domingo, 11 de agosto de 2019

Día 9: La buena vida (y cómo vivirla)



Hola a todos desde Hvar. Aquellos que seguís Aventura Global sabéis que en todos los viajes hay un día que destaca sobre los demás. A veces, destaca mucho. Este es precisamente el caso del día de ayer. No hemos podido escribir el blog hasta ahora, casi la hora de comer del día siguiente, de lo agotados que estábamos simplemente pasándolo bien. Vimos cosas asombrosas, nos bañamos en playas impresionantes y lo más importante, conocimos a unas personas cada una de distinto origen pero que todos juntos funcionábamos como un equipo. Igual salimos de Hvar con algunos amigos para toda la vida.






Nuestra actividad empezó a las 09:50, que es cuando habíamos quedado con la gente de Mario Rent, los organizadores de nuestra excursión. Ahí estaba Boris, al que conocísteis ayer, con una cara de palo acojonante y con la misma ropa que hacía 16 horas. Si me dicen que el tío ha pasado esas 16 horas de pie, con los ojos abiertos, como si fuese el puto Terminator, me lo habría creído. El barco salía desde el Hula Hula, el chiringuito musical para guiris cercano a nuestro apartamento. Allí conocimos a Mario, nuestro guía. No, no era el mismo Mario que es dueño de la compañía, pero para 24 años que tenía, demostró unos conocimientos de fútbol bastante buenos. Fuimos al centro de Hvar donde se subió el resto de la gente: Izzet, Dogukhan y Deniz - dos de ellos vivían en Chipre, una de ellas entre Estambul y USA -, Otto y Ritha, marroquíes, Saraiya, de Leicester, Inglaterra, y su novio portugués, del que no recuerdo el nombre pero al que aleatoriamente llamaremos Cristiano, y Nikolina, bosnia.




Otto tuvo mucho que ver con el hecho de que hubiese buen rollo nada más subir al barco. Saludó a todo el mundo, hizo bromas con todos - "ah, te llamas Mario... no me jodas, tu apellido no será Rent también, ¿no?" y rápidamente creó ambiente de grupo. Creo que Otto es uno de los mejores tipos que he conocido en los últimos años - culto, gracioso, que ha tenido la suerte de vivir en Sydney más de un año, ingenioso, optimista y positivo. Belén le siguió el rollo nada más conocerse - la buena gente encuentra la misma sintonía rápidamente. A mí me costó un poco más porque lo primero que hicimos fue ir en barco a toda leche durante 45 minutos, y claro, me mareo en los barcos. Había tomado dos Biodraminas y llevaba unas pulseras especiales que solo Dios sabe si son un timo. El día anterior había tenido un problema en el barco a Jerolim - a la hora de desembarcar, aquello empezó a moverse con mucha violencia durante un minuto y acabé bastante jodido. Esta vez aguanté todo el viaje como un campeón.






Nuestra primera parada fue en un lugar llamado La Laguna Azul, donde nos conocimos un poco mejor. Los chicos chipriotas, que hablan turco y viven en la parte otomana de la isla, trabajan en una start-up. Otto trabajaba en una compañía muy grande en Australia pero lo dejó todo para hacer detergente y zumos - es muy importante no mezclar los sabores, le dije yo. Nikolina trabajaba en la isla final de trayecto, Palmizana. Después Mario nos llevó a una cala que fue elegida la más bonita de Europa en 2016. Ni él sabía quién coño había hecho la elección, y aunque la cala era bonita, creo que hay sitios más impresionantes en Europa. Ahí sacamos nuestra cámara acuática y la pusimos a disposición de todos - básicamente, nos daban media hora para saltar del barco y bañarnos, así que nadie podía hacer fotos sin mojar su móvil.








