martes, 12 de junio de 2018

París bien valen.... 36 horas



Hola a todos desde Barcelona. Pues eso, hemos hecho una escapada a París. Puede parecer una frivolidad pero al final no sale muy caro. Un vuelo desde Barcelona son unos 75 EUR y un hotel decente fuera de las zonas turísticas no pasa de los 100 EUR. La excusa para ir a París era un concierto de Courtney Barnett en la famosa sala Bataclan, pero la verdad es que nos debíamos volver a París por un montón de motivos que no vienen a cuento. A igualdad de precio entre Ryanair y Vueling, elegí Vueling porque vuela directamente al aeropuerto central de París, el Charles de Gaulle. Ryanair vuela a Beauvais, un aeropuerto a nada menos que 100 Km del centro de París. Lo que viene a ser donde Cristo perdió el mechero, vamos. Respecto al hotel, cualquiera cerca de la sala Bataclan me valía, así que pillé el Hotel Alhambra, muy cerca de la sala y con buena pinta.




La guinda fue algo que encontró Belén: una tarjeta de transportes que incluye traslados ilimitados al aeropuerto y por toda la ciudad por 38 EUR por persona. Parece caro, pero solo ir o volver del aeropuerto son 14 EUR y creo que la hemos amortizado bien. De hecho, al llegar al aeropuerto para coger el vuelo de vuelta le regalamos nuestras tarjetas a un par de turistas despistados para que se ahorrasen el viaje al centro de París. Desconocemos qué hicieron con las tarjetas, pero espero que las hayan introducido en la máquina y no via rectal. La tarjeta te libra de estar comprando billetes de metro todo el rato, lo cual es una gran ventaja porque no existe el típico abono de 10 viajes: o mejor, sí existe, pero te largan 10 billetes de metro a la vez. Y algunas estaciones están hechas un asco.










La última vez que vine a París fue por trabajo en 2010 y no me dio tiempo de hacer casi nada, así que puedo decir que no ha estado en París con suficiente capacidad de observación desde 2006 o así, y creo que la ciudad ha cambiado mucho, en algunas cosas para bien. París está ahora mucho más limpio y los chavales jóvenes, de 20 años para abajo, hablan inglés perfectamente. No sé quién es el responsable del sistema educativo francés, pero ese cabrón está haciendo las cosas bien. El principal problema de París es que está masificado hasta límites insospechados. Hay gente por todas partes, sobre todo asiáticos. En 2015 fuimos a Japón y comprobamos que la gente estaba completamente obsesionada con París. Pues bien, siguen estándolo, claramente. La sensación por las calles más turísticas puede ser agobiante, y eso que era 9 de Junio, no 27 de Julio. Además, el transporte público te lleva a todas partes, pero es de mala calidad, lento y mal planificado. Cada vagón de metro va lleno, siempre.








Nos dimos cuenta en seguida: aterrizamos a las 9:30 tras un vuelo bastante apacible - dormimos casi todo el camino - y a las 11:00 ya estábamos en la Catedral de Notre Dame. Había una hora de cola, así que fuimos a tomarnos un café. Nos cobraron 10 EUR por dos capuccinos que tenían buena pinta, pero a la que dabas una vuelta a la taza con la cuchara se quedaban en la mitad. Visto como estaba el panorama, decidimos irnos al Sacre Coeur, la basílica de Montmartre, de muy fácil acceso en 2005. Otra vez hasta las trancas - turistas por todas partes, tipos cantando Imagine de John Lennon a varias guitarras, imposibilidad absoluta de entrar a templo, gente vendiendo souvenirs por todas partes... el ambiente era casi irrespirable, así que obviamente nos fuimos. Belén había reservado en un restaurante para comer cerca del hotel y fue un éxito total. Entrecot y mousse de chocolate. Nos habíamos levantado a las 5:00 así que la siesta fue apocalíptica. Podría haberse caído la Torre Eiffel que no nos habríamos despertado.






