Hemos decidido ir a todas partes andando, aunque al final hemos cogido un Uber para volver al hotel cuando ya llevábamos 18,000 pasos caminados. La primera parada fue la Catedral de Sydney, de libre acceso. A ver, es la típica catedral de cualquier país anglosajón y cualquier buena catedral de España es 20 veces mejor, pero tiene su qué. La estructura es parecida a la de la Catedral de St. Paul en Londres. Las vistas son bastante decentes y como cosa curiosa, se puede donar dinero prácticamente en cada esquina con tarjeta de crédito. Un pequeño contacto y estarás ayudando a la conservación del edificio y a según qué cosas más. Mejor no saberlo.
Tras pasar por Hyde Park, nada que ver con el londinense ni en extensión ni en belleza, nos fuimos al museo australiano. Es un museo natural, también de libre acceso, también con puntos contactless para soltar la pasta si lo crees adecuado. Hay cinco plantas y en tres no hay nada de nada. Una está cerrada, la otra es un entresuelo de mierda y la tercera es una biblioteca con acceso restringido. Eso sí, las otras dos plantas merecen mucho la pena, sobre todo una exposición fotográfica excelente. Un 10, con fotos alucinantes.
Por supuesto, como en todos los museos de ciencias naturales del mundo, hay una gran cantidad de bichos disecados: pájaros, animales autóctonos y hasta dinosaurios reconstruidos. Se ve que hubo la hostia de dinosaurios en Australia, y nosotros sin saberlo. De hecho, pusieron una película al respecto durante nuestra visita que es de lo más malo que he visto en ningún museo jamás, una verdadera birria. Alguien se dejó una muñeca de juguete olvidada en la sala de los dinosaurios y nos vimos obligados moralmente a hacer la puta gracia. Somos cargantes profesionales, es una responsabilidad.
De ahí fuimos al centro a ver el Queen Victoria Building, que aloja un montón de tiendas prohibitivas con unos precios de locos y un reloj que está más estropeado que Mickey Rourke después de un triatlón. Nos fuimos al centro comercial que había cruzando la acera para comer en un food court. A partir de ahí nos fuimos a petardear por las tiendas y alguna que otra cosa hemos comprado, vaya. Aquí hay hasta una tienda de la NBA, que estos saben bien dónde está la pasta, no se les escapa ni una. Antes tomamos el té en The Strand, un edificio del Siglo XIX lleno de tiendas. Debe ser de los primeros centros comerciales de Australia, digo yo. Y si lo han reconvertido porque antes era una oficina de correos o un prostíbulo, da el pego de puta madre.
Tras recapacitar durante 10 largos segundos nos metimos en un pub a deliberar. Era happy hour, así que me dieron dos cervezas por el precio de una. Belén quería vino, así que alguien se las tuvo que beber. Coño, no le vamos a hacer el feo a esta gente. El bar estaba lleno de tíos, Belén era la única mujer. No sé si es cultural o coincidencia, pero el campo de nabos era un hecho.
Decidimos acabar el día dando un paseo por el Opera House de noche. La verdad, lo recordaba mejor iluminado pero da igual, sigue siendo el mejor edificio del mundo mundial. Una auténtica pasada lo mires por donde lo mires. El desayuno y la cena lo hemos hecho con productos del supermercado de abajo, Harris Farm Market, que es buenísimo. Todo lo que compramos tiene una calidad excelente, y dados los precios que hay aquí, que no se puede comer nada por menos de 35 EUR por persona, hemos decidido cenar paté, quesos, vino y unos yogures.
Y mañana... Mañana iremos al Fish Market y a Chinatown. No hemos estado en ninguno de los dos sitios, así que será una buena manera de poner el punto y seguido a Sydney, porque volver vamos a volver, espero.
PD: Vimos un sitio en el que echando 20 dólares en una máquina expendedora te salía una caja en la que podría haber un iPad. He decidido que tenía que jugar sí o sí porque era la oportunidad que estaba busando en la vida: que me toque un puto iPad por 20 dólares. ¿El resultado? Tendréis que ver el vídeo. Es descacharrante.
De verdad hay más hombres que mujeres en general?
ResponderEliminarY ovejas?
Lo de las cinco ovejas por humano es en Nueva Zelanda, a ver qué tal. No sé si hay más hombres que mujeres. Imagino que no, vaya, pero a saber...
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