miércoles, 14 de febrero de 2018

Día 1: Welcome to the Jungle!



Hola a todos. Escribo esta parte aún desde Barcelona porque tenemos 45 minutos de retraso. Salimos de casa con bastante tiempo, casi cuatro horas antes de que saliese el vuelo. Básicamente, hay tres formas de ir al aeropuerto cuando no tienes coche. Uno, en taxi o Cabify, por unos 30 EUR. Dos, en un autobus de línea, por alrededor de un euro si tienes una tarjeta T-10, que es la que usa todo el mundo en Barcelona, y tres, con un autobús más caro, 10.2 EUR ida y vuelta. Optamos por esta última opción porque el autobús barato hace mil paradas y no tiene espacio para las maletas. Es el que uso normalmente para ir al aeropuerto cuando no llevo equipaje y es fácil ver a gente que se le escapa la maleta y desliza por todo el puto autobús. El autobús caro tiene espacio para las maletas y no hace paradas intermedias, así que es el que pillamos. Además, así tenemos el billete de vuelta ya en el bolsillo.



Una norma importante en viajes largos es interactuar con la persona que te haga el check-in para ver si puedes rascar algo, lo que sea. A ver, tampoco te van a pasar a business cada vez, pero preguntando a veces tienes ventajas. Este ha sido el caso. La chica que facturaba en Norwegian nos dijo que el vuelo no iba lleno y que la distribución de asientos es 3-3-3, así que nos ha dado ventanilla y pasillo en una de las filas traseras, bloqueando el asiento del medio para que no lo coja nadie. Cojonudo, porque así tendremos espacio para las piernas y es mucho más cómodo que tener un phulano al lado, que nadie asegura que no sea del tamaño de un oso ucraniano con sobrepeso. Mucho mejor así. El problema ha venido con el show que he montado en el control de acceso. Ya saben, el scanner y todo lo demás. No soporto que se me cuelen, en ningún caso, pero mucho menos en el aeropuerto, y es lo que ha pasado. Tras esperar 6-7 minutos, he echado mano a la mochila para sacar el portátil y se me ha plantado un tipo delante, saltándose una cola de unas 10-12 personas.

- Eh, oiga (le dije). Verá usted, tengo una hermana que está de buen ver.

+ ¿Y eso a mí que me importa? (respondió él)

- Nada, que ya puestos, le puedo dar tu teléfono para que le comas el coño a la vuelta, sinvergüenza, asqueroso.

+ Pero qué dice

- QUE TE HAS COLAO, MAMARRACHER. VENGA PARA ATRÁS, A PRINGAR COMO TODO EL MUNDO, COÑO.

Por supuesto, a la hora de pasar el scanner, he pasado y ha pitado. Tras soltar siete improperios, todos diferentes, me han dicho que era un control aleatorio.

- Ya, claro, aleatorio. No será por lo que he dicho al tío que se ha colado, ¿no? Que yo no tengo hermanas, era una alegoría. O una metáfora, no entiendo mucho de literatura. ¿Estudió usted letras?

* Oiga, eso no tiene nada que ver. Súbase en este pódium de mierda y espere.

Total, ahí me han dejado, en el pódium. Por supuesto, Belén había pasado por otra cola y me esperaba charlando amistosamente con un guardia civil. Un minuto encima del pódium. Dos. Tres. A la que me ha mirado Belén me he llevado la mano en el pecho y he empezado a cantar el himno de España, flojito.

- Lo, lo, looo, looo, lo-lo-lo, lo-lo-lo-looo, LO LOOO LOOO LOOO LOOOO. LO LO-LO LO-LO-LOOOOOOOO!!!!!!!

* ¿Pero qué hace usted?

- Perdone, es que me vengo arriba. Nada, que llevo tres minutos encima del pódium y son los Juegos Olímpicos de Invierno. Igual he ganado una medalla al más gilipollas.

* !?$?!!!

- Ya en serio, ¿me podéis registrar ya de una vez para que me vaya?




Obviamente el control ha sido exhaustivo. Me han hecho un test de drogas y no les culpo, la verdad, después del espectáculo que he dado. Hemos llegado al Duty Free - es obligatorio pasar por ahí tras el control de seguridad - y hemos parado a comprar unas botellas de vino. Y otra vez, las dos personas que estaban detrás nuestra se cuelan y pasan antes que nosotros.

- CAGO EN MI CALAVERA! Oigan, saben, tengo una hermana...

+ (Belén, interrumpiendo) Javi, que te pierdes, ya está.

Belén simpatiza con mi causa - nos ha tocado en la caja de al lado y le ha soltado a una de ellas un viaje con el hombro que podría haberla mandado a Vladivostok.

(casi 19 horas después, desde Los Ángeles....)



Total, que nos hemos subido 12 horas en el avión y menos mal que teníamos el asiento ese vacío, porque si no, es que no se cabe. Para ser unos tíos tan grandes, Norwegian tiene espacios diminutos en sus aviones de largo recorrido. La comida, que nos la vendía como un Nice & Tasty Menu, ha sido muy escasa. Igualmente, para los grandes que son los noruegos, daban un muffin diminuto en la cena, que esa es otra - ¿qué persona en su sano juicio se toma de poste una magdalena? Cosas buenas, el mapa de a bordo, completamente interactivo y con muchas funciones. Cosas risibles, pues joder, que en Películas Clásicas estaba Miss Agente Especial 2. OLE ESE NORUEGO CINÉFILO QUE HA HECHO LA SELECCIÓN.




Resumo, porque estamos reventados del viaje. Belén ha dormido muchísimo y yo poquísimo - tenemos estrategias distintas de afrontar el jet lag y veremos cuál triunfa. Antes de aterrizar leímos que ya no se puede entrar comida en Estados Unidos, así que Belén se puso a regalar mandarinas a diestro y siniestro. Lo mejor del vuelo, sin duda, son los paisajes que se han visto al pasar por Groenlandia y el Norte de Cánada. Nunca habíamos estado tan al norte y claro, teníamos ilusión de ver la Aurora Boreal, pero no hemos visto un carajo. Lo más parecido era una luz que había encima del baño, que era verde.

Una vez hemos llegado, caos. Más de hora y media para pasar el control de aduanas, que estaba fatalmente montado. Menos mal que unos señores mayores nos colaron como si fuésemos sus hijos, más o menos. Papá y Mamá Ficticios nos salvaron de media hora extra de cola. El número que hemos montado en Dollar, la empresa de alquiler de coches, no tenía desperdicio. El lector de tarjetas no funcionaba, se han hecho un lío con los nombres y al final nos han dado unos papeles y nos han dicho, hay un grupo de coches que se llaman "compactos", coged el que queráis. Así, con dos cojones.




El hotel es lo que se puede esperar de un hotel de 100 EUR la noche en pleno All-Star. Es un motel, no hay recepción - hay que llamar a la recepcionista por teléfono para que te indique cosas, la puerta se abre fácilmente con una patada y eso sí, hay parking gratis, si consigues abrir la puerta de acceso. La habitación está bien si no fuese por un ruído constante que parece una persona de muy poco modales sorbiendo una sopa infinita. Mañana os haremos un vídeo porque hoyno doy para más. Recuerden que pueden dejar comentarios por aquí abajo. Mañana exploraremos Los Angeles y os lo contaremos todo. Es una ungla de asfalto como no hemos visto otra igual, pero vaya, que mañana más. ¡A dormir!

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