Hola a todos desde Hong Kong, penúltima etapa de la aventura y una de las grandes urbes del sudeste asiático. De momento la ciudad nos ha tratado de forma agridulce. La parte dulce es que hemos tenido a bien comprar una estupenda tarjeta de turista que nos lleva y nos trae del aeropuerto al hotel - con un tren tipo AVE que enlaza con autobuses que llevan a los principales hoteles - por 27 EUR cada uno. Triunfazo al estilo Pecos en los 80s. Pasa que el hotel está dentro de un centro comercial y hemos llegado como a las 10 y pico - hemos tenido problemas para comer y acabamos en un McDonald's 24 horas con dos chinos mirándonos fijamente con cara de retrasados mentales. A mí no me importa que me miren, pero fijamente y sin parar es para coger al sujeto, sea de la raza que sea, y por lo menos devolverle la mirada de forma amenazante. Hasta que Belén les ha dicho "eh, qué pasa" - en español - no nos han dejado en paz.
También es agridulce que no había la habitación que queríamos en el hotel pero han encontrado una solución de compromiso. Nos han subido de nivel, tenemos unas vistas impresionantes de Hong Kong y una executive room supergrande y cómoda. El problema es que tienen dos camas separadas - las hemos juntado, pero no es lo mismo, claro. El tren que enlaza el aeropuerto con la ciudad sigue siendo puntero, el número 1 del mundo. Es como el AVE pero con más tecnología y televisión en directo.
Ayer fue un día muy tranquilo en Phuket, más o menos como preveíamos - playa, piscina y olas. Pasa que una ola me medio revolcó - lo que tiene bañarse con bandera roja haciendo el gilipollas - y decidí ir a hacerme un masaje. Una hora, 9 EUR, espalda y cuello, que es donde me dolía. Cojonudo. Pasa que la masajista había sido boxeadora en sus años mozos y decidió darme una somanta de palos mientras se descojonaba hablando con la jefa del negocio. En mi limitado entendimiento del tailandés, entendí estas cinco frases:
- Este cabrón tiene más nudos que el barco de Jack Sparrow.
- Porque no me ha pagado por adelantado, si no lo descoyunto aquí mismo.
- Si viniese tres veces iba a tener la misma espina dorsal que un ameba, el ioputa.
- Puestos a venir un español, ya podría venir uno del tamaño de Torrebruno y no este gorila mamón.
- Estando aquí su mujer, este no tiene cojones de pedirme final feliz.
Cenamos bastante bien en un italiano que nos seguían con la coña de la luna de miel. Íbamos a volver andando por la playa pero estaba llena de cangrejos por la noche y valientemente volvimos a la carretera para andar los 400 metros que había. Tras una mañana tranquila en el hotel, quedamos con nuestro conductor pirata de adopción, Song. El tipo no dijo una puta palabra en 71 minutos de viaje hasta el aeropuerto de Phuket. Pero ni Pamplona - lo cual, dicho sea de paso, habría sido verdaderamente sorprendente. Una pequeña cosa que nos ha sorprendido mucho de Tailandia es que el paquete de Mentos vale 10 Bahts, o sea, el equivalente a unos 22 céntimos de EUR. Hemos pensado que igual los sacan del mismo sitio que el café carísimo que hay en Bali - del culo de algún animal...
El vuelo de Phuket a Hong Kong ha sido bastante pintoresco. Tanto a Belén como a mí nos han dado largos ataques de risa. El mío ha sido por una situación dantesca al principio del vuelo, porque se han sentado detrás nuestra dos tíos que les olían los pies como un camión de camellos afganos. Justo al lado tenía una tía que se acababa de hacer la manicura y estaba con los 10 dedos estirados pero a la vez intentando hacer cosas. A la vez, Belén estaba escuchando Las Grecas con gran ilusión. Me ha dado la risa por lo grotesco de la situación global - vuelo de Tailandia a Hong Kong, Las Grecas, una tía con las manos estiradas como si fuese Vampirella y dos tíos que parecían que habían tenido los pies metidos en el culo de un elefante con disentería.
Mañana subimos a lo alto de la ciudad a verla desde arriba - obviamente, qué gilipollez de frase, hace falta tener moral para escribir semejante soplapollez - y estaremos en el festival de luces de las 8 de la tarde. Es una ciudad para perderse y divertirse, y es lo que vamos a hacer, al 100%.
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