Día 9: Maoríes día y noche

Hola desde Rotorua. Ha sido un día muy interesante, con dos actividades de cultura maorí que prácticamente no se han solapado ni en tiempo ni en contenido. Era uno de mis miedos hoy, que nos contaran el mismo rollo dos veces. A la vez, hemos encontrado nuevos miedos relacionados con las putas botas esas que vimos ayer.

Empezamos por el primer tramo del día, en el que hemos ido a Te Puia, un sitio de costumbres y tradiciones maoríes, en el que tienen una escuela de fabricar movidas maoríes con madera. Ha sido gracioso porque Belén les ha preguntado si la escuela es solo para maoríes. Han dicho que sí, pero que basta un 1% de sangre maorí para poder entrar. O sea, vale con encontrar un descendiente maorí en una quinta generación. Los requisitos para entrar en la escuela vienen a ser los mismos que para entrar al Athlétic Club de Bilbao (sorprendentemente, el chiste es de Belén, no mío).

Después nos llevaron a ver un géiser que justamente estaba más o menos activo en ese momento. Por lo que nos había dicho el guía parecía que aquello iba a soltar un chorrazo de cojones, como ver eyacular a Supermán o algo así, pero no. Tras volver al punto inicial en un trenecito chu-chú nos llevaron a ver una demostración de cante y baile maorí culminado con una haka bastante potente. Nos avisaron que no grabásemos según qué cosas con el móvil pero aún así había gente grabando lo que no tocaba. La gente es la hostia.

Ah, también hemos visto un kiwi. Qué bicho más feo, me cago en la puta. Es gordo, tiene un pico largo, y en cautividad puede vivir hasta 50 años. De verdad, con toda la cantidad de bichos alucinantes que hay en este país, no entiendo por qué ese pajarraco asqueroso es el símbolo oficial del país. En fin.







Tras comer en un sitio más bien malo llamado Atticus Finch volvimos al lago en el que estuvimos ayer, pasando por la Casa del Gobernador en un jardín precioso. Y sí, las botas de agua seguían allí. He ido a mirar si estaban clavadas al suelo o algo así pero no, ahí seguían. Mierda, esta es una historia muy intrigante de la que jamás sabremos el final, ni nosotros ni vosotros. Sigo pensando que el hijoputa se suicidó, pobre mamón, y su legado eran las botas. Lo dicho, nunca lo sabremos.

Fuimos a dormir siesta y después nos pegamos un baño en la piscina de 36 grados. Tras ducharnos fuimos a la otra experiencia maorí, Te Pa Tu, que llegó a estar Top 10 en excursiones en todo el mundo. A ver, no sé si será Top 10 pero es de lo mejor que hemos visto. Me ha gustado mucho un detalle: no había tienda de regalos. Cobran cara la experiencia (140 EUR) con cena abundante tradicional como parte central del show pero no van a sacarte la pasta con mamandurrias. Muy bien.

En una primera parte nos han enseñado costumbres maoríes y hemos probado una serie de canapés exóticos. En una segunda parte, ha habido bailes tradicionales (algunos iguales a Te Puia) con una cantidad de comida indecente: confit de pato, cerdo asado durante seis horas bajo tierra al estilo maorí, sopa de marisco y mil cosas más. Han sentado a una chica maorí a la mesa para comer con nosotros y contestar a todas las preguntas que teníamos. En un momento dado han sacado al público a bailar una haka y Belén se ha apuntado. No he ido porque alguien tenía que grabar esto, oigan.






Teníamos 10 minutos andando hasta el Aura Accomodation. Hemos pasado por la entrada del parque que lleva al lago que nos gusta. Nos ha dado por pensar que si aparecía un tío con las botas de agua puestas íbamos a llegar a España nadando en media hora. De hecho, prefería que me saliese un oso salvaje que el cabrón de las botas de agua.

Al final ni una cosa ni la otra. Mañana tenemos dos excursiones más, a cual más interesante: Hobbiton, el set de rodaje de El Señor de los Anillos y Waitomo Caves, unas grutas llenas de gusanos que son luminiscentes. Como luciérnagas azules, pero en gusanos. Prometemos contároslo todo.

PD: Ha habido reto de bebidas. Estoy on fire, gente.