porque llevo ocho viajes en barco y no me he mareado ninguna vez. Lo que pasa es que soy gilipollas y se me olvidaron las pulseras en Barcelona, encima de la mesa. "Aquí las dejo, a la vista de todos, para que no se me olviden". El caso es que no sé por qué, no me he mareado hasta ahora, aunque queda la gran prueba, el viaje en ferry de Helsinki a Tallinn... Está bien organizados los de los ferries. Uno tío trinca el billete en papel, el otro los billetes electrónicos y en un pispás todos dentro del catamarán y para alante. Con la creciente popularidad de Hvar, deben estar ganando dinero sin parar, los muy cabrones.








Una vez en Split, aunque sea cargando con las dos maletas y de pasada, es obligatorio, fundamental y necesario pasar por el maravilloso Palacio de Diocleciano. No hacerlo es un error terrible. Es uno de los palacios romanos más antiguos y mejor conservados de Europa, abierto al público, y encima está justo al lado de la parada del ferry. En teoría no cogemos el coche hasta las 11:00 y eran las 09:00, así que nos hemos tomado un café en una plaza tranquila dentro del Palacio y hemos pasado por delante de la torre. Insisto, pasar por Split y ver este palacio tiene que ser todo en uno. Se respira historia.

Ya nos pasó en Hvar y aquí en Split ha sido peor por culpa de las maletas. Hay unos carritos a motor que van por las aceras a toda hostia conducidos por transportistas sádicos y desaliñados que son un puto peligro público. Esta vez han estado a punto de atropellarnos dos veces. Tienen el tamaño del interior de un coche pequeño, son cuadrados y tienen un acelerador y un freno. Supongo que para conducirlo hay que pasar un examen de hijoputismo máximo para conducir esta mierda de transporte. Ni seguridad vial ni pollas, hay que demostrar que eres un cabrón miserable, con moscas, sucio y asqueroso, capaz de cortarle la trayectoria a cualquier viandante. De verdad, es difícil ser más hijo de la gran puta que los conductores de los carritos suicidas.




Reanudamos el blog en Sibenik, bueno, realmente a unos kilómetros, en un piso alquilado via booking cuyo dueño no habla ni papa de inglés. No veas el numerito que hemos montado para decirle que necesitábamos detergente para la lavadora. En fin, a lo que iba: seis meses planeando el itinerario y la ola de calor ha hecho que salte por los aires. Empecemos por el principio - a Belén la han saludado efusivamente en SIXT por ser cliente platino. Una vez hemos subido en el coche, tras andar dos kilómetros bajo el sol - 37 grados a las 10 de la mañana - hemos tenido esta conversación.

- Oye, que la chica del mostrador de SIXT me ha dicho que vayamos a Trogir y Primosten, que dice que es muy bonito y queda de camino a Sibenik.
+ ¿Y qué pasa con el parque de Krka?
- Yo paso de ir al parque con este calor, que nos vamos a morir, Javi.
+ Joder, menos mal. Yo también paso, iba a ser la muerte a pellizcos.












Total, que hemos salido en dirección a Trogir, que es una especie de península llena de calles a lo Barrio de Santa Cruz de Sevilla, a la que se accede por un único punto: un puente. Hay un par de parkings a la entrada del pueblo pero hemos pensado que eso es de perdedores, de gente inútil, que hay que aparcar en todo el centro y salir mirando a la gente con cara de desprecio. Hemos cruzado el puente con el coche, llegado al final del pueblo y no había NI UN PUTO SITIO PARA APARCAR. Obviamente es un cuello de botella increíble a la hora de salir y hemos perdido media hora con la maniobra genial. Y menos mal, porque el calor es insoportable, pegajoso. A mí me ardía la camiseta y a Belén le ha dado un pequeño golpe de calor. Trogir es precioso, eso sí, con una catedral preciosa por fuera... y no tan bonita por dentro, muchos recovecos y justo al lado del mar. Recomendable en un día medio normal.




