jueves, 1 de febrero de 2018

Diciembre 2017: London’s Burning!



Hola a todos desde Barcelona. No ha habido mucha actividad viajera por nuestra parte en los últimos meses. A ver, no hemos parado de hacer cosas y sí es verdad que estuvimos un fin de semana en Londres. La idea era hacer un blog londinense pero al final no lo hicimos, no sé por qué. Lo pasamos muy bien en Londres, como siempre. La excusa era ver un par de conciertos de grupos que no giran fuera de Inglaterra ni a tiros, y la verdad es que los dos bolos estuvieron bastante bien. Shed Seven tocó en el mítico Brixton academy junto con Cast el día 16 de Diciembre. Todas las entradas estaban vendidas desde Febrero, y es que Shed Seven tienen mucho tirón... ahora. Era un grupo de britpop que salió a la vez que Oasis - los primeros singles de cada grupo salieron la misma semana exactamente - pero su popularidad no hizo más que bajar tras tener cierto éxito. Tras unos cuantos años separados, volvieron por probar y se ha corrido la voz que son el mejor grupo en directo de Inglaterra. Han ido tocando cada vez en sitios más grandes y el concierto del Brixton Academy era el mayor del grupo en una sala - ahora en verano harán uno para 8,000, ya con entradas agotadas. Era la tercera vez que íbamos juntos al Brixton, siempre en conciertos con entradas agotadas. Una vez vimos a Levellers y The Wonder Stuff, y la otra a James hace un año o así.












El Brixton Academy es la mejor sala de conciertos que hemos visto. Es muy ancha y el suelo hace rampa, de tal forma que si te toca Sabonis delante tuyo en el concierto puedes ver. Bueno, si te toca Sabonis igual estás jodido, pero a mí me evita el típico "échate pa un lao, que eres muy alto" que tanto me toca los cojones. Contrariamente al público español, la gente va a los conciertos a pasarlo bien y el nivel de tertulia es bastante bajo. No hay nada peor que un grupo de gente hablando a gritos en mitad de un concierto. Belén tiene un método infalible para acabar con esa mierda gracias a una habilidad especial que Dios le ha dado - silbar como si fuese un cabrero canario con los pulmones de un tenor gordo y barbudo. Tres silbidos y la gente sale despavorida, o al menos se callan, que ya es algo. La novedad es que venden vasos de dos pintas para evitar tener que ir al bar muchas veces. Lo malo es que si se calienta rápido, tienes un litro de cerveza caliente y eso no gusta a nadie, coño. Respecto al concierto, Cast estuvieron muy bien pero lo de Shed Seven estuvo a la altura de su actual reputación. Han sacado un nuevo disco y el público ya coreaba las nuevas canciones. Lo petaron con los hits más famosos del grupo, Disco Down - que la grabé en vídeo para vosotros, amigos -, Getting Better y por supuesto, Chasing Rainbows, que la tocaron la última. La gente siguió cantando su estribillo 10-15 minutos mientras desmontaban el escenario, siguieron cantando saliendo del Brixton Academy e incluso hemos visto vídeos de gente aún cantándola en el metro.







Tenemos una amiga, Lorena, que dirige el club de fans de Shed Seven. No en España, creo que solo quedamos ella y yo, pero en todo el mundo. Lorena nos consiguió pases para una fiesta en el backstage del Brixton Academy. Fuimos a cenar pero al volver todas las puertas estaban cerradas. Eso sí, vimos a tres chochis con las mismas pulseras que nosotros, así que valientemente decidimos seguirlas. Entramos todos por una puerta muy estrecha, subimos por una escalera aún más estrecha llena de seguratas enormes hasta llegar a una especie de pasillo ancho y largo lleno de gente. Desde allí se podía ver cómo se acababa de desmontar el escenario - hay una puerta grande que conecta directamente con la calle -, dos montañas enormes de vasos de plástico - no es un secreto que los ingleses beben como cosacos - y en teoría estarían allí los componentes del grupo. El cantante, Rick, lo había dejado todo en el escenario y estaba con la voz perdida, así que no apareció. En cualquier caso fue una experiencia cojonuda ver el Brixton Academy por dentro.









El domingo fuimos a ver a Idlewild, grupo indie de principios de los 2000s - de hecho, celebraban 15 años de su disco más famoso, The Remote Part, en una sala muy curiosa llamada KOKO. Es un teatro antiguo con capacidad para 1,400 personas, pero la pista es muy pequeña y hay muchísimos balcones. Llegamos casi en punto, así que nos fuimos al gallinero. El sonido era excelente incluso arriba del todo, y fue muy curioso ver un concierto de forma muy distinta a la habitual. Idlewild empezaron tocando cinco canciones seguidas, en orden, de otro disco distinto, 100 Broken Windows. Mucha gente empezó a murmurar, pensando que se habían equivocado de disco al homenajearlo, que si estaban gaga o qué coño pasaba, pero qué va, era una especie de broma. A mí me fue bien, el 100 Broken Windows es mi disco favorito de ellos y las mejores canciones son las primeras. Redondeamos un fin de semana musical bastante potente.

