Hemos empezado el día desayunando en una cafetería dentro de una tienda de ropa, más hipster imposible. Estos sitios suelen ser completamente abominables, pero el Drop Coffee ha resultado ser una buena elección, con un muy buen café y un sandwich de queso más que decente. Por cierto, la tienda de ropa era una auténtica birria, con tallas muy pequeñas. Seguro que Shaquille O'Neal no les compra nada de nada.
Tras un poco de shopping nos hemos ido al Kiwi Park, nuestra primera parada del día. Es un parque biológico al aire libre donde se ven multitud de pájaros de la zona y por supuesto, puedes ver kiwis, el animal autóctono de Nueva Zelanda, el símbolo de la nación, un bicho gordo y feo con un pico larguísimo y que ni vuela ni nada. Una auténtica joya, vaya.
Como en la Isla Norte, los kiwis están en habitáculos a oscuras y está prohibido hacer fotos, no se vayan a estresar los pajarracos de los cojones. En esta ocasión ni siquiera se han preocupado en poner cristales enteros: total, el bicho no vuela, así que con medio metro de cristal hacia arriba sobra. Había uno metiendo el pico en un bote largo, como si fuese un tubo de Redoxón o de Lizipaína. El bicho es de las cosas más desgradables que he visto en mi vida, y el Kiwi Park es evitable, por decirlo finamente. Vaya atraco nos han metido.
Habíamos previsto dos horas en el Kiwi Park y nos sobró bastante tiempo, así que cogimos el coche y nos fuimos a comprar al Woolworths, el supermercado más grande de aquí. De ahí, a sugerencia de Belén, fuimos a Arrowtown, que está a unos 15Km de Queenstown. Resulta ser un pueblo pequeño con una calle histórica del Siglo XIX que parece que estés en el Far West americano. Estuvo bien, y comimos en un pub cojonudo, buena música, mejor comida. Se llama The Fork and Tap, por si algún día estáis por la zona, o si os da por ir allí expresamente, que no creo.
Belén me tenía una sorpresa preparada para esta tarde: una subida en góndola a una de las montañas que rodean Queenstown para una cena al atardecer desde arriba del todo y cinco tiques para algo llamado Luges, que era una especie de trineo con dos posiciones: hacia adelante y stop. Teníamos un circuito de 1.6 Km. Subimos en un teleférico, primera vez para mí desde 1997 en Eslovenia, que se me cayó el pasaporte a mitad de camino y tuve que volver a buscarlo dos horas entre los matorrales. Tras un largo paseo por un andamio gigantesco llegamos al punto de salida de los Luges. Primera carrera, Belén domina de principio a fin. Gana por poco, pero gana con autoridad.
Volvimos a subir y en la cola para la segunda carrera veo que un tipo empieza a empujarme con violencia, riéndose. Al tercer empujón me giro con toda la mala hostia del mundo:
- A ver, QUÉ COJONES QUIERES, QUÉ TE PASA. ME CAGO EN TUS MUELAS TORCÍAS, HIJOPUTA.
+ (quitándose las gafas y la bufanda) ¡¡¡CALVICHIIIII!!!
- COÑO, ¡PERO SI ES LEE E. FITTIPALDI! ¡HIJOPUTA! ¿Qué haces aquí en Queenstown?
+ Naaah, aquí de chofer de unos ricos que han venido a esquiar. La última vez en Tailandia me imaginaste en una situación mejor, con un cochazo y un montón de tías buenas. ¿Por qué me haces esto, calvichi? Siendo un personaje imaginario, me podías poner en Sydney por lo menos, no aquí con las putas ovejas estas que huelen mal. Calvo cabrón, perro malo, malnasío.
- Te jodes, es nuestro blog y hacemos los que nos da la gana. Por cierto, ¿algún consejo para ganarle a Belén?
+ Claro, joder, no pises tanto el freno. Dale caña. Si te caes por un barranco, que te den por culo, pero tú no frenes.
Siguiendo el consejo de Lee E. Fittipaldi tiré para abajo con todo lo que dio, pasé a Belén en la segunda curva y de ahí a cuatro luges más hasta llegar a la meta con una gran ventaja. Decidimos dejarlo en empate e irnos a tomar una cerveza, porque subir en el teleférico y pasar por el andamio era un auténtico coñazo.
La cena en el restaurante del Skyline, que así se llama el complejo de ocio y diversión, fue un buffet de lujo donde el plato estrella era el ragú de wagyu. Por cierto, hay muchísimos sudamericanos trabajando en Nueva Zelanda: hacen la temporada de invierno en la Isla Sur y luego se van a la Isla Norte. Me pude tomar un ron con cola viendo el sol caer sobre las montañas de Queenstown con Belén sonriendo de oreja a oreja. Ese recuerdo me lo llevo a la tumba, espero que dentro de muchos años.
Mañana nos vamos a Te Anau, pueblo de 2,700 habitantes y punto de entrada para Milford Sound, los espectaculares fiordos de la Isla Sur. Buenas noticias, la Aurora Austral se va acercando a Nueva Zelanda y a lo mejor conseguimos verla en alguno de los próximos cuatro días. Sería el remate de los tomates. De momento nos vamos de Queenstown con la sensación de haber visto todo lo que había que ver.
Si no esquías, se ve en dos días. Rima y todo, qué maravilla.
PS: Nunca esta de más recordar que nos podéis seguir en Twitter y en Instagram. Belén lleva el Insta y yo el Twitter, o X, o como se llame. Redes sociales, amigos, la madre de la ciencia.
Y porqué es tan famoso el kiwi?
ResponderEliminarEres listo, mejor NO ganes a Belén..