Para hacer tiempo, fuimos a una tercera cala en la que todos los chicos menos yo subieron a una altura muy grande para tirarse al agua. ¿Sabéis la típica película de amigos en la que de repente alguien la jode y se convierte en un drama? Pues eso habría pasado si yo me tiro al agua desde 15 metros, o 10, o los que fueran. La cala era perfecta - agua transparente, temperatura perfecta - y lo recordaré como uno de esos momentos en los que todo está bien. Hasta me lanzé a decir algo en croata a ver si Mario lo pillaba. Otto estaba lejísimos y teníamos que irnos, así que dije en alto: OTTO! VRATI SE, KURAC! que significa Otto, pollita, ven pacá. Mario casi se muere de risa y estuvo repitiendo la frase durante media hora entre risas. Aquí hay talento, amigos.

Vean a Belén saltar del barco al agua con mucho arte. También, algunos de los saltos de los muchachos. Es la primera vez que subimos vídeos directamente al blog, no a YouTube, en ocho años. No pienso hacerlo más, tarda muchísimo. 










Por fin llegamos a la Cueva Azul, donde teníamos que comprar unos tickets y esperar nuestro turno, hora y media de cola. Lo normal es que cada uno se hubiese ido por su lado a comer, especialmente porque no había muchos sitios donde sentarse, pero esperamos nuestro momento para sentarnos los 10 juntos y charlar un poco de nuestras vidas y la excursión en sí, hacer un grupo de whatsapp con todos y organizarnos un poco. La excursión en sí no vale las 100 kunas (13 EUR) que cuesta, porque estuvimos en la Cueva Azul no más de 15 minutos, sin poder bañarnos. Vale, es una maravilla como la luz entra por pequeñas rendijas e ilumina la cueva, pero es que no tiene más. Demasiada espera para algo tan breve, la verdad.
















Mario nos recogió y nos llevó directamente a Palmizana, la última parada de la excursión. Es la única playa de arena en la zona de Hvar y la más turística de las islas Paklinski, que así se llaman. El ambiente es igual que cualquier cala famosa de Ibiza - muchos chiringuitos, precios altos, un postureo insoportable y eso sí, una playa bastante buena, aunque fuese rodeada de yates por todas partes. Una vez más, decidimos irnos todos a tomar una copa juntos - Nikolina se retiró porque vive allí. Se nos pasó el tiempo muy rápido y había dos posibles paradas en Hvar: el centro o el Hula Hula. Nos fuimos todos al Hula Hula a seguir bebiendo. En el camino de Palmizana al Hula Hula, Belén tomó el control de Spotify y empezo a poner canciones que gustaron a todos: Dancing Queen de ABBA, Music de Madonna, Volando Voy en la versión de Kiko Veneno. Todos saltando y bailando en el barco - todos menos yo, que me mareo, claro. Nos tomamos dos copas en el Hula Hula, el típico local de moda, y nos despedimos entre risas. Vaya pedazo de excursión. Qué cachondeo más grande. De esto se trata el vivir bien - relajarse, conocer gente que merece la pena y disfrutar. Sin más. Y si no, como resumen, vean este vídeo.








Hoy hemos decidido no hacer gran cosa, así que habrá una nueva entrada de blog mañana por la noche. Dicen que no hay mucho que hacer en Hvar, pero me da que le estamos sacando mucho provecho, la verdad. Tras la duda de hace dos días, ahora estamos otra vez disfrutando a tope...

1 comentario:

  1. Madre miaaaaa,pedazo de excursión y gente maravillosa a la que conocer y compartir dá gusto y alegría de vivir!.La cueva azul bonita pero de las cosas que más me han gustado me quedo con : el salto sirena de Belén ( que ya te ví en la Base Aérea del Prat que eres una crack) y el fiestazo y buenrollismo del Hula Hula!.
    A ver chicos que si me decís que estabáis en el Matinée (Ibiza ) me lo creo!.
    Pedazo vacaciones!.
    Un besazo!.
    Mañana si el wifi me acompaña os seguiré en Aventura Global por Croatia!.

    ResponderEliminar