Fuimos con bastante tiempo para tomarnos un par de cervezas antes del concierto, con el autobús de Courtney Barnett aparcado justo delante. A la media hora se bajó con su gente de confianza y se fue al bar de al lado. Igual era mi única oportunidad de hacerme una foto con uno de mis ídolos musicales, así que esperamos pacientemente a que terminara de cenar y nos acercamos a hablar con ella. Podría haber dicho que después del concierto, pero se paró a hablar con nosotros 10 segundos: el tiempo de una foto rápida y de preguntarle si vendrían pronto a Barcelona - por cierto, dijo que sí, así que seguramente la tendremos por aquí en Noviembre y todos, todos deberíais ir. Fue muy especial entrar en la sala Bataclan, que ha sido golpeada por el terrorismo islamista. La forma de combatir estas cosas es no tener miedo y yo lo tengo claro: nadie va a impedir que yo siga viviendo como hasta ahora. Ni me van a intimidar, ni me van a acojonar, ni van a conseguir que deje de hacer lo que me dé la puta gana. La sala está bien, se parece a la Sala Apolo de Barcelona, pero solo tiene una barra y se masifica fácilmente.






El concierto estuvo muy bien. Primero tocaron Loose Tooth, con quienes coincidimos en la puerta de la Bataclan por la tarde y nos cayeron muy bien. Después apareció por sorpresa un grupo llamado Waxahatchee al que había visto en el Primavera Sound. Suenan bastante bien, la verdad. Courtney lo petó, como era previsible: tocó su nuevo disco al completo, canción por canción, y temas más antiguos en la segunda parte del concierto, incluidos todas sus canciones más famosas: Elevator Operator, Avant Gardener y sobre todo Pedestrian At Best, que la dejó para el final. Después del concierto fuimos a cenar a un sitio estupendo que Belén reservó sobre la marcha: verdadera cocina francesa de muy buen nivel, camareros muy amables (en esto París ha mejorado muchísimo en los últimos años) y hasta muy buena música. Fácilmente, una de las mejores cenas del año. Después íbamos a acabar la noche en una fiesta de britpop que había en un lugar llamado Supersonic Club. La música estaba bien pero el local era un asco, con copas caras y malas, un penetrante olor a sobaco y gente yendo y viniendo por todas partes. Aguantamos, creo, 12 canciones y nos fuimos a dormir.


















El domingo pateamos París como campeones - ahora llevo la típica pulserita que cuenta pasos y andamos 16 Km en un día. Empezamos el día yendo al Palacio de Versalles, una gran cuenta pendiente. Creíamos que había una huelga de trenes, así que fuimos en metro y autobús. El terreno era un tanto abrupto, así que llegamos medio mareados a Versalles. Belén había contratado una excursión sin colas y os recomiendo muchísimo esta opción porque, otra vez, el Palacio está masificado, como todo lo demás. Hay tres horas de cola en Versalles, pero con el pase sin cola no llega ni a la media hora. El Palacio en sí es impresionante y los jardines molan mucho, pero es menos espectacular de lo que creíamos. Hay mejores palacios en Viena, incluso en Madrid. Hay que verlo, pero una vez tachado de la lista no hay por qué volver.







De allí nos fuimos al Trocadero, a saber: un punto donde se tiene la mejor vista de la Torre Eiffel, perpendicular a tus ojos, majestuosa. No se me olvidará que Rafa Nadal ganó su undécimo Roland Garros mientras estábamos sentados viendo la Torre Eiffel. Hay menos de un kilómetro hasta el Arco de Triunfo, así que una vez que nos sentamos y nos cobraron una barbaridad por un par de refrescos fuimos para allá. Había algún tipo de acto protocolario, señores mayores con banderas francesas, pero si no te paran el tráfico, cruzar hasta el centro del Arco del Triunfo es jugarte la vida con muchas posibilidades de perderla. Bajamos andando los Campos Elíseos, que es como Paseo de Gracia pero más amplio y más pijo, y nos fuimos al aeropuerto en un tren muy apretao.







Ahí parecía acabar la aventura pero no: hora y media de retraso en el vuelo de vuelta, y es que Vueling no perdona: si es un vuelo nocturno, pringas siempre. Menos mal que encontramos unas sillas muy cómodas y el tiempo se pasó bastante rápido. El final del viaje fue ya en Barcelona, a las cinco de la mañana. Los más de 20,000 pasos recorridos pasaron factura con un tirón en el aductor mientras dormía. Eso me pasa muy de vez en cuando y me doy cuenta en el segundo que empieza a pasar pero esta vez estaba tan cansado que no me di cuenta hasta que el dolor fue tan intenso que me despertó. Hostia, qué horror. Intenté apoyar la pierna en la pared, en el suelo, en la cama pero la bola no bajaba.

Total, que llevo cojo dos días. Espero que se me pase pronto. Próxima parada: Oporto, debutamos los dos. ¡Nos vemos allí!

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