Lo dicho, nos quedaba poco por ver, tres o cuatro templos en la zona norte del centro de la ciudad, un cuadrado perfecto delimitado por un foso y una muralla. Pillamos un tuk-tuk hacia el primero de ellos, el Wat Lok Moli. La particularidad de este templo es que hay un Buda en lo alto de una gran pagoda y una planta al lado. Se le puede hacer una ofrenda regando la planta, para lo cual recolectas agua abajo y con una polea subes hasta donde está Buda y sueltas el cargamento. Bueno, menos mal que Belén se dio cuenta, porque yo no me enteraba de nada.
1) Hemos visto como 359 templos budistas en cuatro días y estaba hasta los cojones.
2) Me estaba meando y salí por patas. En el servicio me hacían quitarme los zapatos, pero estaba mojado y pasaba de que me mojaran los calcetines, así que le dije al tipo de la garita, mira, 20 bahts de propina si me dejas entrar con zapatos, no seas hijoputa, que esto está mojado y es un asco, coño. Aceptó.
3) Aunque hubiese querido entrar, iba con pantalones cortos, y a estas alturas de la película priorizo no asarme vivo que entrar dentro de los templos.
Belén hizo una ofrenda en forma de campanas y, por los motivos expuestos anteriormente, nos fuimos de allí, no sin antes parar a comer en un sitio muy recomendado donde la comida era muy, muy mediocre. It's Good Kitchen, se llama. Nada del otro mundo. Volvimos en tuk-tuk al hotel para hacer un poco de logística, recoger una colada y por qué no, hacernos un masaje en los pies. Los dos pagamos el mismo dinero por el mismo masaje, pero el de Belén fue grácil y delicado, mientras que a mí me dieron una somanta de hostias inmisericorde mientras la masajista farfullaba algo chungo en tailandés. Lo único que me cuadra es que la masajista me identificase como amigo de Lee E. Fittipaldi y que ella hubiese tenido un lío amoroso con ese cabrón que acabó muy mal.
Por la noche fuimos a comer al Night Bazaar, que estaba medio cerrado por la movida de la reina madre. Encontramos a un español mosqueadísimo porque pagar 2 EUR por un plato de comida era un abuso, un robo, que eso él lo podía sacar por medio euro. Hay que ser miserable, mamón y rata, y lo peor es que era español. Coño, normal que la gente piense que somos gilipollas, es por culpa de phulanos como este. Tengo que decir que se me olvidaron dos paraguas en el food court y volví 20 minutos después... pero seguían allí. Antes de salir había unas drag queens posando para fotos e invitándonos a un show por el módico precio de dos copas. No habíamos bebido nada en días que no fuese la cerveza Chang, que es un asco, así que fuimos para allá.
Fue un show muy light menos en un momento que un ladyboy disfrazado de Rihanna se puso a frotarse con algunos clientes. Menos mal que no se acercó a mí, porque hubiese sido muy irónico y sarcástico darle un estacazo con un paraguas a Rihanna. Es broma, es parte del espectáculo y jamás se nos ocurriría interrumpir algo así, pero si no hago la broma de Rihanna y Umbrella reviento - cuando se lo dije a Belén se descojonó viva. Una de las ladyboys se parecía a nuestra amiga Núria, le hicimos una videollamada y las pusimos a las dos cara a cara. Por momentos absurdos como estos merecen la pena los viajes y hasta la vida. Qué risa, de verdad.
Lo dicho, next stop: Koh Samui. Vamos pasados de peso con las maletas, pero esperamos no tener que pagar muchísimo. Os lo contaremos todo al final del día.
No puede ser que se acabe ya!!! 🥺🥺 disfrutad lo que queda!!!!! 😘😘
ResponderEliminar