Hemos salido de allí acaloradísimos, a 43 grados a la sombra, y hemos parado a comer en el primer bar de carretera que viésemos y que pusiese grill. A ver, el sitio era bastante sospechoso. El grill estaba en un edificio aparte, regentado por un tío calvo con camiseta imperio y dos hornos grandísimos que tenían pinta de quemar TODO TIPO de carne. La camarera hablaba un poco de inglés pero tenía una mala leche tremenda. Claro, sabiendo que tu marido puede chamuscar a cualquier cliente que se pase con ella, es normal que vaya con esos humos (heh, nunca mejor dicho). A Belén casi la atropellan unos alemanes de mierda que no miraban por dónde iban y al lado de nuestra mesa había un gato con más hambre que el que se escapó de la cárcel. Ah, y la mesa era fuera, con 43 grados. Todo muy agradable. Mi cerveza Karlovacko era meado de gato - no sé si ese u otro - 10 minutos después de abrirla. Y la carne, pues a saber qué procedencia tenía, pero estaba buena. Es casi mejor no saberlo, la verdad.




Total, que hemos salido dirección Primosten, que estaba a unos 10 minutos, con un calor de muerte. Es un sitio muy bonito, con una fortaleza, pero hemos entrado al pueblo y la playa, lo que es el agua, estaba a escasos 10 metros de la acera. Justo entonces se ha ido un coche y rápidamente hemos aparcado, salido del coche, nos hemos puesto los bañadores de la forma más rápida que sabíamos - con lo recatado que soy yo, estuve a 10 segundos de salir en pelotas con el bañador en la mano, tirarme al agua y ponérmelo allí, del calor tan TREMENDO que hacía. Total, que nos hemos quedado en el agua un buen rato y ha sido una buena decisión.






Casi no hemos estado en Sibenik. Queríamos ver un mural y una estatua en memoria a Drazen Petrovic. El mural está pero la estatua no hemos tenido cojones de verla. Sibenik es grande, tiene casas muy antiguas pegadas a otras modernas, reconstruídas - la guerra tuvo que pegar fuerte allí. En general no tiene mucho que ver - hay un castillo, pero llevamos subiendo escaleras cuatro días y no queríamos volver a hacerlo. Hay una playa muy buena a la que iremos mañana y tiene unos paisajes impresionantes, tanto a pie de playa como visto desde arriba.





Al final hemos pasado por el LIDL - cualquiera que me conozca bien sabe que odio el LIDL a muerte, pero ya que estoy improvisando, pues un día es un día, qué cojones - y cenaremos aquí en el apartamento. La verdad es que estamos cansados y mañana en vez de dormir en Karlovac, haremos una hora y media más de trayecto para ir casi al final del país, al Noreste justo pegado a Eslovenia. Tenemos un buen amigo que está allí y vamos a ir a visitarlo, que el pobre no puede salir de donde está. No, no está en la cárcel.

PS: Frase del día, otra vez de Belén, justo después de tirarnos al agua el Primosten y estar inmóviles durante tres minutos respirando tras el calor. "Joder, parecemos los monos de Waku-Waku".

PSS: Pueden comentar lo que quieran, como siempre, debajo de estas líneas.

5 comentarios:

  1. Lidl mola!!

    ps: apunta los sitios de comer, que el año que viene quiero ir por alli ;)

    ps2: me sigo descojonando con el blog :D

    ps3: tan mala no sería la cerveza...que hemos bebido muchas Cruzcampo y seguimos vivos :p

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  2. Hey Meru. Celebramos que el blog te guste, qué coño, eres un tío con criterio. Los productos de Lidl no están mal pero cómo se presentan en el supermercado es atroz. Sitios de comer? Serás aconsejado? Cruzcampo caliente? Ni los sevillanos... Eso sí, fría es otra cosa!

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  3. Esa es la canasta donde jugaba Drazen de pequeño, sip.

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  4. Ergo...las pulseras no servían para nada!!!

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  5. En Sevilla cogí con la familia de mi mujer el barco grande que va por el río enseñando la ciudad. Éramos cuatro y nos dieron tres entradas en vez de 4 sin darnos cuenta. Luego nos dimos cuenta y a la hora de pasar ni las contaron y rompieron el taco directamente y para dentro. A saber dónde fue el dinero de esa cuarta entrada, jeje!!.

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