martes, 30 de julio de 2019

Nuestra gran boda bosnia, segunda parte: Fiesta y Yugo-rock



Llego el sábado 20 de Julio, día señalado en el calendario de Aventura Global desde hacía meses: Selver y Jasmina se casaban en Sarajevo. Había dos planes para ese día, a saber: los familiares y amigos más cercanos estuvieron por la mañana en una especie de pre-boda que consistía en que Selver iba a casa de Jasmina a buscarla y tenía que convencer a su padre para que su hija se casase con ella. Es una costumbre en las bodas bosnias, como también lo son los disparos al aire cuando todo está arreglado - realmente es todo un teatrillo, por supuesto que se iban a casar. Pensaba que lo de los disparos era una coña, pero qué va, algunos se guardaron casquillos de bala para recordar el momento.









El resto de los invitados cogimos fuerzas para ir a la boda. Coño, ya que estábamos en Sarajevo, lo mínimo era dar una vuelta por el centro de la ciudad, y tenemos que decir que está bastante bien. Hay una sinagoga, una catedral ortodoxa, una catedral católica y una mezquita en la misma área, lo cual da a entender la diversidad religiosa de Bosnia. Fuimos a un sitio a contratar una excursión a Mostar que paraba en varios sitios turísticos, y así tendríamos plan para el lunes. En el sitio vendían posters originales de Sarajevo 1984. Eran guapos, pero qué coño hacemos nosotros con un poster de los Juegos Olímpicos de Invierno en casa. Coño, si no sé ni patinar y el único motivo por el que tendría un stick de hockey en casa es para soltarle un palo a un ladrón.







Total que nos fuimos a nuestro apartamento a cambiarnos y llegamos al hotel de la boda los primeros. Nos cruzamos con los novios, que ya llegaban vestidos tras superar la prueba de la pre-boda. Se trataba de una boda civil, pero la tipa que tenía que oficiarla llegaba tarde, lo cual hizo que la espera fuese un poco larga - estaba todo el mundo allí menos ella. Había bastante curiosos mirando, pero nadie superó a un señor calvo con mogollón de pelo en el pecho que miraba el espectáculo desde la habitación más alta del hotel. Supongo que alguien le dijo algo, porque una vez que empezó la boda, el tipo ya no estaba allí.












La boda en sí fue calcada a cualquier boda civil del mundo - se casan, firman los papeles y todo eso. La celebración, claro, fue un tanto distinta, con las peculiaridades del país. Primero, había buffet libre y sobró bastante comida, estaban preparados para que comiese un regimiento. Segundo, de forma inesperada y para sorpresa de los novios, aparecieron unos gitanos bosnios cantando canciones tradicionales con una orquestilla. Se ve que algún invitado los contrató para que hicieran un cameo de 10-15 minutos. Había dos grupos en la boda, uno con una violinista tremenda y otro, la típica charanga de boda, con temazos de bastante más clase que la típica boda española. Belén se unió a ellos para cantar Killing Me Softly de Roberta Flack / The Fugees. ¿Hay un vídeo de esto? Sí, claro que lo hay. ¿Lo vais a ver? No en este blog: pregunten a Belén directamente, ella lo tiene en su móvil. Por cierto, Belén tuvo gran sintonía con las tres hermanas de Selver, se llevan superbien, han seguido en contacto, creo. 







Como la boda empezó a media tarde, todo el pescado estaba vendido a medianoche. Aún quedaba algún invitado extranjero intentando meter cebolleta con alguna soltera local, pero eso pasa en todas las bodas. Tuve la feliz idea de ver si había algún bar de rock and roll abierto donde pudiésemos seguir con la fiesta. Tras descartar algunas opciones y bajo sugerencia mía nos fuimos al Underground Club, en una de las calles principales. Estábamos Belén y yo junto con Milos, que es serbio, y Rok, que es esloveno.




Llegamos y era un bar de puta madre, y estaba a punto de tocar un grupo de versiones. Resultó ser el equivalente a la movida madrileña, lo que ellos llaman Yugo-rock - canciones de rock ochenteras cantadas en serbio y que todos conocían. Bueno, todos menos Belén y yo, que contemplamos el espectáculo con una sonrisa de oreja a oreja. Eslovenos, serbios y bosnios cantando a pleno pulmón unas canciones que unían a tanta gente que lo ha pasado tan mal. Quizás si se hubiesen centrado en las cosas que le unían y - como en todos los países - los políticos no fuesen tan inútiles, se habrían evitado muchas muertes, mucho dolor. El caso es que lo pasamos cojonudamente y solo cuando llevábamos dos horas y media de yugo-rock puro y duro, nos cansamos un poco y nos fuimos todos - pero fue un momento para recordar.











No recuerdo muy bien qué coño hicimos el domingo, la verdad. A ver, hicimos una cena por la noche en la que Selver y Jasmina nos dieron las gracias por venir a la boda desde tan lejos. Selver es un tío sencillo, de esos que siempre van de cara, y verle tan emocionado estuvo bastante bien. He estado mirando fotos: fuimos a comer con Rok y Mateja, los dos eslovenos relacionados con la EuroLeague. Mateja estaba cansada y se perdió el cachondeo post-boda. Después fuimos a ver el sitio exacto donde asesinaron al archiduque Francisco Fernando, o Franz Ferdinand, lo cual desembocó en la Primera Guerra Mundial. Da la casualidad de que Franz Ferdinand, el grupo indie británico, tocó en Sarajevo por primera vez el finde antes de la boda. Se tuvo que liar parda, aunque no tan parda como cuando mataron al archiduque, claro. De ahí nos cogimos un taxi y nos fuimos al apartamento hasta la hora de la cena. Más vale guardar fuerzas para una buena excursión que llegar hecho una mierda a una cosa de estas.

El lunes fuimos a Mostar. Y el martes pasamos por Zagreb. Pero esa es otra historia que os contaremos mañana.

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