Obviamente, si se va a Londres, hay mil cosas que hay que hacer. Intentamos ir una vez al año, últimamente con los conciertos como excusa. Estuvimos en un hotel realmente bueno, el APEX, justo al lado de la estación de metro de Bank. Cogimos una tarifa flexible que si había alguna habitación mejor disponible podrían dárnosla, y así fue. Joder, qué bañera. Aún sueño con ella. No iba a un hotel en el que yo cupiese en la bañera desde 2002. Todo fue bien, salvo que el domingo por la noche algún gilipollas activó la alarma de incendios a las dos de la mañana. Hostia, qué susto. De repente saltaron unas luces rojas y un sonido infernal. Valientemente bajamos en ascensor hasta el lobby, cumpliendo con el protocolo - bueno, los cojones, porque tendríamos que haber bajado por las escaleras. De todos modos fuimos los únicos en bajar, al resto de huéspedes se la peló que hubiese un incendio en el hotel. Supongo que si hubiesen visto las llamas habrían salido hasta en pelotas si hiciese falta, pero no con la alarma. En cualquier caso recomendamos el hotel - buena calidad-precio para ser Londres, muy bien ubicado.



















¿Qué más hicimos en Londres? Pues un poco de todo. El primer día fuimos a una movida que hay en Hyde Park llamada Winter Wonderland. Resulta que es una especie de feria, con cacharritos y tiendas exageradamente caras incluso para ser Londres, con motivos navideños y la única excusa de sacarte la pasta. Resulta que el popular y mítico Ratón Vacilón de la Feria se llama Santa's Coaster - la montaña rusa de Papa Noel - en Inglaterra. ¿En qué momento pasas de un nombre tan cojonudo como Ratón Vacilón a algo tan soso como Santa's Coaster? La Calle del Infierno de la Feria de Sevilla le da mil vueltas al Winter Wonderland ese de los cojones. Eso sí, compramos un queso que todavía anda por casa y que no ha habido cojones de comérselo. Una tradición en Londres es dar una vuelta por cerca del Palacio de Buckingham, a ver si la Reina nos invita a tomar el te. No hubo suerte, pero seguiremos intentándolo. Eso sí, pasamos por el 10 de Downing Street, residencia ultraprotegida de la primera ministra. Canté la canción que tarareó David Cameron cuando dimitió y los seguratas se rieron. Debe ser un chiste que no hace mucha gente, lo cual me sorprende, porque ES ALGO MUY OBVIO, COÑO. El parque que conecta ambos lugares, St James's Park, es uno de nuestros lugares favoritos en Europa. Y eso que íbamos cargados de cosas - Belén arrasó en el Primark de Oxford Street y yo hice lo propio en Music & Video Exchange, mi tienda favorita de discos de segunda mano. Compré 11 CDs por ocho libras y media. Es cojonudo. Y sí, aún escucho CDs, ¿qué pasa? Ojalá os corten el Spotify a todos y os quedéis en pelotas.







Lo más novedoso que hicimos esta vez, al menos por mi parte, fue ir a un par de mercadillos a los que no había ido nunca y me gustaron mucho. El primero se llamaba Old Spitalfields Market y era un mercado de antigüedades a lo bestia, con algún puesto de comida aquí y allá. Compramos dos vasos de té taiwanés con frutas - en Inglaterra, la comida étnica callejera es la mejor del mundo, garantizado - y dimos una buena vuelta por todos los puestos. Había cosas verdaderamente originales, la verdad. 












Después pasamos al mercado de Brick Lane - lo mismo, si viviésemos en Londres seguro que comprábamos cosas para casa, pero lo que nos gustaba no era algo que pudiésemos llevar a Barcelona de equipaje de mano. Había de todo y todo bueno, especialmente la comida callejera. Todo tenía una pinta estupenda. Acabamos en un pub modernísimo y espectacularmente chulo en el que solo estábamos nosotros. Muy grande, espacioso, no había pintas, solo cerveza de botella, y había una mesa de Djs profesional para liarla parda alguna noche. Con la música adecuada, uno de los mejores bares del mundo, pero seguro que allí pincha el típico soplapollas amigo del dueño que va de guru electrónico y no tiene ni puta idea de quién coño son Kraftwerk. Me cago en él, hipotéticamente hablando.










Nada más por ahora... pero vienen curvas. Aventura Global vuelve a la actividad. Tenemos algo muy gordo que anunciaros, y lo haremos este fin de semana. He dicho...

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