martes, 6 de agosto de 2019

Día 5: Descubriendo nuevas cosas en Hvar



Hola a todos. Pese a un momento de duda en un camino que parecía un puto patatal, creo que el de hoy ha sido nuestro mejor día en la Aventura de este año. Ha tenido un poco de todo: ir sobre seguro, un poco de caos no muy controlado, un par de sorpresas muy positivas y sobre todo, hemos sabido convertir una tarde que parecía que iba a ser un desastre en algo para recordar durante muchos años. Ya sabíamos que Hvar molaba, pero no que fuese capaz de seguir sorprendiéndonos a este nivel.


El día empezó lento: desayunamos tranquilamente y nos fuimos con nuestro coche azul que se cae a cachos a Dubovica, nuestra playa favorita. Tras el desastre de ayer queríamos ir sobre seguro. Nada más aparcar en lo alto de la montaña - recordad, hay que bajar entre 12-15 minutos para llegar - unos croatas que iban perdidos nos preguntaron si iban bien para ir a Dubovica. Belén les explicó que sí, pero que tenían que bajar por un camino de piedras entre los matorrales para llegar a la playa y nos miraron como si estuviésemos locos. "Hostia, somos croatas y los que no estamos preparados para esta mierda somos nosotros", dijo la chica, que no salió del chiringuito en todo el día. Pobre mamón, qué cruz llevaba encima.











Llegar temprano nos permitió avisar al tío del bar que si había calamares pequeños, que por favor los comprara. Efectivamente, el pescadero llegó a las 11:00 en barco y solo tenía unos cuantos, pero el tipo los compró y los apartó para nosotros. Gloria bendita, este tipo de calamares tan pequeños y con tanta tinta, una explosión de sabor en la boca, no los he visto en ningún otro sitio. Por otra parte, no os hemos hablado del único habitante de la playa. Es un tipo que parece mitad el Nota, de El Gran Lebowski, mitad Quevedo. Su familia ganó mucho dinero en el sector del automóvil en Alemania y se hizo esta casa de playa. Era hijo únio y vive allí todo el año. Se dedica a observar a la gente impertérrito. Hoy no se ha reído ni cuando hemos empezado a cantar las canciones de Leonard Cohen que estaba poniendo a toda hostia en su casa. En el fondo, con un 90% de probabilidad, el tipo es un cabrón engreído maleducado que se cree mejor que nosotros porque sus padres lo petaron y él solamente heredó la pasta. Gente así, que no ha sudado para tener cosas propias, no merece la pena. A ver, que igual el tío es cojonudo, pero lo dudo.







Normalmente estamos dos horas en la playa, pero en Dubovica estuvimos casi seis porque es de puta madre, básicamente: buen ambiente, no mucho ruido, agua fresquita y clara, qué os vamos a contar que no hayamos dicho ya. Subimos, nos metimos en el coche azul mierdoso y decidimos ir a otra playa, por qué no. Pusimos una playa aleatoriamente en Google Maps y acabamos metiéndonos en un camino de tierra que acababa en la verja de una casa, con un viejo mirándonos como diciendo "vaya, otro par de gilipollas que se fía del Google Maps, vaya par de paletos, cuándo vendrá el turismo de calidad". Cerramos el puto Google Maps y acabamos en una especie de puerto pesquero donde lo más parecido que había a una playa era un camino de cemento que acababa en el mar. Los dos vídeos antes de este párrafo ilustran nuestra situación límite.












Maravilloso, ¿verdad? Hay que perseverar en la vida y eso es lo que hicimos. Encontramos un restaurante que estaba en una especie de pequeña bahía. Joder, si hay un restaurante y hay un espacio con agua rodeando la tierra en forma de U, es que por cojones hay una playa allí. Fuimos para allá y bingo, dimos con una playa absolutamente paradisíaca. Un espacio rodeado de chalets de gente bien, una pequeña playa en la que solo cabían 50 personas como mucho, prácticamente vacía. En las otras playas las piedras son lisas y solo tienen erizos, musgo y demás donde la gente no da pie: en esta el musgo empieza mucho antes, señal de que poca gente la pisa. Tranquilidad absoluta, aguas turquesas y resulta que el chiringuito de al lado tiene una carta muy potente. Fantástico lugar, volveremos todas las veces que haga falta, y estamos pensando alquilar otro coche solo para volver a menudo.















No muy lejos del apartamento está la Fortaleza Española de Hvar. Desde abajo parece el punto más alto de la isla pero ni de coña, hay montañas más altas. Sí que es una fortaleza perfectamente conservada con unas vistas del Mar Adriático y las islas espectacular. Los españoles sabíamos dos o tres cosas de construir fortalezas, eso está claro. Tuvo gracia que el 90% de la gente que estaba visitando la fortaleza éramos españoles, no sé si sería el nombre, casualidad o qué, pero tuvo su gracia. Hay una prisión cerrada al público, un museo que da vergüenza ajena y la posibilidad de recorrer almenas, murallas y de todo con unas vistas inmejorables.

Supongo que acabaremos la noche cenando por ahí. Mañana tenemos una excursión organizada que promete mucho. Seguimos descubriendo Hvar y eso es una buena señal: la isla es pequeña pero hay mucho, mucho que ver.




PS: Mola la playa nueva, ¿eh?

1 comentario:

  1. La playa nueva chicos es lo más!!!pero que descubrimiento!.
    Las vistas desde la fortaleza española impresionantes y me han encantado las dos trencitas de Belén.guapaaa!!!.

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